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Channel: Clásicos eternos
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''El asunto del día'' (George Stevens, 1942)

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Para mí, George Stevens es una de las figuras más fascinantes y dignas de estudio del cine clásico americano. Tras unos inicios en los que hizo todo tipo de cine fundalmentalmente en la RKO (incluída una primera etapa como ayudante de cámara en los cortos de El gordo y el flaco) con una clara preponderancia de comedias de alta escuela, la carrera de Stevens dio un brusco giro tras su alistamiento como voluntario en la II Guerra Mundial y sobre todo tras presenciar y filmar los horrores cometidos en el Campo de Concentración de Dachau.

Gran parte de las horribles imágenes documentales de los campos de exterminio nazi que aún se conservan fueron filmadas por la cámara de George Stevens. Este hecho supuso que tras su incorporación a la vida civil, una vez concluída la Gran Guerra, el cine de Stevens evolucionará hacia un tono más sombrío y pesimista. Las comedias costumbristas dejaron paso a películas de tono nostálgico y a profundos y negros dramas humanistas, en los cuales Stevens dejaba poco resquicio para la esperanza.


''El asunto del día'' fue una de las últimas comedias del genial director americano. Lo primero que llama poderosamente la atención del film es su espléndido e irrepetible reparto, pues la cinta está protagonizada por un trío de excepción: Cary Grant, Jean Arthur y Ronald Colman, a los cuales les acompañan una corte de secundarios de lujo del Hollywood clásico. El tono de la película recuerda y mucho (y no sólo por la presencia de Jean Arthur como protagonista femenina) al cine idealista de profundas convicciones civicas de Frank Capra así como a las ácidas comedias de elevado contenido social de Gregory La Cava.

Porque como en las mejores películas de Capra o La Cava, la película ostenta un intenso mensaje crítico en contra de los vicios y corruptelas imperantes en las instituciones y círculos de poder instaurados, en este caso, en una bucólica ciudad estadounidense que sirve de microcosmos en el que verter la idiosincrasia imperante en el país, así como la intolerancia e hipocresía existente en una América que aún ponía en duda su participación y papel en la II Guerra Mundial. Igualmente la cinta lanza una inteligente metáfora acerca de la compleja línea que delimita los caminos de la justicia en una sociedad corrompida por arcaicos y graníticos convencionalismos que otorgan el mejor premio a las actitudes más sinuosas y deshonestas castigando por el contrario las posturas más cándidas y decentes.


Este mensaje inserto en la trama conforme avanza el metraje otorga al film unas sorprendentes gotas melodramáticas, en las que incluso hay espacio para que broten del seno de las mismas, los esquemas paradigmáticos del cine clásico de suspense (ésto es, la trama clásica de la lucha por defender la inocencia de un falso culpable). Todo ello es encajado con la precisión de un cirujano por Stevens dentro de los axiomas de la comedia sofisticada de los años cuarenta gracias a la utilización del típico recurso cómico de recurrir a una historia de situación y confusión de personalidades, muy habitual por ejemplo en las posteriores comedias de Rock Hudson y Doris Day (como por ejemplo, ''Pijama para dos'' o ''Confidencias de medianoche'').


Para poner la guinda al pastel, la cinta del mismo modo teje un poderoso triángulo amoroso trazado a través de una maravillosa fábula romántica de enredo en la que la avispada protagonista femenina, la cual como no podía ser de otra manera, es una mujer dotada de una fogosa personalidad que arrasa y enamora a todo bicho viviente (sólo como Jean Arthur sabía plasmar en pantalla), se enamora y se encuentra por tanto en la encrucijada de tener que elegir entre el guapo desgraciado e injustamente perseguido amigo del cual ha estado enamorada desde su más tierna infancia y cuya defensa y protección se ha asignado como principal misión o elegir entre el recién llegado inquilino, ésto es, un maduro, erudito y aburrido profesor de Derecho, para el cual en principio la dotrina promulgada en las leyes escritas en los manifiestos legislativos imperan sobre el instinto y el sentido común.

La cinta comienza con la evasión de la cárcel del pueblo en el que se sitúa la trama, Leopold Dilg (Cary Grant) un trabajador de la factoría que mantiene el motor económico del pueblo que había sido encarcelado injustamente al ser acusado de provocar el incendio de la fábrica, el cual provocó la muerte del Gerente. En su desesperada huida Leopold, se refugia en casa de Nora (Jean Arthur), una antigua amiga de la infancia secretamente enamorada de Leopold. Sin embargo, a la apartada casa de campo de Nora arribará Michael Lighcap (Ronald Colman) un afamado y gris profesor de Derecho, que ha alquilado una habitación de la casa de Nora, para pasar tranquilamente el verano estudiando, para poder optar así a un puesto en el Tribunal Supremo.

Si bien Nora iba a abandonar la casa con la llegada del nuevo inquilino, la necesidad de propiciar un refugio en el ático de la casa para de este modo esconder al desgraciado Leopold, con objeto de poder ganar tiempo suficiente para obtener las pruebas necesarias para demostrar la inocencia de su amado, obligan a Nora a permanecer en la casa, ofreciéndose como asistenta al magistrado Michael. Igualmente un encuentro fortuito entre Michael y Leopold obligará al evadido a adoptar la personalidad del ficticio jardinero de la casa. Conforme pasa el verano, se establecerá una sincera relación de amistad entre Michael y Leopold, los cuales se enamorarán de la bella Nora, la cual además de tener que elegir entre uno de los dos pretendientes, pondrá todo su empeño en desenmascarar al verdadero culpable del incendio de la fábrica.


Sin embargo, la publicación de la foto del fugado en el periódico de la localidad, desenmascarará la auténtica personalidad de Leopold, poniendo ésto a Michael en la encrucijada de tener que elegir entre denunciar al evadido para cumplir con su deber de futuro magistrado de la Corte Penal o ayudar a su amigo a demostrar que no es el auténtico culpable de los hechos que se le achacan. Decidirá seguir siendo un hombre gris carente de sentimientos o el despertar del amor harán brotar en Michael los sentimientos humanos que parecía carecer a su llegada a la casa?

Con estos mimbres, Stevens construyó una comedia deliciosa, poseedora de un ritmo dinámico y emocionante y sobre todas las cosas, terriblemente entretenida, la cual huele a Hollywood dorado en cada plano que la forma. Llama la atención el papel de Cary Grant, ya que aunque la cinta se produjo en el momento de mayor brillo artístico del actor británico, Grant juega un papel secundario en el devenir de la trama, siendo un espléndido Ronald Colman, el que sostiene con una interpretación hipnótica el peso de la cinta junto con la maravillosa Jean Arthur. Como seña característica de Stevens, además de los intérpretes, el otro protagonista de la historia, es sin duda, la casa en la que acontece la epopeya, a la cual Stevens dota de un espíritu esencial para que fluya el relato.

Sin duda, ''El asunto del día'' es una de las películas, tanto en espíritu como en diálectica, más Caprianas de la Historia del Cine. Stevens edificó una bonita e inspiradora historia romántica, en la que se nota claramente la influencia de los grandes maestros de la comedia clásica americana de los años treinta y cuarenta. Un magnífico y recomendable testamento póstumo de una forma de hacer cine que se extinguiría en pocos años como consecuencia de la amargura que se instauró en el alma de los autores americanos que participaron en la II Guerra Mundial.



Por Rubén Redondo.

Joan Fontaine, la frágil

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 Joan Fontaine (Tokio, 1917- California, 2013)


 “He tenido una vida tremenda. Y no sólo en lo que se refiere a la interpretación. He participado en carreras en globo, he pilotado mi propio avión… he hecho un montón de cosas excitantes”.



Los pocos testigos de un cine clásico hollywoodiense que ya no volverá, se están apagando irremediablemente, en los últimos días, hemos tenido dolorosas pérdidas para cualquier buen cinéfilo que se precie, han pasado a mejor vida: Eleanor Parker, Joan Fontaine y Peter O'Toole. Así es la vida, nacemos y morimos, pero personalmente, me golpea fuertemente que gente tan grande, se nos vaya. Por fortuna, siempre nos quedarán sus grandes películas, sus recientes fallecimientos, deberían de incentivar para recuperar esas joyas inolvidables de sus filmografías y ponerse seriamente a visionarlas o reverlas, a modo de homenaje a su legado artístico y su icónico talento.


Como estaba comentando, esta semana, se nos iba una de las estrellas más rutilantes del Hollywood dorado, Joan Fontaine, actriz perfecta para papeles de mujeres frágiles, ingenuas e introvertidas, los cuales, los bordaba. Su frágil y dulce rostro, claramente, limitaba sus posibilidades a la hora de interpretar, como a tantos otros actores. Fue la única intérprete que trabajó con el maestro del suspense Alfred Hitchcock y consiguió un Oscar por su estupenda labor, este reconocimiento le llegó por ''Sospecha'', conviertiendose en el único premio de la Academia que le fue concedido. El año anterior, había estado nominada por ''Rebecca'', la primera producción americana de Hitchcock, que tuvo un complicado rodaje. Fontaine estaba incómoda en el set, porque Laurence Olivier la odiaba (su deseo personal era que su esposa Vivien Leigh diera vida a su pareja, pero el productor David O. Selznick impuso a Joan, al quedarse prendado de ella en una cena en la que habían coincido) y el malvado Hitchcock fomentó esta tensa situación en favor de la credibilidad de su personaje (de hecho, aumentó este ambiente crispado, engañando cruelmente a Joan, haciendole creer que todo el equipo de la película la despreciaba), que se hallaba en una situación similar. El mítico realizador, admiraba su control interpretativo y su templanza, tanto que según Cary Grant, durante el rodaje de ''Sospecha'', Fontaine recibió un trato de favor por encima de su partenaire, supuestamente esta actitud, molestó al legendario y carismático actor. En honor a la verdad, tanto Fontaine como Grant, merecían las mismas alabanzas, ya que, están excelentes. En mi opinión, la mejor interpretación de Joan Fontaine es la que realiza en esa obra maestra del melodrama que es ''Carta de una desconocida'', es un papel que le sienta como un guante es cierto, pero hay que reconocer, que está espléndida. Su elegante y sutil presencia engrandece esta hermosa y desesperada película sobre el amor no correspondido. Era una gran actriz, pero que personalmente no me convence tanto como Olivia, en el aspecto interpretativo, por supuesto.


Joan Fontaine, vivió su mayor etapa de esplendor en los años 40, en la cual, su carrera se caracterizó por un determinado perfil de personajes: mujeres excesivamente vulnerables y tímidas. Mucho más limitada interpretativamente hablando y con menos fuerza escénica que su odiada hermana Olivia de Havilland, tardó en salir de su zona de comodidad actoral, hasta casi rozar o tocar por momentos el temible encasillamiento dentro de una carrera plagada de altibajos. Intentó desligarse de sus papeles de ''mosquita muerta'', con algunos retos artísticos que se alejaban de su cándida imagen cinematográfica habitual, como por ejemplo, el personaje que desarrolló en ''El bígamo''. En general, no tuvo los grandes papeles de lucimiento que sí le ofrecían a Olivia, ambas rivalizaban por los mejores roles femeninos de la industria cinematográfica americana. Fontaine terminaría refugiandose en el teatro y en el medio televisivo hasta su retirada definitiva.


Olivia y Joan, tuvieron una relación complicada desde la niñez, en la cual, ambas se peleaban por el respeto y cariño de su madre, que había sido también actriz. Su progenitora tenía especial predilección por Olivia, solamente a ella le permitió quedarse con De Havilland como apellido artístico. Una vez, que ambas ya habían conseguido ser actrices profesionales, la tirantez y la rivalidad habitual de su relación fraternal se acrecentó. A raíz del Oscar de Joan por ''Sospecha'' en la ceremonia de 1942, Olivia que esa noche también estaba nominada por ''Si no amaneciera'', le hizo la cruz definitivamente a su hermana y desde ese momento, su debilitada unión familiar se rompió. Éste no fue el único incidente sonado en las ceremonias de los Oscar, posteriormente, en 1947, cuando Olivia ganó por fin su primer Oscar por su magnífica interpretación en ''Vída íntima de Julia Norris'', se negó a aceptar la felicitación de su hermana, el enfado se debía no solamente a su relación ya deteriorada de por sí, si no también, a unas desafortunadas declaraciones públicas de Fontaine sobre el primer marido de Olivia. Toda una vida de amargos enfrentamientos y reconciliaciones temporales, hasta que en 1975, debido al funeral de su madre, rompieron definitivamente el limitado contacto que les quedaba. Fontaine acusó a De Havilland de no avisarla de la fecha del funeral, por su parte, Olivia aseguraba lo contrario y añadiendo, que simplemente su hermana menor declinó asistir. Una relación familiar explosiva, que ha alimentado titulares desde los comienzos cinematográficos de estas dos irrepetibles actrices.

Rivalidades de cine: Bette Davis y Joan Crawford, el choque de dos colosos interpretativos

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''Es vulgar e hipócrita. Se ha acostado con todos los actores de la Metro a excepción de la perra Lassie''. (Bette Davis sobre Joan Crawford).


 Dos reinas del melodrama clásico, que se decía, que mantuvieron una relación distante, fueron Bette Davis y Joan Crawford, quizá esta supuesta agria relación se exageró de cara a la galería para promocionar la película que ambas protagonizaban, pero francamente, a título personal, creo que algo de verdad sí había, las dos, ostentaban una considerable fama de mujeres difíciles, con las cuales, no era fácil lidiar en los rodajes y resulta lógico, que al juntar a dos mujeres de rompe y rasga como ellas en escena, debía de ser algo explosivo, tanto en el buen como en el mal sentido. Cuenta la leyenda, que la Crawford (de la cual, las malas lenguas, relataban su rumoreada promiscuidad), intentó seducir a Bette mediante regalos y cartas, la Davis se comenta, que siempre rechazó sus insinuaciones sexuales, ya que no le atraían las mujeres, por tanto, su odio venía de atrás, de antes de trabajar juntas, su mala relación era una de las comidillas de Hollywood. Como Bette Davis, supuestamente, aseguró después de la muerte de la Crawford, parece ser, que su rival, se enamoró de ella.


Ambas, también llegaron a rivalizar por el amor de un hombre, este hecho, se remonta a 1935, cuando Bette rodó junto al elegante actor Franchot Tone ''Peligrosa'', Bette se enamoró durante el rodaje y él le correspondió a la pasión pero no a su amor, en aquella época era el prometido de Joan Crawford. Franchot Tone era un hombre muy solicitado por las actrices de la época, tenía fama de seductor y cortejó a muchas mujeres. Joan estaba al tanto de esta aventura, pero se encontraba trabajando sin descanso para terminar de filmar su próxima película.
En definitiva, su rivalidad se remonta a los años 30, cuando Bette que pertenecía a la Warner (desde el principio de su carrera, tuvo que luchar para que le ofreciesen papeles de calidad, había sido descubierta en 1930 en Broadway por Jack Warner y la estaba desperdiciando en sus inicios como estrella cinematográfica, con papeles menores que evidentemente no estaban a su altura, su particular físico tampoco la ayudaba a integrarse en ese star system, la apodaban ''el patito feo'', a base de coraje y talento puro, fue poco a poco, labrandose una trayectoria más rica e interesante, convirtiendose a su vez, en una intérprete con un sello propio inconfundible, excesiva para algunos, intensa para otros, pero lo cierto, es que renovó a su antojo, la interpretación clásica), ansíaba los grandes guiones, los directores de renombre con los que trabajaba y los altos presupuestos que la Metro le adjudicaba a los proyectos de Joan Crawford, además, se comentaba, que la consideraba inferior en cuanto a talento. También le irritaba sobremanera la supuesta hipocresía de la actriz, en público se desvelaba como una puritana y privadamente era todo lo contrario, a Bette no le gustaban las falsas imágenes intachables de las estrellas, ella solía mostrarse brutalmente honesta, aunque le cayesen duras críticas y se granjeara muchas enemistades en el star system. Durante toda su carrera, tuvo fama de ser una intérprete complicada en los sets de rodaje.


El gran director pero injustamente poco valorado, Robert Aldrich se le ocurrió la idea de juntar en pantalla, a dos de las mayores estrellas de la época más dorada del cine americano, que en aquella época ya no ostentaban el esplendor artístico de antaño (la Davis, tuvo una época de vacas flacas, donde incluso, ante el escaso trabajo que le ofrecían, llegó a pedir empleo mediante un anuncio en Variety), para una película inquietante, intensa y claustrofóbica que reflexiona sobre la envidia, a través, de dos actrices infantiles fracasadas que se ven obligadas a convivir. El rodaje de ''¿Qué fue de Baby Jane?'', resultó ser un infierno, ante las constantes peleas de estos dos colosos interpretativos con temperamentos muy fuertes, Joan Crawford volvió a intentar seducir a Bette mediante regalos al comienzo del rodaje y ésta los rechazó de nuevo y le avisó que parara de hacer eso, se tomó fatal los desplantes de la Davis y le hizo la vida imposible en el set y ella le pagó con la misma moneda. La furia se la tragó su pobre hija Christina y a partir de las negativas de la Davis, Joan empezó a tratarla de manera distinta, con condescendencia y altivez. Aunque testigos del set, relataron una versión totalmente opuesta, que sin haber cultivado una amistad entre ellas, fueron sumamente profesionales la una con la otra, aunque por otro lado, nadie niega, lo que se ha dicho en infinidad de ocasiones, que en ese rodaje, había mucha tensión. Robert Aldrich, contó, que ambas, lo llamaban por teléfono todas las noches, intentando conseguir que su personaje respectivo tuviese más peso en la historia que el de su oponente.


Tal era la manía que Joan le tenía a Bette, que cuando su compañera de reparto resultó nominada por ''¿Qué fue de Baby Jane?'' y ella no, pactó con el resto de actrices de la categoría de Mejor actriz en los Oscars, que si alguna ganaba y no podía ir a recoger el premio, ella lo recibiría en su nombre, como así fue, resultando ganadora la estupenda interpretación de Anne Bancroft en ''El milagro de Ana Sullivan''.

La relación entre estas dos divas, era una mezcla de odio y rivalidad profesional, ninguna quería ser menos que la otra. Crawford y Bette públicamente, se lanzaban dardos envenenados la una a la otra constantemente. La Davis, actriz de mirada pérfida y fascinante, tenía muchas enemistades en la industria, debido a su poco tacto a la hora de hablar y a su complicado carácter, criticó abiertamente a muchos de sus compañeros de profesión, como la citada Crawford, Miriam Hopkins (fue amante de uno de sus maridos, el director Anatole Litvak) o Errol Flynn, entre otros. Una de sus pocas amigas actrices, era Olivia de Havilland.

Lo cierto, es que, Joan y Bette, eran más parecidas de lo que les gustaría admitir: dos mujeres conflictivas de carácter temible, grandes damas del mejor melodrama clásico, tenían predilección por interpretar a personajes de mujeres fuertes e independientes habitualmente, reconocidas a nivel artístico y con relaciones muy problemáticas con sus hijos.

Robert Aldrich, quiso repetir la jugada para ''Canción de cuna para un cadáver'', pero Crawford sabiendo el ''aprecio'' que le tenía la Davis, se negó a aceptar el papel, ninguna de las dos, deseaba aparecer de nuevo juntas en pantalla, de hecho, pretendían que para sus escenas conjuntas se utilizaran dobles, el director no estaba de acuerdo.
Finalmente, recurrieron a una de las amigas más fieles de Bette y con la que ya había trabajado anteriormente para que tomase el personaje de la Crawford, la versátil Olivia de Havilland, que bordó magistralmente uno de sus escasos papeles de villana. También se barajó a Vivien Leigh, que fue la elección personal de Bette, pero ésta rechazó la oferta, asegurando lo siguiente... ''Podría quizá mirar el rostro de Joan Crawford a las siete de la maña­na en una plantación del Sur. ¡Pero desde luego no podría mirar al de Bette Davis!''.


Citas de Bette sobre Joan Crawford

«No la mearía aunque estuviese ardiendo en llamas»
«Ha dormido con todas las estrellas de la MGM, menos con la perra Lassie»
«Uno nunca debe decir cosas malas sobre los muertos, sólo se deben decir cosas buenas... Joan Crawford está muerta, ¡qué bien!» (al morir su eterna rival).


Curiosidades de ''¿Qué fue de Baby Jane?''

- La curiosa joven vecina de Blanche y Baby Jane es Barbara Merrill, la hija de Bette Davis en la vida real.

- La peluca que usó Bette Davis en la cinta fue usada por Joan Crawford en una de sus primeras películas para MGM.

- Las escenas de las películas que son protagonizadas por Jane son de Ex-Lady y Parachute Jumper, películas que Bette Davis protagonizó en 1933. Las escenas en las que salía Blanche pertenecen a la película de Sadie McKee de 1934.

- Durante el rodaje, Bette Davis tenía una máquina dispensadora de Coca Cola instalada en el set para así enojar a Joan Crawford, ya que su esposo era un alto ejecutivo de Pepsi.

- En la escena de los golpes, Bette Davis golpeó a Joan Crawford en la cabeza y ella necesitó puntos. En las escenas en que Bette Davis debía arrastrar a Joan Crawford, esta última puso pesas en sus bolsillos para que la Davis se dañara la espalda.

- Bette Davis se negaba a quitarse el maquillaje después de cada día de rodaje, con la intención de acumularlo para que su personaje se viera más ajado y tétrico a medida que iba perdiendo la razón.

- Joan Crawford rechazó el papel de Baby Jane porque le parecía una mujer demasiado fea.



Margaret Sullavan, una actriz angelical

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 Margaret Sullavan fue una magnífica intérprete de rostro angelical acompañado de una presencia magnética y adorable en pantalla, una de esas actrices cautivadoras e indelebles del cine clásico, que estaban dotadas tanto para la comedia como para el drama, a pesar de su procedencia teatral, sus interpretaciones resultaban muy espontáneas y sutiles, sin un ápice de impostación, te la creías siempre. En la línea de la escuela interpretativa clásica americana, donde primaba la contención por encima de la sobreactuación. Nació un 16 de Mayo de 1909. Como persona, se comenta que poseía un fuerte temperamento e indómita personalidad, se enfrentó al poderoso productor de la Metro Louis B. Meyer, al intentar ayudar a un guionista de ideas izquierdistas, negandose a su despido inminente, debido a esta admirable actitud, al director Sam Wood de ideas demasiado conservadoras, le dió un infarto. Parece ser que su dulce presencia escénica, contrastaba con su personalidad real, se dice, que era la actriz que más ponía de los nervios a Louis B. Meyer, entre ambos, siempre hubo una relación complicada y distante. A nivel de premios, Margaret fue una actriz poco reconocida, siendo nominada únicamente al Oscar en una ocasión, como mejor actriz, por su excelente trabajo en ''Tres Camaradas''. Era capaz de brillar incluso enfrentandose cara a cara con divas del cine como Joan Crawford por ejemplo, compartieron planos en ''La hora radiante'' y Margaret como secundaria, conseguía no quedar ensombrecida ante el torbellino interpretativo que es esta mítica intérprete, las dos están magníficas.


Sus mayores etapas de esplendor se produjeron durante los años 30 y 40, debutando como protagonista en ''Parece que fue ayer'' de 1933, bajo la batuta de un gran realizador de melodramas, John M. Stahl. No tuvo dificultades para adaptarse al cine, al cambiar de medio artístico, Margaret provenía de las tablas americanas, de hecho, en una compañía teatral, conoció al fantástico James Stewart, un actor clave en su trayectoria, con el que formaría una estupenda pareja cinematográfica, en pantalla eran pura dinamita, ya que tenían una química entrañable y muy especial, colaboraron en 4 ocasiones, siendo ''El bazar de las sorpresas'' del genio Ernst Lubitsch, la más destacable a nivel de calidad. Ésta última fue la película más famosa de su trayectoria, quizá junto a ''Una chica angelical'' del solvente William Wyler, está estupenda en ambas.

Su carrera fue desgraciadamente corta, contando tan sólo con 16 films entre 1933 y 1950, muchos de ellos, complicados de encontrar y de ver, hizo parones de tiempo considerable, ya que alternaba sus apariciones cinematográficas con el teatro y además, fue perdiendo rápidamente audición en el transcurso de los años, lo que dificultaba poder desempeñar su labor adecuadamente. Solía interpretar personajes de protagonista y trabajó con lo mejorcito del cine clásico tanto delante como detrás de las cámaras: Joan Crawford, Ray Milland, Ernst Lubistch, Glenn Ford, Charles Boyer, James Stewart, William Wyler o Frank Borzage. Fue una actriz que empezó a ser principalmente conocida por su labor teatral, aunque posteriormente, también gozó de gran éxito en el sector cinematográfico. Como otras estrellas clásicas, tuvo un desenlace trágico, murió a los 50 años en 1960, se especuló con que se suicidó debido a una ingesta excesiva de pastillas, pero no ha quedado esclarecido del todo, hay otra versión que asegura, que fue una muerte accidental. Margaret quedó muy afectada por la mala situación que atravesaban dos de sus tres hijos, Bridget y Bill, que estuvieron internados durante algún tiempo en instituciones mentales, sus íntimos aseguraron que esta mala época familiar, influyó mucho en su posterior recaída. Bridget, terminaría suicidandose de manera idéntica a como supuestamente lo hizo su madre, pocos meses después del fallecimiento de su progenitora, en Octubre de 1960 y Bill con 66 años en 2008, acabaría con su vida pegandose un tiro.

Una grandísima pérdida de una actriz irrepetible, que iluminaba la pantalla con su candor, carisma y picardía. A nivel sentimental, estuvo casada brevemente con Henry Fonda y William Wyler.


UN TÁNDEM  PERFECTO: SULLAVAN Y STEWART


Amigos desde sus inicios en el teatro, hicieron equipo hasta en 4 ocasiones, personalmente ''El bazar de las sorpresas'' me parece la más lograda. A continuación, repasamos sus colaboraciones conjuntas...


''Cuando volvamos a amarnos'' (Edward H. Griffith, 1936)


Primera colaboración del efectivo dúo Sullavan-Stewart. Correcto drama romántico, que no aporta nada nuevo al género, pero entretiene. El mayor atractivo reside en su trío protagonista, Margaret Sullavan, James Stewart y Ray Milland.



''El ángel negro'' (H. C. Potter, 1938)


Producida por el genial Joseph L. Mankiewicz, se trata de un drama romántico menor, que se sustenta básicamente en la innegable química de unos jovencísimos James Stewart y Margaret Sullavan, que salvan la pelicula con sus creíbles trabajos. Olvidable.


''El bazar de las sorpresas'' (Ernst Lubistch, 1940)


Deliciosa y entrañable comedia romántica del genio de la comedia Ernst Lubistch, con unos fantásticos James Stewart y Margaret Sullavan, que se complementan a la perfección, sus personajes viven una clásica y atrayente relación amor-odio, con un desenlace típico del género. Cinta luminosa e inolvidable, que deja un inmejorable sabor de boca. Como curiosidad, existe un remake posterior en clave de musical, titulado ''En aquel viejo verano'', inferior en calidad pero estimable, protagonizado por una gran Judy Garland.


''Tormenta mortal'' (Frank Borzage, 1940)


  Entretenida e interesante película con trama amorosa y política, ambientada en una Alemania convulsa, que deberá hacer frente a los inicios del nazismo, debido a la ascensión al poder del dictador Adolf Hitler. Unos convincentes Margaret Sullavan y James Stewart, verán como su amor se complica, a causa de sus ideales políticos, contrarios a los que rigen en aquel momento, el país en el que habitan, que está viviendo una monstruosa transformación, en pro de la desigualdad, el racismo y la masacre, los nazis se creían una raza superior y bajo sus cuestionables convicciones, eliminaron a todo aquel ser que consideraron inferior.

Natalie Wood, una niña prodigio con fatal desenlace

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 Natalie Wood (Natalia Nikolaevna Zakharenko, aunque cuando sus padres aterrizaron en USA y consiguieron la nacionalidad americana, adoptaron el apellido, Gurdin), de ascendencia ucraniana y rusa, nació en San Francisco el 20 de Julio de 1938. A los 5 años, debutó en la gran pantalla, ejerciendo de extra en la película ''Happy Land'' de 1943.
Su madre María Gurdin, fue la que instó a Natalie a probar suerte en la interpretación, llevandola a numerosos castings. Esta gran ambición de su madre por convertir a su hija en estrella, proviene de un suceso ocurrido mientras su progenitora estaba todavía embarazada de ella, en una ocasión, le leyó la mano, una anciana que estaba en la calle, asegurandole lo siguiente... ''Su hija será una gran estrella, pero deberá tener mucho cuidado con las aguas oscuras''. María le inculcó a Natalie un exagerado respeto al agua, por ese motivo, su hija no sabía nadar y desarrolló un considerable temor al mar. En su tierna infancia, se codeó con estrellas consagradas como Gene Tierney, Maureen O'Hara o Bette Davis, en ''El fantasma y la señora Muir'', ''De ilusión también se vive'' (considerada un clásico navideño, en el cual, interpretaba a una niña que no creía en Santa Claus) y ''La estrella'' respectivamente, dando vida a sus hijas. Desde principios de los 40 hasta bien entrados los 50, rodó 18 películas, se convirtió en una prometedora niña prodigio, al mismo tiempo, que era alabada por su gran belleza, siendo apodada ''la adolescente más hermosa del mundo''. En mi opinión, fue una de las actrices más talentosas y bellas que ha dado el cine.


Se crió en un mundo de adultos desde muy temprana edad, con todas las ventajas y consecuencias (inestabilidad emocional, supuesta violación perpetrada por Kirk Douglas, desenfrenada vida sexual y amorosa desde jovencita, coqueteos con las drogas y el alcohol, fumadora desde los 16 años, fue novieta de Elvis Presley a los 18...). Comenzó a despuntar más en serio, como intérprete de gran talento en su etapa adulta, sobre todo, a raíz de la legendaria ''Rebelde sin causa'' con el icónico James Dean, llamó la atención de la Academia por primera vez y la nominaron al Oscar como secundaria con tan sólo 16 años. Poco después, vino un papel que marcó su carrera más que ningún otro, el de la protagonista femenina de ''Esplendor en la hierba'' del maestro Elia Kazan, donde está espléndida, borda las diferentes fases por las que transita su complejo personaje, de ser una vivaracha y virginal joven hasta convertirse en una mujer desencantada y depresiva, repitió nominación al Oscar pero esta vez, como mejor actriz. El papel de Deanie, estuvo a punto de ir a parar a manos de Elizabeth Taylor, más famosa que Natalie en aquella época, además de ser la elección de los productores de la cinta. Pero Kazan, le hizo una prueba a Natalie junto a Warren Beatty y vio que tenían una complicidad estupenda y enseguida tuvo claro, que Wood era la actriz ideal para este melancólico personaje.


Natalie aúna en la mayoría de sus interpretaciones, una extraña y extraordinaria cualidad interpretativa, transmite fragilidad y entereza, dos rasgos que aparentemente podrían ser bastante opuestos, pero que en ella confluyen con total naturalidad y autenticidad, forma parte de su personalidad fílmica. Los registros dramáticos los clavaba dando la sensación de que para ella todo resultaba fácil, cuando en la mayoría de los casos era totalmente lo contrario, Wood era muy insegura respecto a sus habilidades interpretativas. Siempre contenida, pocas veces o ninguna, se excedía. Además, también se desenvolvía con soltura en la comedia, por poner solamente un ejemplo, en ''La pícara soltera'' junto al galán Tony Curtis, que en aquellos tiempos, era un cómico muy cotizado. Con el sensible director Robert Mulligan, mantuvo una interesante relación profesional, colaboraron en dos ocasiones, en la estimable ''La rebelde'' y en el gran melodrama ''Amores con un extraño'', en las dos, está magnífica, pero por ésta última, consiguió su última nominación al Oscar como Mejor actriz. ''Amores con un extraño'' no había tenido grandes críticas ni taquilla, pero se resaltó siempre las buenas interpretaciones de Natalie y el carismático Steve McQueen. Se rumoreó un presunto romance entre ambos.

''No llegué a tener un nivel de intimidad y cercanía con él, aunque me hubiera gustado. Era alguien muy especial, muy complicado. A ratos, parecía la persona más indefensa del mundo y más tarde, un auténtico bastardo''. Natalie Wood sobre James Dean.


Se decía, que mantuvo una pasional y destructiva relación con el mujeriego Warren Beatty durante 5 años, con intento de suicidio de Natalie en 1966 y que el mítico actor, la introdujo en el consumo de heroína, se comentaba, que Beatty fue uno de los grandes amores de su vida y que nunca llegó a olvidarle. Pero al margen de conjeturas, sus relaciones sentimentales más confirmadas, fueron con Robert Wagner y Richard Gregson.
Se casó por primera vez con Robert Wagner en 1957 y se separaron en 1962, tuvieron una relación tormentosa, llena de altibajos. Natalie se volvió a casar con otro hombre en 1969, Richard Gregson, del cual, se divorciaría en 1972, para meses después, retomar su complicada relación con Wagner, se casarían por segunda vez en Julio de 1972. Natalie fue madre de dos hijas, una de Gregson y otra de Wagner, Natasha Gregson y Courtney Wagner.

Natalie con Robert Wagner.

Durante los 70 y 80, Natalie trabajó más en la televisión que en el cine, filmando versiones para TV de ''De aquí a la eternidad'' y ''La gata sobre el tejado de zinc'', durante estas dos décadas, tuvo varios parones profesionales para dedicarle más tiempo a la familia. A finales de 1981, se encontraba terminando de rodar la película ''Proyecto Brainstorm'' con su amigo Christopher Walken, pero no vivió para verla estrenada. El 29 de Noviembre de 1981, ella compartió una travesía en su yate ''The Splendor'' (en alusión, a uno de sus mayores éxitos, ''Esplendor en la hierba'', que protagonizó junto a uno de sus amantes, Warren Beatty) con su marido y Walken, murió ahogada al caer del barco. Su muerte estuvo rodeada de extrañas circunstancias, aunque en un principio, se consideró que fue una muerte accidental, cayendo del yate totalmente ebria y posteriormente ahogandose. Lo cierto es que, el caso fue reabierto en 2011 gracias a un libro de la escritora Marti Rully, en el cual, se aseguraba, que su marido Robert Wagner, estaba muy involucrado en la muerte de su esposa, señalandolo de esta manera, como culpable del fallecimiento de Natalie, además, en dicha publicación, se muestra, como una de las pruebas, el testimonio del capitán de la embarcación, Dennis Davern, que apostilla lo mismo, que Wagner intervino en el trágico suceso que causó su muerte, tras mantener una intensa pelea. La posterior investigación, demostró que el cuerpo de Natalie había sido golpeado antes de caer al agua, al presentar magulladuras y moratones, la versión de que fue empujada por su marido tras un violento forcejeo, cobró todavía más fuerza, se comentaba, que Robert Wagner estaba celoso de la relación supuestamente más que amistosa de Natalie con Walken (todo ello, unido a sus celos profesionales, la carrera de Wagner nunca terminó de despegar). El informe forense, cambió recientemente, de ''muerte por accidente'' a ''ahogada y otros factores indeterminados''. Se rumorea, que los nuevos detectives encargados del caso, al revisarlo, encontraron nuevas evidencias, aunque no las suficientes, para confirmar, que la muerte de Natalie, se debió a un homicidio.
En resumen, no han quedado esclarecidos completamente, los motivos reales de su muerte, quedan cabos sueltos. Lo esencial, es que la trágica y prematura muerte de Natalie a los 43 años, nos privó a los cinéfilos de seguir disfrutando de su inmenso talento tanto en la pantalla grande como en la pequeña. Su misterioso fallecimiento se une a los de otras grandísimas actrices como por ejemplo, Romy Schneider o Jean Seberg, curiosamente, las tres nacidas en 1938.

- Curiosidades

Su papel favorito de toda su carrera, fue el de Daisy Clover, el personaje que interpretó en ''La rebelde'' de Robert Mulligan, que supuso uno de los primeros papeles cinematográficos de Robert Redford, con el cual, mantuvo un breve idilio en la vida real, durante su rodaje. Al año siguiente, rodarían de nuevo juntos, la excelente ''Propiedad Condenada'' de Sydney Pollack, basada en un texto del genial dramaturgo Tennessee Williams. Finalmente, se convirtieron en grandes amigos hasta la muerte de Natalie, de hecho, llegó a ser padrino de su boda con Richard Gregson.

''Daisy Clover es uno de mis personajes favoritos. Me veo en su fuerza, en sus contradicciones, en sus errores, en sus risas, esfuerzos y lágrimas. También en todo lo que ella es capaz de hacer y yo no hicé por miedo o por amor''.

Redford, hablando de Natalie, en un tributo que le hicieron en TCM...

Cary Grant, el carismático británico que conquistó Hollywood

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Archibald Alexander Leach, alias Cary Grant, nació en Bristol (Inglaterra), un 18 de Enero de 1904, en el seno de una familia de clase baja. A los 9 años, cuando un día llegó a casa del colegio, se le ocultó el verdadero paradero de su madre biológica, asegurandole que se había ido a un balneario por un tiempo, Grant, descubriría, años más tarde, la dolorosa verdad.
El icónico actor dejaría la escuela a los 14 años, mentiría sobre su edad y firmaría un permiso imitando la firma de su padre para conseguir enrolarse en la compañía de artistas circenses de Bob Pender. Gracias a su notable habilidad para las acrobacias, haría una gira por ciudades británicas, hasta que en Julio de 1920, sería uno de los ocho seleccionados de dicha compañía para ofrecer espectáculos en Broadway. Después de las 456 representaciones del espectáculo en el cual colaboraba, de nombre ''Good Times'', él decidió quedarse en Estados Unidos para intentar labrarse un camino como actor. Una de sus primeras grandes oportunidades cinematográficas le llegó cuando Mae West lo escogió para ''Lady Lou'' (1933), ella veía en él, una combinación de virilidad, sexualidad y aura de gentleman.


Cary Grant, es un actor que siempre me ha resultado especialmente empático y encantador, al menos en la pantalla. Sufría de una injusta infravaloración por interpretar en muchas ocasiones al eterno galán, a nivel de premios sobre todo, aunque también se había granjeado numerosos enemigos en Hollywood, debido a su defensa pública de figuras ''polémicas'' dentro del cine americano (como Ingrid Bergman o Charles Chaplin), además, se prodigaba frecuentemente en registros cómicos y no es un género que sea asiduamente premiado, cuando es tan complicado o más que el drama.
Era un actor magnífico y muy carismático, que solía encandilar a los espectadores con una facilidad pasmosa, algunos creerán (y puede que acertadamente) que se interpretaba a sí mismo, pero en mi caso, consigue que ese supuesto aspecto no me importe en absoluto, además, de que en algunos casos, su rol habitual sufría notables variaciones. No era un intérprete extremadamente versátil, pero pocos llenaban la pantalla tan sólidamente como lo hacía él.
Surgen y surgirán imitadores, pero él es único. Con esa elegancia innata, ese porte irresistible y esa vis cómica irrepetible, Grant demostró que era igualmente válido tanto para la comedia más gamberra como para registros más serios. Billy Wilder, se pasó la mayor parte de su existencia, intentando ''pescarle'' para algunas de sus películas, pero resultaron intentos fallidos, aún así, este genio austríaco, siempre manifestó que lo admiraba muchísimo. Que se sepa, fue su primera opción para ''Sabrina'' y ''Ariane'', que posteriormente, fueron a parar, a Bogart y Gary Cooper respectivamente, pero si Cary hubiera aceptado en alguno de estos dos casos, las cintas habrían ganado muchísimo, porque son roles que le pegan como un guante.

A Grant le preocupaba sobremanera, la gran diferencia de edad que existía entre él y Audrey Hepburn (25 años) y finalmente, solamente accedió a protagonizar, la maravillosa ''Charada'' con ella, después de que le asegurasen, que en la película se mostraría que Audrey lo seducía a él, no quería quedar como un viejo verde en pantalla. Más tarde, debido a las críticas que se recibieron respecto a la diferencia de edad que había entre la pareja principal del film de Stanley Donen, Grant decidió dejar de dar vida al héroe romántico. Irónicamente, en su vida personal, se casó con algunas mujeres mucho más jóvenes que él.


Alfred Hitchcock, genial director pero de complicado carácter, decía que, Grant era el único actor con el que no le importaría trabajar siempre. Grant fue el protagonista de 4 películas del genio del suspense, la floja ''Atrapa a un ladrón'', la más que correcta ''Sospecha'', la magnífica ''Encadenados'' y la superlativa ''Con la muerte en los talones'', que considero una de las mejores de las carreras de ambos.

Grant e Ingrid Bergman en ''Indiscreta'' de Stanley Donen.

En mi opinión, las actrices que mejor le dieron la réplica en pantalla, fueron Ingrid Bergman, Katharine Hepburn, Deborah Kerr, Rosalind Russell y Audrey Hepburn, con las que se llevaba de maravilla en la vida real, por cierto. De Audrey, siempre decía que estaba ansioso de repetir con ella en una película, que sería el regalo navideño perfecto, con Katharine tenía una complicidad maravillosa, tanto dentro como fuera de la pantalla, no perdía la oportunidad para alabarla sin cortapisas, colaboraron juntos en 4 ocasiones, siendo las más destacables, las estupendas ''La fiera de mi niña'' e ''Historias de Filadelfia''.

Durante su existencia y como a tantos otros intérpretes, solía perseguirle la sombra de la bi o homosexualidad, las malas lenguas decían, que Randolph Scott, que fue su compañero de piso durante un tiempo, era su pareja sentimental. La Paramount para acallar rumores de este calibre, que en aquella época eran nocivos para el éxito en cualquier carrera cinematográfica, le buscó diversas compañías femeninas, se comentaba, que aunque se casó en más de una ocasión, estas parejas supuestamente sólo actuaban de cortinas de humo para ocultar su verdadera identidad sexual. Detrás de la fachada de gentleman aparentemente simpático y perfecto, Cary escondía una importante fragilidad emocional y una personalidad llena de inseguridades, fruto de una triste infancia con carencias afectivas y económicas. Desarrolló una obsesión por no volver a padecer penurias económicas, lo que le hizo, especialmente precavido con el dinero que se había ganado trabajando.
Grant vivió atormentado por la misteriosa ausencia de su progenitora, durante años, se creía que su madre había muerto, pero finalmente se supo, la trágica verdad, estaba viva e ingresada en un psiquiátrico. A Grant, este hecho, le afectó toda su vida y fue uno de los detonantes de su adicción al alcohol y al LSD. Hasta la muerte de su madre, Grant se encargó de cuidarla para que no le faltara de nada.


Más que un actor cómico


Aunque pocos actores se movían con tanta soltura y credibilidad en la comedia, Grant también demostró su solvencia en registros más serios. Hitchcock por ejemplo,supo moldearlo para que ofreciera otros registros interpretativos más dramáticos u oscuros, especialmente en ''Encadenados'', ''Sospecha'' y ''Con la muerte en los talones'', sorprendiendo en papeles alejados de su imagen más jovial y simpática.
George Stevens, en ''Serenata nostálgica'' también le entregó un papel bombón a Cary, en este melodrama desgarrador sobre la pérdida de un vástago y la amarga crisis de una joven pareja, a raíz de este trágico suceso. Tanto Grant como Irene Dunne, lo bordan, están fantásticos. El trabajo de Grant fue nominado al Oscar, siendo su única candidatura junto con la de ''Un corazón en peligro'', casualmente, los dos papeles más dramáticos y contenidos de su filmografía.
Grant, era tremendamente inseguro respecto a sus cualidades interpretativas, en especial, en los inicios de su carrera, en los cuales, temía no estar a la altura de las exigencias de cada papel. Por ejemplo, durante el rodaje de ''La pícara puritana'', le preocupaba no poseer la vis cómica suficiente para resultar gracioso, solía subestimarse a sí mismo constantemente. En su afán de independizarse del abusivo control que ejercían los Estudios sobre sus estrellas, Grant formó junto a Stanley Donen, la compañía Grandon, que se encargaría de producir ''Charada'', ''Página en blanco'' o ''Indiscreta'', antes de su cierre final.


En definitiva, Cary Grant es uno de esos actores que me enamoran en la gran pantalla, me alegra cualquier día gris, disfruto viendole enormemente. Uno de esos intérpretes clásicos que bordaban la comedia, pero que en cualquier género, conseguía realizar un trabajo más que eficaz. Hay que reivindicar siempre a Grant, su talento ha quedado quizás un poco ensombrecido por su condición de galán, pero hay que saber ver más allá de eso y reconocer sus méritos artísticos, que es más que evidente que los tiene. Pocos actores irradian tanto talento, carisma y naturalidad como Cary Grant. Una de esas fieras interpretativas que te hacen irremediablemente amar el cine clásico y en especial, esas comedias únicas de antaño, que destilaban tanta clase, encanto e ingenio. Hoy, si estuviese vivo, Cary Grant, cumpliría 110 años, todo un icono de elegancia y buen humor en el ámbito cinematográfico. Se retiró a los 62 años y fallecería a los 82 el 29 de Noviembre de 1986, dejando únicamente una hija (Jennifer Grant, nacida en 1966) de su fugaz matrimonio con la actriz Dyan Cannon. 



Títulos destacados

''Historias de Filadelfia''
''Encadenados''
''La pícara puritana''
''El solterón y la menor''
''Sospecha''
''Con la muerte en los talones''
''Charada''
''Vivir para gozar''
''La fiera de mi niña''
''Serenata nostálgica''
''Tú y yo''
''Arsénico por compasión''
''Me siento rejuvenecer''
''Página en blanco''
''Luna nueva''
''Indiscreta''

''Al servicio de las damas'' (Gregory La Cava, 1936)

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'Al servicio de las damas' es tal vez una de esas películas que más gente ha oído hablar que visto en realidad. Actualmente cuesta mucho que se vean películas clásicas y es una lástima porque esta es una película que sientas las bases a seguir por las comedias en las siguientes décadas. En 1936, el genero de la screwball comedy ya tenía varios títulos en su haber como Sucedió una noche (1934) de Frank Capra y La comedia de la vida (1934) de Howard Hawks. Columbia empezaba a mostras sus credenciales con el género y de hecho sería una de las grandes productoras de screwballs. Universal venía de unos años con películas enormes de terror como Drácula y El doctor Frankenstein entre otras y en 1936 apostó fuerte con Al servicio de las damas. Fue un gran acierto.





'Al servicio de las damas' está basada en una novela llamada '1011 Fith Avenue' escrita por Eric Hatch y que más tarde en 1937 escribió el guión de Una pareja invisible. Hatch se mostró satisfecho con la adaptación de la novela por el directo de la película Gregory La Cava. De hecho, el guión se convirtió en un clásico del género y el público de la época respondió de manera muy positiva con esta película. La Cava fue uno de esos grandes directores de los años 30 que no consiguió el reconocimiento de otros en este género, como lo fueron Leo McCarey, Preston Sturges, Mitchel Leisen y Erns Lubisch entre otros. Pero La Cava poseía cualidades de todos ellos en Al servicio de las damas: la descripción cínica entre ricos y privilegiados de Frank Capra, la acritud de Cukor definiendo las clases altas, la elegancia de Lubitsch, la locura de McCarey y la sobriedad y eficiencia de Sturges y Leisen. También solía dar una vitalidad enorme a los actores, con diálogos llenos de ingenio dignos de un Lubitsch o un McCarey. La Cava demuestra en su enfoque con Al servicio de las damas una virulencia poco frecuente cuando se trata de describir el ambiente de la alta burguesía. Hay en todo ello una especie de locura, un hecho que no sabes donde te va a llevar y un retrato de personajes extremos y un tanto alocados. Sus comedias eran además muy sostenidas, como bien demuestra en La muchacha de la 5ª Avenida (1939), Sucedió una vez (1935), Una nueva primavera (1940) y especialmente en Damas del teatro (1937) donde mezclaba casi a la perfección drama y comedia.



Al servicio de las damas destaca claramente con ejemplo de como debe realizarse una screwball comedy, es un manual. En ella Carole Lombard demuestra que es más que una cara bonita en esta comedia de enredo en la cual se enamora de William Powell. Curiosamente William Powell y Carole Lombard estuvieron casados anteriormente durante un breve espacio de tiempo. Al igual que muchas de las comedias de la época, Godfrey (William Powell) se burla de las costumbres frívolas de la clase alta al intentar comunicar un mensaje social sobre los problemas del hombre común. Powell es ese 'forgotten man', ese hombre olvidado que incluso se evoca en una canción de estupendo musical Vampiresas de 1933 que se topa con la frivolidad de la alta sociedad encarnada por Lombard, quien inmediatamente se enamora de él por su naturaleza honesta. Con el fin de mantenerlo cerca, le consigue un trabajo como mayordomo en su casa en la cual topa con su hilarante y variopinta familia mientras intenta resistirse a los encantos de Lombard. Tanto Lombard como Powell se benefician de este guión verdaderamente ingenioso y sofisticado. Y es que esos ambientes de clase alta cuando los ricos son tontos, es buen objetivo para desbordar su sátira. En un país postdepresión dividido de manera extrema entre ricos y pobres, vemos como los ricos van a los vertederos de la ciudad a buscar a esos hombres olvidados para la búsqueda de un tesoro que llena el tiempo de los ricos ociosos. Pronto nos damos cuenta que esos juegos serán el eje de la película. De hecho, todas las relaciones parecen ser un juego: Irene y Cornelia, Irene y Godfrey, Coneli y Godfrey, Alexander Bullock y el resto de la familia, incluyendo el protegido de su esposa, Carlo, y los ricos y los pobres.


Posiblemente lo mejor de Al servicio de las damas es el reparto. Como Godfrey, William Powell estaba en la cumbre. La Cava insistió con él y tenía pensando acompañarlo de Constance Bennett. A Powell le gustó la idea de intervenir en la película pero solo si Carole Lombard daba vida a Irene. La Cava estuvo de acuerdo, así que Powell empezó primero a dejarse barba durante unos días para ser el vagabundo aunque su urbanidad como mayordomo era mucho más impresionante. El personaje de Irene, si no fuera por Carole Lombard, podría haber sido una simple rubia tonta alocada. Eso habría destrozado la película. Tenía que haber una razón para la atracción de Godfrey hacia Irene, algo detrás de esa fachada de Irene que sugeriese razón y bondad. Lombard, principalmente a través del lenguaje corporal, era capaz de sugerir la profundidad tan esencial para Irene. El encanto entre Powell y Lombard trasciende a pleno rendimiento. Lombard estaba hecha del material de las estrellas de cine, bendecida de una combinación extraña y bella de talento auténtico y belleza radiante. Se las arregla para hacer de Irene tan ridícula como tiene que ser pero nunca da la sensación de que ella está ridiculizando el personaje para hacerlo. Lo que también demuesta Lombard es la velocidad de la voz, al igual que Katharine Hepburn, perfecta en este registro y sin exagerar ni hacer cualquier histeria o idiotez en su personaje. En cambio Powell si hay una palabra para definirlo es elegancia, pero una elegancia imperial y sublime. Su Godfrey es una maravilla encantadora y benigna. Casi sin pestañear pasa de vagabundo a mayordomo, de borracho a empresario. Es por donde gira toda la película, el invitado que pasa por ahí mientras que esas personas tontas encuentran la fuerza y sabiduría a través de él.

Aunque no solo de William Powell y Carole Lombard se sustenta actoralmente Al servicio de las damas. Cuenta con un reparto de secundarios a la altura. Eugene Pallette como el patriarca de la familia, ese padre fanfarrón ignorado por todos y que tienen que lidiar con los desmadres de su familia y aguantar al protegido de su mujer Alice Bray, un tal Carlo interpretado de manera graciosísima por Mischa Auer, cuyos únicos talentos son comer e imitar a un gorila. Y luego está Gail Patrick como Cornelia, la hermana insufrible de Irene que ve en Godfrey una amenaza para su estabilidad social. Se podría decir que la villana de la película. Todos ellos juntos forman un fenomenal reparto, el cual recibió cuatro nominaciones al Oscar en las cuatro categorías de actuación, algo que sucedía por primera vez. Además de Powell como Mejor Actor y Lombard como Mejor Actriz, estaban nominados Mischa Auer como Mejor Actor de Reparto y Alice Brady como Mejor Actriz de Reparto. Mención aparte a las nominaciones a La Cava como director y Erich Hatch como guionista para un total de 6 nominaciones. Al servicio de las damas estuvo nominada a todos los premios importantes excepto al de Mejor Película, un caso un tanto extraño ya que además ese año hubo 10 nominadas al Oscar a la Mejor Película. En definitiva, Al servicio de las damas es una delicia muy recomendable, una de las obras cumbres de la comedia clásica americana. Una joya.


Por Javi Leiva.

Centenario Vivien Leigh: ''Lo que el viento se llevó'' (1939)

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El refulgente brillo de un mundo decadente





Se trata de una de las primeras películas que simbolizan el espectáculo cinematográfico total tal y como lo concebimos en la actualidad y una clara muestra del depurado clasicismo de la época de los grandes estudios de Hollywood. A menudo se le achaca a esta película una defensa de los valores conservadores que en cierta forma pervivían en el sur de los EE.UU, de ser un producto excesivamente empalagoso y de escasa profundidad… A este respecto hay que decir que no les falta cierta razón a esas críticas ya que se nos presenta una visión en exceso sesgada del mundo del viejo Sur, demasiado suavizada oportunamente por su productor y gran artífice David O. Selznick. 


La fuerza y el ritmo que posee la película cautivan, olvidando el espectador de alguna forma, la verosimilitud en la construcción del marco histórico donde todo ocurre. Dicho esto, lo más importante de la película y lo que ha ejercido una fascinación extraordinaria sobre generaciones y generaciones de espectadores, es cómo unos personajes llenos de pasión y testarudez algunos y de bondad y nobleza otros, luchan contra las adversidades: la guerra, la pobreza, el desamor y la muerte. Así, la gran virtud de la película es conjugar la épica con el intimismo de carácter folletinesco impregnado de un desatado romanticismo, todo ello bien es cierto servido a través de un guión filmado decididamente de forma irregular…ya que la fluidez a través de numerosos encadenados y elipsis de la primera parte, contrastan con un ritmo más cadencioso en la segunda, dicho guión apareció firmado por Sidney Howard en solitario, aunque Oliver H.P. Garrett y especialmente Ben Hecht colaboraron en la adaptación cinematográfica de la extensa novela homónima de Margaret Mitchell. 


Por supuesto otro de los logros de la película es su espléndida factura técnica, la fotografía marcará un antes y un después en el uso del technicolor. Sus responsables: Ernest Haller y Ray Rennahan logran un espléndido trabajo en el uso de las diferentes iluminaciones de los ambientes así como una extraordinaria movilidad de la cámara a través del travelling y la grúa. En cuanto a la música, poco se puede añadir de la fabulosa y atronadora partitura de Max Steiner, especie de poema épico y que inicia la película anunciando que vamos a ver una tormentosa e intensa historia. 


Parte fundamental por supuesto son los actores. La arrebatadora, indestructible y caprichosa Scarlett O´Hara es interpretada de forma insuperable por una espléndida Vivien Leigh; Rhett Butler el aventurero romántico con el corazón roto de amor, también resulta sobresaliente con la presencia arrolladora de Clark Gable; también muy bien en sus papeles están Olivia de Havilland como la bondadosa y sufrida Melanie Wilkes, y su esposo el clásico galán sureño encarnado por el actor inglés Leslie Howard. Película fundamental en la Historia del cine, especialmente por la magnitud de su producción, hay que juzgarla eso sí en su justa medida, lo que es indudable es que se trata de una gran película.

NOTA: 8. 


Por Juan Murillo Bodas

Audrey Hepburn, la dulzura hecha actriz (+ 9 películas claves) (I)

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 Audrey Hepburn (Audrey Kathleen Ruston) nació el 4 de Mayo de 1929 en el distrito de Ixelles en Bruselas, Bélgica. De pequeña fue testigo directo de la miseria y las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, ella provenía de una noble familia (su madre fue una baronesa holandesa llamada Ella Van Heemstra). Tras la separación de sus padres en 1935 (su padre abandonó a la familia, al parecer, sus progenitores simpatizaban con Hitler, para esconder los orígenes británicos de su hija, su madre Ella, ocultó su verdadera identidad bajo el nombre Edda Van Heemstra y la obligó a hablar holandés, de ese modo, Audrey adquirió una nacionalidad falsa), se fue a vivir con su madre a Londres y asistió a los mejores colegios para chicas. Pero mientras estaba de vacaciones con su madre en Arnhem (Holanda), el dictador Adolf Hitler tomó el control de la ciudad.
Audrey pasó malos tiempos en su infancia (desde los diez años hasta los quince), debido a la ocupación nazi en Holanda y Bélgica, sufrió depresión, problemas respiratorios y malnutrición, durante largo tiempo tenía poco que llevarse a la boca, debido a que desde 1944, los alemanes confiscaron los alimentos y los combustibles de la población holandesa, a consecuencia de ésto, muchos holandeses morían de hambre y frío. Las penurias que sufrió de jovencita, la concienciaron para ayudar a los niños pobres del Tercer Mundo cuando llegó al estrellato, colaborando muy de cerca con Unicef.
Durante los tiempos de guerra que vivió, siempre colaboró para la Resistencia holandesa, ya fuese ofreciendo representaciones de ballet o haciendo llegar mensajes secretos en su calzado. Se formó como bailarina de ballet desde muy temprana edad en Ámsterdam pero cuando posteriormente regresó a Londres para continuar sus estudios, tuvo que dejarlo al poco tiempo, porque las privaciones a que las había sido sometida, hicieron mella en su constitución y además, al crecer, resultó ser demasiado alta para esta disciplina artística (1,70), aunque según comentó una de sus profesoras, tenía excelentes aptitudes para la danza. Es en tierras británicas donde inicia su carrera como actriz ante los escasos recursos económicos con los que contaba su familia, primero en breves apariciones en películas británicas de poca relevancia o como corista en producciones musicales del West End londinense y luego siendo escogida para la obra de teatro ''Gigi'' durante el rodaje de ''Montecarlo Baby'', que se representaría en Broadway posteriormente, gracias a las estupendas críticas que cosechó por este trabajo, llegó su gran oportunidad cinematográfica que la convertiría en estrella y le daría su primer y único Oscar por ''Vacaciones en Roma''. En principio, el papel era para Elizabeth Taylor o Jean Simmons, pero el fantástico director William Wyler quedó enamorado de Audrey en su prueba de cámara: «Tiene todas las cosas que busco: encanto, inocencia y talento. Además es muy divertida. Es absolutamente encantadora. No dudamos en decir que es nuestra chica».

Genuina, encantadora, talentosa, frágil, humanitaria, dulce... Audrey Hepburn es considerada un icono cinematográfico, por su elegancia innata, su indudable talento y su ángel. Una intérprete única, que ha enamorado (y seguirá haciendolo) a generaciones y generaciones de espectadores.

''Me encanta la gente que me hace reír. Honestamente, creo que es lo más me gusta hacer, reír. Cura muchas enfermedades. Es posiblemente, lo más importante en una persona''.

Una actriz sutil, que nunca necesitó de grandes aspavientos para demostrar su valía, sus grandes y expresivos ojos (que dejaban vislumbrar la bondad de su alma), fueron una herramienta ideal para hacer creíble todo tipo de personajes, su mirada transmitía mucho, conseguía alcanzar todos los recovecos emocionales de cada papel. Era una intérprete muy natural, sin un ápice de impostación. Fue una actriz muy querida y respetada no solamente por el público, si no también, por la crítica y sus propios compañeros de profesión.


Aunque era un rostro habitual de la comedia romántica sofisticada, también se prodigó en otros registros, asumiendo considerables riesgos interpretativos para demostrar que era una actriz sólida y versátil, algo que consiguió con creces, en cintas tan dispares como ''Charada'', ''Sola en la oscuridad'', ''La calumnia'', ''My fair lady'', ''Ariane'', ''Robin y Marian'', ''Dos en la carretera'' o en su película favorita ''Historia de una monja'' (posiblemente, uno de sus trabajos más matizados y complejos, en el cual, se despoja de cualquier artificio, para entregarnos una interpretación muy medida y audaz). Con su candor y aura especial iluminaba la pantalla como pocas. Personalmente, tengo que reconocer, que la adoro. Hay actrices que seguramente serán más versátiles o más sólidas, pero Audrey fue una intérprete magnética, que encandilaba por su dulzura, talento, estilo y belleza personalísima. Con motivo del reciente 21 Aniversario del fallecimiento de esta estrella belga, repasamos su interesante carrera, a través de 9 títulos claves, que dejan constancia de las capacidades interpretativas de esta actriz irrepetible. 



''La Calumnia'' 
(William Wyler, 1961)
 Por Alba Mirás (Clásicos eternos)

William Wyler uno de los directores más polivalentes que ha dado el viejo Hollywood, dirigió esta segunda versión cinematográfica de la obra teatral de Lillian Hellman ''The Children's Hour'', anteriormente, en 1936, la adaptó a la pantalla por primera vez en ''Esos tres'', en aquella ocasión, protagonizada por Merle Oberon, Miriam Hopkins y Joel McCrea. Audrey Hepburn y Shirley MacLaine son acusadas falsamente como pareja de lesbianas por una maliciosa y odiosa alumna, la película retrata de manera muy certera el gran poder que ejerce una mentira de este calibre en una sociedad conservadora. Es un material muy valiente y arriesgado para la época, que no se corta en retratar de manera bastante abierta, la homosexualidad femenina, a través del personaje de una maravillosa Shirley MacLaine, alejada de sus registros más cómicos, que borda un papel bastante complejo. MacLaine y Audrey están sensacionales, marcandose un duelo actoral de gran altura, de los más inolvidables de la Historia del Cine. Sin duda, estamos ante una de las mejores películas del tándem Wyler-Hepburn (repitieron también en ''Vacaciones en Roma'' y ''Como robar un millón'', pero en mi opinión, ''La Calumnia'' es su colaboración más sólida). Imprescindible. Se comprueba una vez más, la grandeza interpretativa de Audrey, que consigue que actuar, parezca fácil. Su sobriedad es de agradecer.


''Charada'' 
 (Stanley Donen, 1963)
  Por Alba Mirás (Clásicos eternos)

La reunión cinematográfica de dos de las estrellas más queridas y cotizadas de la época, no fue sencilla. Cary Grant, previamente, se negó a protagonizar ''Ariane'' o ''Sabrina'', que fueron a parar a Gary Cooper y Bogart respectivamente. La reticencia principal de Grant derivaba de su reparo a la hora de interpretar al interés amoroso de una actriz a la que llevaba 25 años, cuando él rondaba la cincuentena, no deseaba ser visto como un ''viejo verde'' en pantalla. Este escollo quedó superado, cuando convenció a los guionistas, de que el personaje de Audrey fuera el que lo seducía en la cinta. Ambas estrellas se admiraban entre sí, pero su primer encuentro fue un poco accidentado, quedaron a comer y Audrey estaba muy nerviosa, al tener a su ídolo de la infancia delante de sus narices. Terminó derramando una copa de vino, encima de la chaqueta del impoluto traje de Grant, el actor se la quitó y siguió hablando con ella como si no hubiese pasado nada, terminarían conectando a las mil maravillas tanto dentro como fuera de la pantalla.
''Charada'' es una película fascinante, altamente entretenida, maravillosa y frenética, una historia de amor en clave de suspense, en definitiva, una comedia romántica con notables pinceladas de thriller y con sorprendentes giros argumentales, que podía haber sido rodada perfectamente por Hitchcock. En conjunto, una rara avis cinematográfica, que funciona como un reloj suizo a todos los niveles. Grant y Hepburn, fantásticos y desprendiendo una química tremenda entre ellos. La película fue producida por Donen y Grant, a través de su productora Grandon. 



Preston Sturges, talento cómico transgresor

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 "Me ha llevado ocho años llegar a lo que yo quería. Pero ahora, si no me quedo sin ideas - y espero que no - nos divertiremos. Hay películas maravillosas por hacer, y si Dios quiere, yo voy a hacer algunas de ellas". Preston Sturges.


Preston Sturges, nació el 29 de Agosto de 1898 en Chicago. Cuando tenía 3 años, viajó con su madre Mary Estelle Dempsey a París, debido a que su progenitora deseaba continuar su carrera como cantante. De adolescente, Edmund Preston Biden (Preston Sturges) ayudaba en las producciones teatrales de una amiga de su madre, la actriz Isadora Duncan, con la cual, recorrió en su infancia, diversos países europeos, para completar sus estudios. En 1917, se alistó como voluntario en el ejército americano con la intención de combatir en la I Guerra Mundial, pero la paz llegó antes, de que pudiera terminar su adiestramiento como piloto. Comenzó a escribir libretos en 1929, poco después de recuperarse de una apendicitis, su primera obra de teatro escrita por él, se tituló ''The Guinea Pig'', con la que logró un gran éxito y al año siguiente, se representaría en Broadway. Tras los estrenos de algunas obras que no funcionaron, los problemas económicos le obligan en 1932, a marcharse a Hollywood para hacer más dinero. Sturges, como es lógico, albergaba el firme deseo de dirigir sus propios guiones, pero antes de llegar a esa etapa anhelada, tuvo que escribir para otros cineastas tan conocidos, como William Wyler, Howard Hawks o Mitchell Leisen. No solía estar contento con la manera en que otros realizadores manejaban sus diálogos, especialmente Leisen, del cual, terminó harto. Fue famoso por crear un excelente ambiente en sus rodajes, dejando libertad a sus actores para que se lucieran. Colaboró con algunas de las mayores estrellas de la época, como Barbara Stanwyck, Claudette Colbert, Henry Fonda o Veronica Lake.

''El milagro de Morgan Creek''

Preston Sturges, podría ser definido como el ''bicho raro'' dentro de los grandes nombres de la comedia clásica, se le denominaba el ''anti-Capra'', porque al contrario, que éste, mostraba una versión menos idealizada del mundo que lo rodeaba, un tono más pesimista y audaz, casi siempre, con el afán, de meter el dedo en la llaga. Renovó el género cómico, de una manera totalmente rompedora, como por ejemplo, atreviendose a introducir de trasfondo, temas arriesgados para la época como el sexo, la pobreza, la corrupción o el asesinato. El descaro de sus ingeniosas líneas de guión, parece más cercano al gamberrismo de las buenas comedias actuales, fue un adelantado a su tiempo. Además, se le considera, uno de los padres de la screwball comedy. El uso de ciertos recursos narrativos (como la cámara acelerada siguiendo a sus personajes en modo frenético) remarcan todavía más, el carácter disparatado y vitalista de sus cintas.

''Un marido rico''

Fue un visionario, que dotó a sus películas de una visión más descreída y sarcástica de las relaciones humanas, con un humor negro, pícaro y deslenguado, no exentas de crítica feroz a la sociedad americana, en títulos emblemáticos como ''El gran McGinty'' o ''Los viajes de Sullivan''.
Al mismo tiempo, también conseguía aúnar la emoción con el cinismo, de este modo, lograba que el público y la crítica empatizaran con sus historias, a lo largo de su carrera, cosechó sus mayores éxitos con ''Navidades en Julio'', ''Las tres noches de Eva'', ''Los viajes de Sullivan'', ''Un marido rico'' y ''El milagro de Morgan Creek''. Por los Oscar, fue más valorado por sus estupendos guiones que por su faceta como director, estando nominado en 3 ocasiones por ''Salve, héroe victorioso'', ''El milagro de Morgan Creek'' y ganandolo por ''El gran McGinty'' en 1941 (ácida crítica a la política).

Sturges dirigiendo a Barbara Stanwyck y Henry Fonda en ''Las tres noches de Eva''

Guionista y director, comenzó a dirigir su propio material, a partir de 1940 y gracias a que fue contratado por la Paramount, que le ofreció la libertad artística que necesitaba, a cambio, en algunos casos, de realizar films de bajo coste. Tanto le costó llegar a la silla de director, que en 1939, les ofreció su guión de ''El Gran McGinty'' por un dólar, el cual había escrito seis años antes, con el requisito, de que fuese también el director. Debido a sus grandes esfuerzos, alcanzó la proeza, de ser el primer guionista de Hollywood que se podía permitir el placer de dirigir sus propios libretos, allanó el camino para que otros realizadores posteriores pudieran debutar en la dirección, nombres tan brillantes como Billy Wilder o John Huston. Preston Sturges era un valiente, que tuvo la osadía de plantarle cara a los Estudios, que en aquella época, ejercían un excesivo control sobre todo. Un autor con todas las letras, dentro de un género que ha sido denostado a lo largo de la Historia del Cine, como es la comedia.
Sturges, desde 1940 hasta 1944, mantuvo una actividad frenética, estrenando numerosas y exitosas películas. Se convirtió en uno de los guionistas mejor pagados. Cuando abandonó la Paramount, fue dando tumbos, rodando una serie de comedias que no funcionaron y Hollywood terminó dandole la espalda. Durante los últimos coletazos de su carrera, se asoció con Howard Hughes y crearon la productora California Pictures, pero Sturges terminó siendo despedido del rodaje de ''Vendetta'' por Hughes, tras una fuerte discusión entre los dos.


''Dirigir para mí, es fácil. Porque soy guionista-director y hago todo mi trabajo de dirección cuando escribo el guión. Probablemente es más complicado para un director normal. Seguramente el director normal, tendrá que leer el guión la noche anterior del inicio de rodaje y también hacer unos pocos deberes previos''.


Poco después, Preston Sturges se retiró del cine ante los fracasos comerciales de sus últimas películas y la escasez de oportunidades. Durante un breve período de tiempo, se centró en la escritura y el teatro. Intentó adaptar para la gran pantalla el guión de ''The Millionairess'' de George Bernard Shaw, con Katharine Hepburn de protagonista, pero finalmente, el proyecto, que se iba a rodar en Londres, no llegaría a buen puerto por falta de financiación. En 1955, filmaría su última película ''Les Carnets du Major Thompson'', que en esta ocasión, rodaría en Francia.

Fallecería el 6 de Agosto de 1959, enfermo y solo, en una habitación de un hotel de Manhattan, estaba trabajando en sus memorias, cuando la muerte llamó a su puerta de manera repentina, le dio un ataque al corazón fulminante. Fue sin duda, uno de los mayores y más innovadores genios de la comedia clásica. Su genialidad nunca pasará de moda. Uno de esos cineastas imprescindibles, que las nuevas generaciones de cinéfilos, no deberían dejar de descubrir. No dejeis escapar títulos tan sobresalientes y singulares como ''Las tres noches de Eva'' y ''Los viajes de Sullivan'', para mí, las dos joyas más indiscutibles de su irregular filmografía.


 Sus 11 mandamientos para crear con una comedia, que combine el éxito crítico y de público eran...

Una chica bonita es mejor que una fea
Una pierna, mejor que un brazo
Un dormitorio, mejor que una sala de estar
Una llegada, mejor que una partida
Un nacimiento, mejor que una muerte
Una persecución, mejor que una charla
Un perro mejor que un paisaje
Un gatito, mejor que un perro
Un bebé, mejor que un gatito
Un beso mejor que un bebé
Y una buena caida, mejor que ninguna otra cosa

Títulos destacados

Como guionista

''Recuerdo de una noche''
''Una chica afortunada''
''La comedia de la vida''
''Una chica angelical''

Como director

''Las tres noches de Eva''
''Los viajes de Sullivan''
''El gran McGinty''
''Un marido rico''
''Salve, héroe victorioso''
''El milagro de Morgan Creek''
''Navidades en Julio''

Robert Mulligan, maestro del romanticismo cinematográfico

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Robert Mulligan con Gregory Peck en el rodaje de ''Matar a un ruiseñor''.

 Si hay un director que consigue que te enamores de sus películas cuando descubres su cine, ese es Robert Mulligan. Magnífico e injustamente olvidado realizador, que supo dotar a la mayoría de sus cintas, de una cautivadora sensibilidad y belleza. Maestro a la hora de retratar la infancia-adolescencia-juventud con sutilidad, emoción y dolor en la gran pantalla y por tanto, en contar historias románticas que nos suceden a todos en la vida, como el primer gran amor.
Mulligan, reflexiona de manera muy atinada sobre esas fases y experiencias cruciales, que terminan marcandonos, esa aterradora y necesaria evolución del ser humano, que comprende desde la infancia hasta la madurez definitiva. Sus films están recubiertos de un halo de nostalgia especial. Su obra más aclamada fue ''Matar a un ruiseñor'', claramente su película más sólida, con la cual consiguió su única nominación al Oscar como director y también una candidatura a los premios del Gremio de Directores (posteriormente, estaría nominado en 3 ocasiones más) y optaría a su segundo Globo de Oro por la bellísima y amarga ''Verano del 42''. Curtido en la televisión, no gozó en el cine de tanto reconocimiento crítico, como personalmente, creo que se merecía, a pesar de que contaba con una carrera breve pero generalmente brillante. En resumen, creo que es un desconocido para el gran público, al margen de su obra cumbre ''Matar a un ruiseñor''. Repasamos sus obras más destacables, con el ánimo de que este texto, sirva para que los espectadores, le descubran un poco más. Un cineasta que supo profundizar como pocos, en las emociones humanas, con enorme sutileza y autenticidad. Adoro su cine.

''Cuando llega septiembre'', 1961

Es una de las cintas menores de Mulligan, pero la incluyo aquí, por ser muy curiosa dentro de su filmografía, se trata de uno de sus primeros largometrajes, en el cual, no es tan patente el tono sensible y muy personal que aplicó a sus películas posteriores, es un film liviano e intrascendente. Un divertimento, una comedia romántica de enredos varios, a mayor gloria de su pareja protagonista, Rock Hudson (correcto en drama, pero sobresaliente en comedia) y Gina Lollobrigida, que cumplen con su cometido. La dulzona y jovial música de Bobby Darin pone el resto, él mismo también participa en la película como actor, junto a una de sus parejas en la vida real, Sandra Dee. Interesante para pasar un buen rato pero poco más.



''Matar a un ruiseñor'', 1962

Esta descomunal película, es sin duda, un poderoso alegato en contra del racismo y los prejuicios en general. A su vez, Mulligan retrata la pérdida de la inocencia por parte de los dos hijos del abogado Atticus Finch, de manera sobrecogedora y bellísima. Gregory Peck firma la mejor interpretación de su carrera, que le valió su único Oscar como mejor actor, está magnífico y contenido, dando vida a uno de los mejores padres cinematográficos, que intenta inculcar a sus vástagos, algunos de los mejores valores que puede poseer un ser humano: bondad, tolerancia y piedad. Una cinta totalmente imprescindible.


''Amores con un extraño'', 1963

Este gran melodrama fue la segunda cinta que rodó Mulligan después de la película que marcó su carrera, ''Matar a un ruiseñor''. ''Amores con un extraño'' posee una premisa sencilla, pero que igualmente merece la pena como film, por el habitual conmovedor tratamiento de la historia que realiza Mulligan y en especial, por los esforzados trabajos de Steve McQueen y Natalie Wood, sobre todo ésta última, que está estupenda, consiguiendo por su labor su tercera y última nominación al Oscar como Mejor actriz. La inolvidable protagonista de ''Esplendor en la hierba'' repetiría un par de años después con este mismo cineasta, en la desoladora ''La rebelde''. 
 


''La última tentativa'', 1965

Melancólica, bonita y amarga. Con unos fantásticos Lee Remick y Steve McQueen. No es redonda, pero merece mucho la pena. McQueen interpreta a un fuera de la ley que termina regresando a su hogar, un personaje rebelde que le pega mucho y lo borda, realizando una interpretación muy sentida, sutil y tierna. Este actor además de ser carismático como pocos, tenía mucho talento y está claro que la cámara lo adoraba. También Lee Remick, vuelve a dar muestras de lo buena que es como intérprete. Y una vez más, la mano maestra de Mulligan, vuelve a indagar como pocas, en las emociones humanas, retratandolas de una manera que encoge el corazón. Una de las mayores habilidades de este cineasta, es su gran capacidad para llegar al corazón del espectador medianamente receptivo o sensible, pero no a través de escenas que invitan claramente al público a llorar, si no, dejando que los sentimientos fluyan en pantalla de manera auténtica. Sus películas son sentimentalmente contenidas, pueden emocionar pero no manipulan tan descaradamente al espectador con secuencias excesivamente melodramáticas o cursis.



''La rebelde'', 1965

 Narra el ascenso al estrellato de una adolescente que se convierte en actriz de la noche a la mañana. La película es agridulce e irregular en su desarrollo, pero se mantiene a flote por una portentosa Natalie Wood y una excelente Ruth Gordon, así como por el oficio de Robert Mulligan. La propia Wood, manifestó que Daisy Clover fue el personaje favorito de toda su carrera, al sentirse poderosamente identificada con él.
La cinta cuenta con una de las primeras apariciones cinematográficas de Robert Redford, dando vida al interés amoroso de la protagonista.



''Verano del 42'', 1971

''Verano del 42'' es la clásica historia de relación amorosa entre un adolescente y una mujer madura, pero en las sabias manos de Mulligan, se convierte en algo más, alcanzando altas cotas de melancolía, ternura y belleza, a lo que también ayuda una BSO mágica a cargo de Michel Legrand (Oscar a la mejor banda sonora original), que remarca el carácter de cuento romántico de la película, todo ello, crea un halo muy especial, que consigue que se diferencie de otras historias similares. Como he comentado en líneas anteriores, Mulligan retrata y reflexiona sobre la infancia o la adolescencia de una manera apasionante. ''Verano del 42'' sin ser una maravilla, resulta memorable por lo preciosa que es, deja huella. Es sin duda, una de las mejores obras de Mulligan, que analiza el impacto del primer gran amor, aquel que en muchas ocasiones, no se olvida. 


''El otro'', 1972

Del universo cinematográfico sentimentalista de Mulligan pasamos a un reverso tenebroso en esta cinta de terror psicológico, el director demuestra su versatilidad con una propuesta muy alejada de lo que suele hacer y sale muy bien parado. Aterradora, singular y muy recomendable.



''Un verano en Louisiana'', 1991

Se trata de una actualización de ''Matar a un ruiseñor'' o más concretamente de ''Verano del 42''. Mulligan se interesa de nuevo por la adolescencia y sus problemas. ''Un verano en Louisiana'' supuso el debut cinematográfico de Reese Witherspoon y pocas veces ha estado tan bien. Actriz con tendencia a la sobreactuación, aquí es todo lo contrario, consiguiendo regalarnos una interpretación muy contenida, auténtica y encantadora, está estupenda. Esta onírica, emotiva y bella película fue la última que rodó Mulligan, cerrando con broche de oro una gran carrera. 

 

Robert Mulligan, fue sin duda, un gran desconocido, pero para servidora, es un director magnífico y genuino, me tiene encandilada. Su carrera se vio ensombrecida por la obra maestra incontestable que realizó ''Matar a un ruiseñor''.  Pero después de esta película que marcó su carrera, hubo cintas muy apreciables, que merecen vuestra atención.  

Por último, hay que destacar, su fantástica labor en la dirección de actores, todas tienen un poderoso nexo en común, la sutilidad interpretativa. La mayoría de sus intérpretes, ofrecen actuaciones contenidas y minimalistas, que dejan constancia, que en muchas ocasiones, ''menos es más''. 5 de sus actores consiguieron nominaciones al Oscar fueron, Natalie Wood por ''Amores con un extraño'', Ruth Gordon por ''La rebelde'', Ellen Burstyn por ''El próximo año a la misma hora'' y Mary Badham y Gregory Peck por ''Matar a un ruiseñor'', este último ganando por fin el Oscar como mejor actor. 

Audrey Hepburn, la dulzura hecha actriz (+ 9 películas claves) (II)

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PRIMERA PARTE DE NUESTRO ESPECIAL SOBRE AUDREY HEPBURN, AQUÍ.


''Historia de una monja''
 (Fred Zinnemann, 1959)
   Por Josephb MacGregor


 

 En 1956, Audrey Hepburn se sentía encasillada en papeles que, aunque le valieron espléndidas interpretaciones así como nominaciones y premios, no aportaban demasiados matices ni demostraban hasta donde podía llegar como actriz. Se veía estancada como una suerte de joven heroína romántica ya fuera en películas de época (Guerra y Paz, Mayerling) o en amables comedias sentimentales (Sabrina, Ariane, Una cara con ángel). Por eso, cuando su agente Kurt Frings le envío la novela “Historia de una monja” de Kathryn Hulme, Audrey se mostró entusiasmada con la posibilidad de interpretar el papel protagonista de la adaptación cinematografica. Su entusiasmo venía motivado no sólo porque por fin podría encarnar una papel distinto en la pantalla, sino además porque se veía muy identificada con Gabrielle van der Mal (posteriormente Hermana Lucas): ambas eran belgas, habían perdido a parte de su familia por los estragos de la guerra (su tío fue fusilado y su hermano Ian fue capturado e internado en un campo de concetración, mientras que su otro hermano huyo y desapareció durante mucho tiempo): además Audrey también había colaborado como enfermera en un hospital. De igual modo, las dos habían experimentado la sensación de que su envoltorio exterior, aquella imagen que mostraban no se correspondían con la mujer real, con la Audrey auténtica y de verdad. Hepburn nunca se sintió comoda con esa imagen de glamour, elegancia y sofisticación con la que se la identificada, en su interior se sentía una mujer sencilla y humilde, nada superficial.

Historia de una monja” estaba basada en un personaje real, Marie Loise Habet. Kathryn Hulme, la autora de la novela, la conoció poco tiempo después de que ésta abandonará los hábitos y narró a la escritora, una mujer también con muchas inquietudes espirituales y sociales, sus diecisiete años como religiosa, que Hulme convirtió en un libro éxito de ventas en todo el mundo. Entre ambas mujeres surgió una profunda amistad ya que encontraron muchos puntos en común. Finalmente, las dos colaborarían de manera conjunta en grandes proyectos solidarios como el UNRRA (Programa de las Naciones Unidas para el Socorro y la Ayuda) o en un campo de refugiados que recibió a más de veinte mil marginados y enfermos, venidos de toda Europa, e incluso Hulme se convirtió al catolicismo. La propia Audrey Hepburn cuando se trasladó a Los Ángeles para conocerlas quedó muy impresionada con la experiencia y mantuvó a partir de entonces una estrecha y profunda amistad con ellas que, posiblemente, influiría en su vida de manera decisiva.

Con respecto a Audrey, por aquellos años su relación con el actor Mel Ferrer, sufría una profunda crisis por lo que la actriz inició una relación secreta con el guionista de la cinta, Bob Anderson, que tampoco pasaba un buen momento sentimental ya que su mujer había fallecido recientemente y sentía una profunda soledad y vacío interior. Anderson reflejó algunos recuerdos de dicha relación en su novela “After”. Su trabajo como guionista resultó de una gran escrupulosidad llegando a viajar a África junto al realizador de la cinta, Fred Zinnemanm y el director artistico Alexandre Trauner para reflejar los detalles de manera más fidedigna. De igual modo, intercambió correspondencia de manera continuada con Kate y Lou en la que les interrogaba sobre aspectos de la vida monastica (rituales, normas, usos y costumbres). Esto se traduce perfectamente en la película en el que el más mínimo detalle está cuidado hasta el punto de que en muchos momentos parece que estamos viendo un documental y no un film de ficción. En ese sentido, el guionista realizó una adaptación muy fiel al original, aunque es cierto que también este afán por cuidar el más mínimo detalle formaba parte de la manera de trabajar de Zinnemamm un director que siempre consiguió hacer unas películas técnicamente perfectas.

Este perfecccionismo queda bien patente cuando se conocen algunas anécdotas sobre los preparativos del rodaje:

- Se realizó un casting entre más de setecientas jovenes, de las cuales ciento nueve pasaron la prueba: eran capaces de andar de manera nada afectada y sus modales eran sobrios y austeros.
- Muchas de estas jovenes (Bailarinas, aristocratas o niñas pijas de la época) fueron instruidas por monjas auténticas sobre como debían moverse o comportase.

- Para las actrices de más renombre, Zinnemann organizó una serie de visitas a coventos de Roma y al hospital Salvador Mundi para que se familiarizaran con el trabajo de las monjas enfermeras. También durante el rodaje recibieron el asesoramiento de un sacerdote. Algunas de ellas, llegaron a residir durante un tiempo en conventos para conocer de primera mano los rituales monásticos. Además, preesenciaron varias operaciones quirúrgicas en el hospital del Congo y para muchas de ellas resultó una experiencia sumamemte desagradable.

- Durante el rodaje en el Congo, se utilizaron a lugareños como extras lo que aportó una enorme verosimilitud a la cinta.

De igual modo, Audrey se implicó de como nunca en todos los aspectos de la película por lo que mantuvo constantes conversaciones con todos los miembros más importantes de elenco artístico desde el director hasta el maquillador Alberto de Rossi, que tenía el importante reto de conseguir un maquillaje que mostrase a la actriz como si no llevara ninguno. Como ya señalé antes, también se entevistó con Lou y Kate para informarse como debía moverse o comportarse dentro de un convento, que rituales debía seguir, etc. Para la actriz, interpretar a la hermana Lucas resultó una experiencia tan enriquecedora como agotadora. El rodaje en el Congo resultó especialmente duro y agobiante para todos, pero en especial para ella. Incluso durante el rodaje en Roma, la actriz sufrió un cólico nefrítico que la mantuvo alejada del film durante varios días.

Audrey estaba interesada en que “Historia de una monja” no fuera la crónica de un fracaso sino la de una liberación, la de un triunfo personal de autoconocimiento, la de alguien que encuentra para qué y por qué está en este mundo y cuál debe ser su verdadera vocación y como llevarla a cabo de manera satisfactoria; así se lo hizo saber a Zinnemman y éste estuvo de acuerdo en hacer las modificaciones necesarias en el guión de manera que la peripecia de la hermana Lucas apareciera como la historia de una transformación y no de una derrota. Sin embargo, los criticos opinaron justo lo contrario. Desde mi punto de vista, creo que actualmente la película se entiende mucho mejor y que efectivamente esa es la sensación que uno experimenta cuando termina de ver el film, que la protagonista ha encontrado por fin el modo y manera de sentirse plenamente realizada como mujer.

Con respecto a su interpretación, considero que es una de sus mejores (si no la mejor) de su carrera ya que consigue algo muy dificil y que muy pocos consiguen: que nos creamos que realmente estamos viendo a una monja, con sus dudas y vacilaciones, con sus crisis y sus sacrificios, pero una monja de carne y hueso, real, que nunca cae en el estereotipo ni tampoco en el lugar común, tipo “Sor Citroen” o Ingrid Bergman en “Las campanas de Santa María”, sino que nos muestra a un ser humano. En otras palabras: cuando contemplamos a la hermana Lucas nunca percibimos a la actriz de “Desayuno con Diamantes”, “Charada” o “Sabrina”, tan encantadora como inalcanzable, tan pizpireta como irreal. Hepburn nos muestra lo que era capaz de conseguir. De hecho, si no hubiera hecho esta película es muy posible que hubiera quedado para todos los cinéfilos como una actriz “mona”, simpática, con glamour y no como la enorme y gran actriz que todos apreciamos.


''My fair lady''
(George Cukor, 1964)
 Por Javier Belda Puig



 Adaptación cinematográfica del musical de Broadway de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe, que a su vez estaba basado en “ Pygmalion”de George Bernard Shaw. Se estrenó en Nueva York en 1956 con Rex Harrison y Julie Andrews en los principales papeles y en 1958 en Londres y desde el principio fue un éxito tremendo por lo que su paso al cine no era de extrañar pero una clausula decía que no se podría llevar a la gran pantalla hasta acabadas las representaciones que fue en 1962 y por esos derechos cinematográficos, Jack Warner pago cinco millones y medio de dólares. Y lo natural es que dado el éxito, Harrison y Andrews repitiesen sus papeles para el cine, pero Warner veía a Andrews como una desconocida y la solicito una prueba de pantalla a la que Julie se negó y el papel fue para Audrey, por si acaso en la recamara, por si no lo aceptaba, estaban Shirley Jones o Elizabeth Taylor. Para el del Profesor Higgins se pensó en Peter O´Toole, Rock Hudson o Cary Grant, este último dijo que no lo aceptaba porque su forma de hablar era más como la de Eliza que como la del profesor Higgins y que incluso no vería la película si Harrison no la protagonizaba, también se tanteó a James Cagney para hacer de Alfred P. Doolittle pero al final el actor que lo inmortalizó en las tablas, Stanley Holloway, lo hizo en la pantalla. Por último, la primera opción para dirigirla fue Vincente Minelli pero el dinero que pedía no se lo podían permitir y la dirección fue para George Cukor, uno de los grandes directores de comedia sofisticada y gran director de mujeres, Cukor y Cecil Beaton, el director artístico y de vestuario tendrían más de un encontronazo. Rex Harrison no estaba muy convencido con que Audrey fuese Eliza, pero luego años después diría de ella, que fue su mejor compañera en la pantalla e incluso ella fue la encargada de entregarle el Oscar como mejor actor. Audrey se llevó un disgusto, al saber que en las canciones iba a ser doblada, pero doblada o no, su interpretación brilla a una gran altura, incluso por internet circulan alguna de las canciones con su voz. “Como si siempre hubiese vivido entre flores”, es el comentario que inspira Eliza Doolittle en el baile de la embajada y nunca fue más acertado con la presencia de la frágil y esbelta figura de Audrey. Como una vez le oí a José Sacristán, que fue un excelente Henry Higgins en el teatro, parafraseando a su amigo José Luis Garci, hay películas que no hay que verlas sentado si no arrodillado en un reclinatorio, sin duda una de ellas es esta. Es quizá el musical perfecto, gran partitura, grandes interpretaciones, grandes decorados y gran vestuario. Una verdadera delicia para los sentidos. El film ganó 8 Oscars, incluyendo Mejor Película, Mejor Actor y Mejor Director. 



''Dos en la carretera''
 (Stanley Donen, 1967)
  Por Rubén Redondo


  Hablar y por tanto rebuscar en las ocultas esquinas de mi memoria sobre una película tan emblemática y fascinante como es Dos en la carretera es un ejercicio como mínimo arriesgado, pero igualmente reparador y estimulante. No descubro nada al afirmar que nos hallamos frente a uno de los monumentos al cine en su más pura concepción, alrededor del cual existen incontables artículos, reseñas y comentarios contra los que poco cabe añadir. Recuerdo que mi primer contacto con la película fue hace bastantes años. Por aquel entonces no tendría más de 15 o 16 años y para aquel imberbe adolescente la obra maestra que acababa de adquirir en VHS era una total desconocida. El motivo que me llevó a adquirir este artículo fue la veneración que empezaba a sentir hacia el director de la misma, el siempre fantástico y a veces olvidado Stanley Donen. Había visto ya varias cintas del americano que me habían hechizado, siempre con un inspirador talante cómico y musical. Me refiero a Un día en Nueva York, Siete novias para siete hermanos, Siempre hace buen tiempo y fundamentalmente dos cintas memorables y primordiales para la historia del cine: Cantando bajo la lluvia y Charada.
Por tanto cuando inserté el vídeo dentro del magnetófono que adornaba el salón de mi casa esperaba encontrarme con una película de narración clásica y un elevado componente de comicidad, tal como las grandes obras de Donen manifestaban en su espíritu. Como adivinan… al finalizar de visualizar esta obra cumbre del cine me llevé una más que estimulante sorpresa. Porque Dos en la carretera no era la comedia alegre y optimista que me esperaba. Al revés, en ella hallé una cinta alejada de los patrones clásicos de narración y por tanto conectada con las nuevas corrientes rompedoras del ambiente clásico como la Nouvelle Vague o el Free cinema británico. Así, la historia estaba narrada de un modo muy poco convencional a través de diversos saltos en el espacio y en el tiempo que demolían al carácter marcadamente lineal de los antecedentes del cine de Donen.
Igualmente la cinta era uno de las más acertadas y valientes reflexiones sobre la realidad, las esperanzas y los obstáculos que dan forma a la institución matrimonial o si queremos ser menos concretos, a la vida en pareja. De este modo, Donen describió con un afilado lápiz el trayecto que discurre desde el encendido de la chispa de la pasión que da lugar al enamoramiento súbito, para pasar después a la unión y convivencia matrimonial que acaba convirtiéndose por el cansino efecto del lento y tedioso paso del tiempo y la monotonía en una conflictiva convivencia en la que la rutina y las cargas y obligaciones laborales que implican la separación forzosa del matrimonio por pequeños lapsos de tiempo terminan socavando la felicidad inicial para transformarla en tristeza y aburrimiento, hechos estos que el ser humano trata de vencer buscando de nuevo esos mapas que esconden las chispas generadoras de la pasión en otros brazos novedosos y aventureros.
Pese a que buena parte de las escenas contengan un cierto regusto amargo, Donen dotó a su cinta de un reparador sentido del humor que convierte a Dos en la carretera en una agradable y romántica tragicomedia que gira alrededor de los conflictos imperantes en un matrimonio. La cinta se beneficia de la química existente entre la pareja protagonista: un joven y atractivo Albert Finney y la siempre angelical Audrey Hepburn que en este film alcanzó, junto con su performance en Historia de una monja, la mejor interpretación de su exitosa y larga carrera. Igualmente destacable es el virtuosismo de Stanley Donen como narrador de historias, de modo que a pesar de que la columna vertebral de la trama se teja entorno a distintos flash back que rompen la linealidad temporal de la sinopsis, la película no se ve perjudicada narrativamente por esta libertalidad narrativa, sino que al revés, las pequeñas subtramas fluyen como el torrente de un río siempre hacia adelante sin detenerse en una pequeña cascada o piedra inserta en su camino. En este rumbo se nota el sentido del ritmo de Donen, totalmente influenciado por el musical, ya que si bien habíamos comentado que el estilo del film se asemeja con los nuevos movimientos vanguardistas de los sesenta, esto es, con la Nouvelle Vague y fundamentalmente con el Free Cinema (precisamente la película tiene como protagonista a la gran estrella de la corriente británica por aquel entonces como era Albert Finney), podríamos calificar a Dos en la carretera como una película musical sin presencia de canciones ni números musicales, pero dotada de unas escenas que presentan una coreografía emparentada claramente con el viejo musical de la Metro Goldwyn Mayer.
De este modo la película emana ese cosmos vitalista y alegre que Donen otorgaba a sus criaturas, siempre acompañado de un cierto componente nostálgico y melancólico, logrando conformar de esta manera un cocktail sugerente e hipnótico. Y es que como en toda buena película de Donen, el optimismo y la esperanza en un futuro mejor acaba triunfando cobre los sinsabores, el vacío y las tribulaciones inherentes a la existencia vital. Es por eso que para el que escribe, Dos en la carretera es el reverso ilusionante y resplandeciente de la que quizás sea la otra gran película versada entorno a la institución matrimonial, que no es otra que Secretos de un matrimonio del director sueco Ingmar Bergman.
Quizás el componente esencial y más importante que posee Dos en la carretera, el cual la ha convertido en una película atemporal y única en la historia del cine, sea el juego temporal llevado a cabo por Donen. Como si de un virtuoso maestro del tiempo se tratase, el cineasta americano juega con el pasado y el presente casi sin que esto sea percibido por el espectador. Únicamente seremos conscientes de este hecho por los cambios de maquillaje y vestuario que se distinguen en el personaje de Audrey Hepburn. La inicial mirada ilusionada y enamorada de Hepburn tornará en desencanto y amargura conforme la monotonía y las decepciones observadas por su personaje conquisten el espíritu del mismo.
Más allá de este recurso estético, el paso del tiempo será un ente invisible a ojos del espectador porque la película rompe con los diversos campos temporales para centrar la atención únicamente en el presente, a pesar de la narración en tiempo pretérito que implica la utilización del flash back. El pasado no existe. Tampoco el incierto futuro. Es el carpe diem en su estado más puro el único habitáculo temporal que interesa a Donen, sin entenderlo en un sentido lineal, sino por el contrario en un sentido curvilíneo repleto de vectores aparentemente deslavazados que se conectan entre sí gracias al paso imperceptible de las manijas del reloj, siendo el presente el intervalo temporal que provoca nuestros cambios de estado, desde la felicidad a la tristeza, de la juventud a la madurez para retornar de nuevo desde la tristeza a la esperanza. Este círculo temporal sin estadios de tiempo es magistralmente trazado por Donen, siendo Dos en la carretera una de las pocas películas en la historia del cine capaz de reflexionar acerca de la importancia del presente en nuestras vidas.
Poco se puede añadir que no se haya comentado sobre el argumento de la cinta. Resumiendo, Dos en la carretera es un viaje en el tiempo y por carretera en la vida de un matrimonio. Él un joven y ambicioso arquitecto y ella una alocada y liberal jovencita alérgica a las ataduras de la vida moderna. La película se estructura en una serie de flash back en los que conoceremos el discurrir de las vidas de los personajes (Mark y Joanna) desde la esperanza hacia el tedio a través de los viajes emprendidos por el matrimonio por el interior y la costa francesa. Así el espíritu rebelde inicial de la pareja se irá aburguesando a medida que Mark asciende laboralmente y Joanna se acomoda a una vida hogareña alejada de los ruidos y problemas de las obligaciones laborales. En los distintos viajes emprendidos por la pareja, todos ellos con la carretera y un coche (prestado o propio) como protagonistas, veremos tambalear la estabilidad conyugal a medida que el éxito profesional y la rutina vencen a la incertidumbre y anhelos de juventud. De este modo la cinta recorre hábilmente los diferentes tramos que componen la vida en pareja, incluyendo infidelidades, amistades perdidas, el nacimiento del primer hijo y las diversas traiciones y reencuentros propios de la convivencia y el discurrir del tiempo.
Sin duda, Dos en la carretera es una película muy especial no apta para todos los públicos debido a su compleja estructura narrativa, que ciertamente, puede resultar cansina para aquellos espectadores no acostumbrados a visualizar películas sin un estrato temporal lineal. Para aquellos a los que les guste el cine con sustancia, reflexivo y con un toque de pícara filosofía, a la vez que divertido, fresco e innovador, Dos en la carretera supondrá un hito dentro de sus preferencias cinéfilas. Y es que esa película que el genio del musical dirigiera a finales de los sesenta, es una de esas piezas que tardan en salir de la memoria del espectador. Suban al auto diseñado por Donen y deléitense gracias al brío y dinamismo de una obra de arte capaz de transgredir los límites del tiempo.


''El sueño eterno'', apasionante noir de Bacall y Bogart

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''El sueño eterno'' fue la segunda colaboración de los por entonces recién casados Humphrey Bogart y Lauren Bacall -se casaron en 1945, 18 meses después de enamorarse en el set de ''Tener y no tener'', su primera cinta juntos- se trata, bajo mi punto de vista, de su proyecto conjunto, más sórdido, complejo y sólido, de los 4 que protagonizaron como pareja principal.

Lauren Bacall había debutado con gran solvencia en 1944 en ''Tener y no tener'' cuando contaba con 19 años, gracias a ser descubierta por la mujer de Hawks en la portada de Harper's Bazaar y alertado por su esposa, contactó con la por entonces, modelo publicitaria para hacerle una prueba. El resultado fue muy positivo y la terminaron escogiendo para el papel femenino protagonista que le daría la réplica a Bogart en pantalla, el de Marie Browning. Bacall, relató que su romance con la mítica estrella no fue amor a primera vista, que se encontraron en el Estudio de Warner y él le confesó que había visto su prueba y se iban a divertir mucho, pero el amor surgió poco después. Lauren Bacall poseía una belleza muy personal, tenía estilo, elegancia innata y un talento arrollador. Su característico físico, su pérfida e intensa mirada y su voz grave, se acoplan como un guante al perfil que solía necesitar cualquier femme fatale memorable. Formaba junto a Bogart, una pareja cinematográfica formidable, ella era la mujer indomable y sumamente atractiva y él el tipo duro por excelencia, que termina rendido ante sus encantos.


''El sueño eterno'' hechiza, atrapa y apasiona, una de las mayores obras noirs que se han hecho en la Historia del Cine, con una atmósfera turbia y asfixiante. Muy madura, sobria, irónica, de estructura narrativa intrincada y por momentos, confusa, debido a que en la novela de Raymond Chandler en la que está basada, está plagada de personajes y multitud de nombres y hechos. Se eliminó del montaje final, una escena que esclarecía algunos hechos, esta maniobra contribuyó a maximizar la sensación de desconcierto del espectador, quedando ciertos cabos sueltos, mantuvieron por tanto, fielmente la confusión argumental tan propia de la novela de Chandler. La película fue pionera dentro del género negro, debido a la complicada manera de narrar sin desvelar los entresijos argumentales, de este modo, exige todavía más atención de la habitual para no perderse detalle. En el aspecto interpretativo, aunque todo el reparto está en estado de gracia, deslumbran sobremanera, la pareja principal, Lauren Bacall y Bogart, con actuaciones estupendas, muy medidas y convincentes.


La trama de la película no es lo primordial, es simplemente una excusa para reflexionar sobre algo más transcendental, lo más fascinante reside en la manera en que Hawks y su fantástico guión, analizan con virulencia las relaciones humanas y sus complejidades, se plantean interesantes preguntas en ocasiones sin respuesta, sobre la intrínseca naturaleza de cada ser humano. Una mirada mordaz y descreída sobre la condición humana en la línea del mejor cine noir, que actúa de espejo para mostrarnos los instintos más primitivos que albergamos en lo más hondo, reflejando así, una sociedad corrompida que podría ser la de cualquier país. De hecho, la crítica de su época, la tildó de ''inmoral y violenta''. Las relaciones humanas en la cinta se van entretejiendo a través de diálogos locuaces y veloces, hasta el punto de que, como el protagonista, desconfias hasta de tu propia sombra. El emocionante recorrido hasta la conclusión final, es más esencial que la resolución definitiva de la trama criminal, todos los elementos con los que cuenta esta mítica película, contribuyen a crear un visionado apasionante y adictivo para el espectador, que hace que sus casi dos horas de metraje se pasen volando, no hay lugar para el tedio en una producción tan estimulante -tanto intelectualmente como emocionalmente-. La clave es, que no importa el ''quien'' si no el ''porque'' de que alguien haya asesinado.

Los guionistas William Faulkner, Jules Furthman y Leigh Douglas Brackett, deberían seguir al pie de la letra la advertencia de Hawks de ser lo más fiel posible al material original para no desvirtuarla. Este trío de guionistas escribieron el primer borrador en ocho días y con ese material de partida, iniciaron el rodaje, que tuvo lugar casi todo en estudio. La complejidad y hondura de la historia -que contenía brillantes e impagables diálogos afilados y repletos de dobles sentidos y una estructura narrativa laberíntica-, les obligó a reescribir el libreto en varias ocasiones y añadir escenas adicionales que le dieran una mayor coherencia a la trama final. De hecho, 8 meses después de terminar el rodaje, Bogart y Bacall grabaron más escenas conjuntas, tal como deseaba el mentor de la actriz Jack Warner, buen conocedor del exitoso y excelente resultado de los jueguecitos de seducción, flirteo y réplicas brillantes, que hicieron de Bacall y Bogart una pareja legendaria cinematográfica, con una química genuina y desbordante, a pesar de los 25 años que los separaban.

Personalmente, creo que Bogart era el actor ideal para encarnar al tipo duro, en ocasiones, con un trasfondo amoral y turbio, pero nunca ha sido un intérprete que me haya entusiasmado, debido a su apariencia física hiératica y fría, no siempre conecto con él. Además, de que lo veo limitado y poco expresivo, interpretativamente hablando. Borda un tipo de papel muy concreto, pero sin embargo, no soy capaz de imaginarmelo en otros registros más diversos. Lo veo eficaz o más que solvente en algunas ocasiones, pero no brillante. Curiosamente, suelo mirarlo con otros ojos dependiendo de la actriz que comparta pantalla con él, al comprobar si funcionan como pareja o no. Diría, que su interpretación en ''El sueño eterno'' es de las más destacables que le he visto, junto a las de ''La reina de África'', ''Casablanca'' y ''En un lugar solitario''. Aunque hay algunos grandes títulos de su filmografía que tengo pendientes de ver y puede que mi valoración cambie más positivamente.

Los comienzos artísticos de Bogart y Bacall fueron muy dispares. Mientras que, Bacall se convirtió en actriz accidentalmente con una carrera que inicialmente estaba encaminada hacia el modelaje, gracias a que Jack Warner y Howard Hawks quedaron encandilados con ella y le sirvieron en bandeja su gran oportunidad cinematográfica ''Tener y no tener''. La entrada por la puerta grande de Bogart en el cine fue mucho más compleja, empezó haciendo papeles de poca relevancia durante los años 30 y como no le ofrecían gran cosa, regresó a los escenarios de Broadway por un tiempo. Desde el principio, se puso en tela de juicio sus verdaderas habilidades interpretativas -un crítico duramente llegó a afirmar sobre él, que ''era incapaz de actuar''- y su físico tampoco ayudaba, ya que no les encajaba en el prototipo de galán convencional. Su gran oportunidad llegó de la mano del actor Leslie Howard, que lo impuso como co-protagonista en ''El bosque petrificado'', advirtiendo al Estudio, que si no contrataba a Bogart, él no estaría en la película. La apuesta de Howard, por el casi debutante actor, dió buenos resultados y a partir de ahí, Bogie comenzó su carrera cinematográfica. En agradecimiento por el capote que le echó, Bogart llamaría a su hija pequeña con Bacall, Leslie.


Curiosidades


- En una determinada escena, en la cual Philip Marlowe (Bogart) entra en una librería para recabar información del caso que se le ha encomendado, aparece fugazmente, en una de sus primeras intervenciones cinematográficas, la estilosa y gran actriz Dorothy Malone (posteriormente, oscarizada como mejor actriz secundaria por su estupenda interpretación en ''Escrito sobre el viento'' del maestro Douglas Sirk).



- Tras el rodaje de ''Tener o no tener'', Hawks estaba obligado por contrato a rodar otra película con la Warner. En un primer momento, tenía en mente, cambiar hacia un registro totalmente diferente del noir, filmar una screwball comedy con Greta Garbo o Marlene Dietrich de un estilo similar al de Lubitsch, pero sus planes se fueron al traste, cuando les presentó el proyecto a estas dos divas y se negaron a protagonizarlo. Por tanto, Hawks no tuvo más remedio que renunciar a este proyecto y hacerse cargo de ''El sueño eterno''.


- ''El sueño eterno'' sería la última película que Hawks rodaría con Bacall y Bogart por las tensiones surgidas en el rodaje, debido a la mala época que estaba atravesando el actor, que estaba en trámites de divorcio de su mujer Mayo Methot, tras haberse enamorado de su partenaire durante la filmación de ''Tener y no tener''. Habitualmente, Bogart era muy profesional en los rodajes, pero esta turbulenta separación, afectó al buen ambiente en el set de ''El sueño eterno''.
El romance entre Lauren Bacall y Bogart fue todo un escándalo, no solamente por los años que los separaban, si no, especialmente, porque la llama del amor se encendió cuando la mítica estrella estaba todavía casado con su tercera esposa, la actriz Mayo Methot (que era una mujer endemoniada, incontrolable y alcohólica, Bogart incluso, llegó a temer por su vida, ya que su conyúge intentó dispararle con armas de fuego en algunas ocasiones). Bogart y Mayo, tenían una relación muy complicada, en los últimos años, los unían más los vicios -el alcohol- que el cariño que realmente se procesaban, las violentas discusiones entre los dos, eran constantes. Mayo tenía una dependencia insana por su marido, incluso le amenazó con el suicidio, de hecho, cuando le confesó la verdad sobre su relación con la joven actriz, fue ingresada en un hospital tras ingerir fuertes cantidades de alcohol. El trágico suceso llegó a oídos de Bogart y sintiendose culpable de esa situación, volvió al lado de su mujer oficial. Se comenta, que a manos de Mayo, llegó una revista que documentaba la ''love story'' de Bogart y Bacall y ella enfurecida, enseguida se repuso y apareció de improviso en el rodaje de ''El sueño eterno'' increpando duramente a Bacall, que rompió a llorar. La relación amorosa de Bacall y Bogart, en sus primeros meses fue tapada por la Warner (en la línea de lo que se solía hacer, para seguir manteniendo una imagen pública inmaculada y libre de escándalos de las estrellas más cotizadas de los Estudios, acorde a las exigencias morales de una conservadora América), los pobres protagonistas de esta inolvidable historia de amor, se tuvieron que conformar con encuentros clandestinos -dado el carácter adúltero de su unión- hasta que oficialmente (aunque desde hacía tiempo era ''vox populi'' que entre ellos, había algo más que una simple amistad) Bogart dejó de estar unido sentimentalmente a Mayo Methot, al conseguir el divorcio.


Lana Turner y Veronica Lake, dos míticas rubias marcadas por la fatalidad

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Lana Turner y Veronica Lake, compartían numerosos puntos en común: ambas de cabellera rubia y belleza fría (lo cual las hacía idóneas para encarnar a femmes fatales), más valoradas en su época por su agradable físico y sensualidad que por sus cualidades interpretativas (aunque las dos eran grandes actrices), sus carreras llevaron una trayectoria similar de montaña rusa (rápido ascenso y sonada caída) y vidas personales trágicas, escandalosas y complicadas.

Las dos estrellas han hecho correr ríos de tinta en el Hollywood dorado, con sus amoríos, sonados escándalos y problemas íntimos de toda índole.

Lana Turner y Veronica Lake, fascinan no solamente por sus dotes interpretativas y su gran belleza, si no también por lo que sucedía detrás de bambalinas, sus truculentas y agitadas vidas personales dieron muchos titulares y todavía siguen haciendo las delicias de cualquier mitómano o amante del cine clásico que se precie. Todo ello, contribuye a crear un retrato apasionante de dos estrellas con sus luces y sus sombras, ayudando a hacerlas más terrenales y no tan perfectas. Dos actrices problemáticas que fueron aplastadas por su propia vida y por la industria cinematográfica hollywoodiense.    



Lana Turner, belleza gélida y turbadora presencia

''En Hollywood siempre perdonas a tus enemigos porque nunca sabes cuando vas a volver a trabajar con ellos''. Lana Turner.
 

Nacida como Julia Jean Turner, el 8 de febrero de 1921 en Wallace (un pequeño pueblo minero de Idaho). A la edad de 10 años, perdió a su padre de 36, que fue hallado muerto en una calle de San Francisco con el cráneo destrozado a golpes, lo asesinaron para robarle un dinero que había ganado jugando a los dados. Ese fue el primer trágico suceso que marcó a fuego la vida de Lana. En 1931 se mudó con su madre a Los Ángeles, pero la vida de ambas fue muy dura y su progenitora no podía mantener a su hija, viendose obligada a separarse de ella. Lana terminaría viviendo con amigos de su familia.
No era buena estudiante, de hecho, fue descubierta por un cazatalentos, un día que se saltó las clases que tanto aborrecía. A los 15 años, ya formaba parte del elenco de extras de la Warner, más tarde, se incorporaría al plantel de estrellas de la Metro. 

Lana Turner poseía una belleza glacial idónea para papeles de femmes fatales, que contrastaba con su presencia turbadora y ardiente. A lo largo de su trayectoria, se especializó generalmente en retratar en pantalla a mujeres de carácter y pasionales. ''El cartero siempre llama dos veces'' la consagró como estrella, películas tan imperecederas y magníficas como ''Imitación a la vida'', ''Vidas borrascosas'' (la que fue su única nominación al Oscar a la mejor actriz) y ''Cautivos del mal'', terminaron confirmandola como mucho más que una cara bonita. Era una buena actriz, pero en ocasiones, su deslumbrante apariencia física y su aura de símbolo sexual, puede que le restaran injustamente importancia a su estupendo talento. Una de las grandes divas del Hollywood dorado, aunque tras esa imagen elegante y glamourosa, se escondía un animal herido. Fue una persona muy vulnerable, con problemas de inestabilidad mental y una vida amorosa muy frenética y turbulenta -su incansable actividad sentimental, venía motivada por su pavor a la soledad-, plagada de muchos amoríos y matrimonios.

Hubo un gran escándalo que marcó a fuego su carrera, precipitandola a su imparable decadencia, el asesinato del mafioso Johnny Stompanato, a manos de su hija, el 4 de abril de 1958.
Lana y Stompanato se conocieron en Acapulco, la mítica actriz en aquel momento, tenía 38 años y estaba sumida en una crisis de autoestima, su fuerte afición al vodka estaba empezando a pasar factura a su bello rostro y sus relaciones sentimentales tormentosas la dañaron internamente, todo ello, contribuyó a convertirla en una persona frágil e inestable (había estado casada anteriormente en siete ocasiones y tenido infinidad de romances).

Lana con su hija Cheryl.


Stompanato, mantuvo una relación con Lana para lavar su imagen principalmente (fue guardaespaldas del capo Micky Cohen, entre otras cosas) pero la actriz vivió un auténtico calvario a su lado. Era un hombre violento, que la maltrataba físicamente y psicológicamente constantemente, además de abusar sexualmente de ella y tenerla manipulada en general. La mayoría de las veces, su hija Cheryl era testigo de estas conductas abusivas y violentas inflingidas a su madre por su nueva pareja (incluso se ha llegado a afirmar que también abusó de ella).
Stompanato además de violento, era una persona extremadamente posesiva, de hecho, cuando Lana estaba rodando con Sean Connery ''Brumas de inquietud'', supuestamente había coqueteado con el actor escocés en el set. Su pareja que había sido informado de esta noticia por sus colegas, puso precio a la cabeza de Connery, el cual no tuvo más remedio que huir a Londres para salvar su vida. Lana se enteró así, de las conexiones que Stompanato mantenía todavía con el hampa de Los Ángeles (hasta ese momento, desconocía el pasado oscuro de su pareja) y decidió romper su relación para salvaguardar lo que quedaba de una carrera artística que se había resentido en los últimos años al encadenar varios fracasos comerciales.

La prensa americana haciendose eco del escándalo Turner-Stompanato.

Una noche, la hija adolescente de Lana para defender a su progenitora de otra brutal paliza, (contemplaba la escena detrás de la puerta) coge un cuchillo en la cocina, cuenta la leyenda, que se lo clavó a Stompanato en el estómago y acabó así, con el infierno que estaban viviendo las dos, a manos de ese ser tan despreciable.
Aunque existe otra versión todavía más sórdida, que asegura que Cheryl estaba celosa de la belleza de su madre y de su poder para seducir a los hombres y que lo asesinó por estar enamorada secretamente de Stompanato.

La trifulca entre los dos amantes, en esta ocasión, estaba motivada por la decisión de Lana de dejarlo, como era habitual, Stompanato reaccionó de manera desmedida y violenta, incluso amenazandola de muerte.
En el juicio posterior (que incluso fue retransmitido por televisión, marcando un hito histórico), Lana defendió insistentemente la inocencia de su hija. Finalmente, ambas quedaron absueltas, se consideró que fue un homicidio justificado. En dicho proceso judicial, salieron a la luz, trapos sucios: unos supuestos documentos y cartas dirigidas a amigos de Stompanato, en las cuales, él relata las aficiones sadomasoquistas de Lana, sus gustos en la cama y su insaciable apetito sexual.

Años después, Cheryl Crane confirmaría su culpabilidad en su libro autobiográfico ''Una tragedia en Hollywood'', en el cual, relataría detalladamente todo lo que aconteció esa fatídica noche del 4 de abril de 1958 y cómo planeó el asesinato de Stompanato, además de sacar a relucir una infancia muy traumática, en la cual, asegura que fue violada en repetidas ocasiones por Lex Barker (cuarto marido de su madre)  y por el padre de Lorenzo Lamas, el también actor Fernando Lamas (otro de los amantes de Lana).

En definitiva, Lana Turner tuvo una vida de guión cinematográfico, llena de escándalos y problemas personales. Podría ser carne ideal para un biopic apasionante, en un Hollywood actual tan falto de ideas nuevas, no me extrañaría que terminaran queriendo llevar a la gran pantalla su trayectoria personal y profesional.


Su accidentado paso por el Festival de San Sebastián

Lana recogiendo su premio Donostia.

En la edición de 1994, los premios Donostia recayeron en Lana Turner y Mickey Rooney. A ella, la invitaron por la necesidad de premiar a una figura femenina relevante, no por convencimiento real. Como bien relata Diego Galán en su estupendo libro ''Jack Lemmon nunca cenó aquí'', los organizadores (incluído él mismo, ya que fue director general y asesor del festival durante 13 años) la calificaban de estrella prefabricada de Hollywood a mayor gloria de maquilladores y peluqueros, no la consideraban una auténtica actriz (tal como le pasó durante toda su carrera, no solían tomarsela realmente en serio como intérprete, a pesar de sus admirables esfuerzos). Con la creencia de que recibirían una negativa por parte de la famosa actriz, decidieron intentar invitarla. Contrariamente a lo que pensaban, Lana Turner sí aceptó la oferta (en aquellos momentos, estaba con la grabación de un programa sobre su vida y este homenaje era ideal para incluírlo ahí). Intentaron todo tipo de artimañas para que Turner declinara asistir, pero no lograron quitarle la idea de la cabeza, convencida seguramente, de que podía ser su despedida a lo grande. Pidió poder pasar unos días en Madrid, antes de llegar a San Sebastián, pero terminó cansandose de esa ciudad al poco rato, apareciendo días antes de lo previsto, en el certamen.

Lana Turner no soportaba a Mickey Rooney y dejó claro que no quería encontrarselo en el festival. Rooney (recientemente fallecido) que había llegado días antes de la aparición de ella, aseguraba en sus memorias (que estaban a punto de publicarse) que había tenido un romance con ella cuando eran adolescentes y que había nacido una niña, fruto de su relación. La Turner siempre negó rotundamente esta noticia.

Mickey Rooney tuvo un paso agridulce por San Sebastián, afable cuando quería, pero también malhumorado y realmente caprichoso, tanto que por momentos, terminaron hartos de su presencia.

Los organizadores del festival intentaron a toda costa que el encuentro entre los dos no se produjera, pero media hora antes de la llegada de Lana, Rooney apareció de improviso en el hotel, sospechando de que pretendían despistarle para que no viera a Lana ese día (lo habían llevado a degustar una paella en un pueblo pesquero lejos de San Sebastián). Finalmente, consiguieron que subiera a su habitación, antes de que Turner hiciera su aparición. Para entretenerle durante un buen rato, se les ocurrió ofrecerle a una televisión rusa una entrevista exclusiva con él (Rooney que estaba insistentemente hablando de un western que había escrito y producido) aceptó por promoción. El mítico actor desde que se enteró de que Lana vendría a San Sebastián para recibir el premio Donostia, preguntaba constantemente cuando llegaría, a sabiendas de que un encuentro como ese, le reportaría todavía más publicidad para sus memorias. Un viejo zorro oliendo a su presa.

La llegada de Lana Turner fue tan clamorosa como mal organizada. Ella que estaba ya enferma y envejecida (tenía cáncer de garganta, de hecho, moriría un año después) se asustó, ante la avalancha de cámaras, fotógrafos y periodistas, refugiandose en su rechoncha asistente latina Carmencita. Poco después, en su habitación y pasado ya el susto, mientras Carmencita deshacía sus maletas, Lana estaba feliz, exclamando ''Llamadme Lanita. Todo el mundo me llama Lanita''. Estaba ansiosa por ir a todas partes, conocer los últimos rincones de Euskadi, dar entrevistas, ir al cine... Lana chapurreaba un simpático castellano aprendido en un rodaje y recordado gracias a Carmencita.

En la rueda de prensa, era optimista ante el cáncer que padecía... ''Mi fe es enorme y sé que el Dios que me dio la vida me está protegiendo de mi cáncer de garganta. Hace dos años me encontraba mal, pero ahora estoy alegre y con muchas ganas de vivir y sé que mi gran Dios no va a abandonarme''.

Estaba dispuesta a contestar a todas las preguntas, hasta que un periodista le hizo una pregunta indiscreta pero de actualidad, que opinaba sobre las declaraciones de Mickey Rooney, sobre su presunta relación sentimental e hija. ''Mickey Rooney es un cretino. Yo siempre he sido una romántica y me he casado siete veces pero ya basta. Ahora prefiero pensar en otras cosas''.
Cuando terminó la rueda de prensa, la despidieron con una gran ovación. Al volver a su habitación, se encontró con un ramo de flores que le había mandado Mickey Rooney. Lana que seguía enfadada con el actor, le gritó a Carmencita que lo tirara a la basura.

En la noche de entrega del premio Donostia, Lana Turner estaba muy emocionada y contenta, conquistó al público presente. Fue una noche espectacular e irrepetible. Mágica.

El problema vino después, ante la negativa de Lana Turner de entregar la Concha de Oro, como era tradición, ''Mañana no entregaré la Concha de Oro. Una estrella, ya se sabe, no debe exhibirse más de lo justo porque pierde intensidad''. Su decisión sentó mal, porque ya se había planeado que la entregaría ella. Afortunadamente, gracias a la argucia de Carmencita (la mucama de Lana) consiguieron el sí, ''Les hace mucho trastorno la señora, verdad? Si ustedes quieren yo puedo ponerme malita, así ella no podrá hacer el viaje sola y si se tiene que quedar mañana, será más fácil convencerla''. Carmencita comenzó con su ''actuación'' delante de Lana, haciendo que se mareaba y demás, asustando a la Turner, ''Carmencita, qué te pasa? Qué tienes? Dónde te duele?''''Ay, no lo sé señora, es un mal general. Son achaques de la edad. Mejor será que nos quedemos un día más y así puede usted hacerles el favor a estos muchachos tan simpáticos y que tan bien se han portado con usted...'' El engaño de Carmencita surtió efecto y Lana Turner subió al escenario para entregar la Concha de Oro a ''Días contados'' de Imanol Uribe (el jurado ese año, estaba presidido por el director Robert Wise).


Veronica Lake, la hermosa actriz de conflictiva personalidad

«He llegado a un punto en mi vida en que son las pequeñas cosas las que importan. Siempre fui rebelde y, probablemente, podría haber llegado mucho más lejos si hubiera cambiado de actitud. Pero cuando lo piensas bien, has llegado lo suficientemente lejos sin el cambio de actitud. Estoy feliz con eso.»

 
Nacida como Constance Frances Ockelman, el 14 de noviembre de 1922 en Broklynn (Nueva York). Veronica Lake (su apellido ficticio, hacía alusión directa a sus profundos y penetrantes ojos azules, tan azules como un lago), era de origen germano. Sus inicios fueron como modelo pin-up. Ya como estrella cinematográfica, ostentaba la mala fama de ser una de las actrices más difíciles con las que trabajar, sus compañeros se quejaban constantemente de que era imposible tratar con ella, debido a su rebelde y arisca personalidad (incluso Alan Ladd con el que colaboraría hasta en cuatro ocasiones, no mantenía una relación amistosa con su co-estrella habitual). Fredic March terminó tan harto de su comportamiento y de que le dieran tantos minutos en pantalla en ''Me casé con una bruja'', que retituló la película como ''Me casé con una zorra'' y aseguró que no volvería a colaborar junto a ella en ninguna cinta más.

Los estudios solían emparejarla con Alan Ladd, más por cuestiones de altura (él medía solamente 1,65) que artísticas, protagonizaron juntos diversos títulos noirs. Gracias a estas cintas, se convertiría en uno de los rostros indiscutibles del cine negro de los años 40.

 ''Nunca deseé ser una estrella, nunca me lo tomé en serio. No podía vivir, no podía soportarlo, odiaba ser algo que, en realidad, no era. De haberme quedado en Hollywood habría terminado como Alan Ladd y Gail Russell: muerta y enterrada. Aquella ciudad de ratas los mató y sé que también me habría matado a mí".

Lo cierto, es que Lake era principalmente conocida por su manera de peinarse (con una especie de flequillo ladeado tapandole un ojo denominado peekadoo, lo cual le daba una considerable dosis de misterio a su mirada) que causó sensación y por su sensual e innegable belleza. El suyo era uno de los rostros más pérfidos, fascinantes y enigmáticos que ha dado la Historia del Cine, poseía una presencia magnética y carismática en pantalla (memorables sus trabajos en ''Los viajes de Sullivan'' y ''Sangre en Filipinas'', por citar solamente dos ejemplos). Posiblemente no sería una de las estrellas del añejo Hollywood más dotadas artísticamente hablando, pero la cámara la adoraba y se manejaba de manera solvente en los papeles que le asignaban.

Su trayectoria fue fulgurante, con pocos títulos destacables y terminó de manera precipitada. A finales de los 40 empezó su declive profesional, la Paramount no le renovó el contrato y entre las deudas, divorcios, demandas y una posterior rotura de tobillo en 1959, Lake se vio obligada a retirarse del séptimo arte e ir sobreviviendo como podía, entre trabajos teatrales y televisivos.
Etiquetada como sex symbol, sus escándalos, fracasos comerciales, su indómita personalidad (se especulaba desde su infancia, que tenía serios problemas mentales) y su incipiente alcoholismo (fue detenida en numerosas ocasiones por embriaguez y por escándalo público), terminaron por enterrar una carrera que podría haber dado más de sí. La menuda actriz (medía 1,55) acabó totalmente arruinada y alejada del celuloide, se la encontró trabajando de camarera en el Martha Wasghinton Hotel de Manhattan (llevaba una temporada viviendo en hoteles baratos de Nueva York y Broklynn). En aquel momento, ante el periodista fingió ser una cliente pero después no tuvo más remedio que reconocer la verdad. Este escándalo le reportó una inesperada publicidad (y le devolvió momentáneamente la simpatía del público por ser una actriz caída en desgracia), que le proporcionó la posibilidad de volver a los escenarios, ejerciendo de presentadora de un programa de televisión de Baltimore y de retomar su actividad interpretativa, con una película de pésima calidad ''Foosteps in the Snow''.


Por desgracia, a finales de los 60, su salud física y mental empeorarían y es recluida en un psiquiátrico debido a una paranoia (afirmaba que estaba siendo investigada por el FBI).Temporalmente se recuperó y publicó una autobiografía ''Veronica'', la cual recibió críticas positivas y mucha publicidad. Con las ganancias de esta publicación, Veronica Lake rodaría su film de despedida, ''Flesh Feast'' de 1970, una cinta de horror de bajo presupuesto. Se trasladó ese mismo año a Reino Unido para casarse con su cuarto marido Robert Carleton-Munro, el matrimonio fue muy fugaz y tres años después, volvería a Estados Unidos y sería hospitalizada. Enemistada con su familia e hijos, no recibió ninguna visita. En 1973, fallecería a los 50 años en una cama de un hospital de Vermont, a causa de una hepatitis y una insuficiencia renal, derivadas de su adicción al alcohol.

Veronica Lake, fue lamentablemente, una de las tantas muñecas rotas del Hollywood del sistema de estudios, un monstruo que se alimentaba de la fama y belleza de sus víctimas y cuando ya no daban beneficios se deshacía de ellas. Lake, alcanzó lo más alto durante un escaso período de tiempo (llegó a ser una de las estrellas más taquilleras de su época y era portada de la mayoría de las revistas) pero las malas elecciones profesionales, su problemática personalidad y su repentino cambio de look (se vio obligada a cambiarlo, debido a que algunas mujeres de la sociedad americana de la época que trabajaban en las máquinas de embalaje e imitaban su peinado, sufrieran accidentes con sus largas melenas que quedaban atrapadas, en ocasiones, en la maquinaria). Se comenta que su brusco cambio de look, propició el inicio de su declive profesional, su legendario peinado se había convertido en su principal seña de identidad como actriz, causó un gran impacto en los espectadores. Esa fue solamente la punta del iceberg.


Resumiendo, Lana Turner y Veronica Lake fueron dos actrices rubias inolvidables del cine clásico, que vieron truncadas sus prometedoras carreras principalmente, por factores externos al terreno artístico (aunque realmente nunca fueron consideradas como buenas actrices con todas las letras). Como sabemos, Hollywood no tiene piedad (especialmente en aquellos años, cuando los estudios eran todavía más puritanos y ejercían un control total sobre sus stars, intentando tapar a toda costa cualquier escándalo que pudiera hundir la trayectoria de sus estrellas más apreciadas y rentables) y los escándalos de ambas se unieron a los fracasos comerciales de sus últimos films, este cóctel explosivo menguó el poder de estrella que encandila al público.

Audrey Hepburn, la dulzura hecha actriz (+ 9 películas claves) (III)

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Terminamos con nuestro especial sobre Audrey Hepburn. Ésta es nuestra última entrega. Esperamos que la disfruteis. Para leer la primera parte, aquí y la segunda, aquí.




''Vacaciones en Roma''(William Wyler, 1953)




Mucho antes de que Paolo Sorrentino nos hiciera viajar a la Roma más mundana de la mano de Jep Gambardella, otro director decidió que Roma era la ciudad perfecta para que su protagonista huyera, precisamente, de la mundaneidad y el vacío que dominaban su vida: era William Wyler, y en Vacaciones en Roma nos regalaba una de esas películas (no italianas) en las que es imposible no enamorarse de la capital italiana. Tan difícil como también lo era no rendirse ante la belleza de Audrey Hepburn. 

La princesa Anna quiere conocer la vida más allás del protocolo y el ambiente cortesano, y de ese impulso, de esa necesidad, se construye una película sobre las ansias de una vida diferente, de libertad, que se nos presenta como una comedia, avanza hacia la comedia romántica, y desemboca en ese final que, sin salirse de ella, logra que más de uno note un nudo en la garganta. Tres fragmentos que tienen tres protagonistas: Audrey Hepburn, Gregory Peck y Roma. La Ciudad Eterna es algo más que un escenario: por sus calles, la picardía de Joe Bradley se va transformando en algo mucho más profundo, e imposible; por sus plazas y monumentos, la cándida princesa Anna recibe unas dósis de madurez. 

Mientras Peck, que aceptó el papel que había rechazado Cary Grant, era ya un actor de carrera consolidada, para Audrey Hepburn este sería su primer papel protagonista. Hecho que provocó que la productora tratara de anteponer el nombre de Peck al de la actriz en los créditos inicials, algo a lo que se negó el actor. Con muy buen criterio, Peck creía que Hepburn estaba "a punto de ser una estrella". Y así fue: lograba el oscar a la Mejor Actriz Protagonista y se situaba como una de las actrices con más proyección de ese Hollywood que, en aquel 1953, era aún dorado.  

Hepburn logró conjugar las ansias casi infantiles de su personaje al principio de la película, con el componente cómico que se requerían para ciertos pasajes, según se va deshaciendo de ese porte de niña mimada inicial y, finalmente, con la madurez y serenidad que debe asumir hacia el final de la cinta. Todo ello en esa ambivalencia tan propia de ella en la que la inocencia que transmite recubre un caracter firme. 

Así, con Vacaciones en Roma la actriz se convirtió en estrella. Luego se convirtiría en mito, pero esa es otra historia.




''Ariane'' (Billy Wilder, 1957)


 
Amores fugaces, fingidos y verdaderos.

Excelente comedia romántica de Billy Wilder, cineasta clave para entender la comedia clásica y moderna estadounidense con obras tan populares como: Con faldas y a lo loco o La tentación vive arriba entre otras.
 En esta ocasión adapta a la pantalla junto a I.A.L. Diamond la novela de Claude Anet(seudónimo del tenista y escritor Jean Schopfer ) Ariane, jeune fille russe publicada en 1920 y que previamente fue llevada al cine en 1931 por el director alemán Paul Czinner con el título de Ariane y con guión de Carl Mayer.

Se nos cuenta la historia de Claude Chavasse (Maurice Chevalier) un detective que desarrolla su profesión en París,y que se ha especializado en resolver asuntos relacionados con infidelidades y deslices amorosos. Su hija Ariane (Audrey Hepburn) es una encantadora joven que toca el violonchelo y cuya curiosidad la lleva a inmiscuirse en uno de los casos de su padre, llevándole esto a conocer a Frank Flannagan (Gary Cooper) un rico playboy estadounidense con el que tendrá una aventura muy especial Pese a considerarse como una obra menor dentro de la sobresaliente filmografía de Wilder y haber sido maltratada por la crítica, es, sin embargo una película que contiene no pocos elementos de interés y que lleva por supuesto el sello de su autor: diálogos ingeniosos y chispeantes así como escenas construidas con gran ingenio y un amplio derroche de imaginación. Es una comedia más sentimental y lúdica que no contiene aún ese tono ácido y satírico presente en comedias posteriores como El apartamento (1960) o Un, dos tres (1961). La película se resiente debido a la excesiva edulcoración de algunas escenas, a un uso en ocasiones demasiado efectista de la música (que hace que en ocasiones la fluidez de la narración se relantize) y a una duración algo excesiva.



Dicho esto los actores están estupendos, Audrey Hepburn con su deslumbraste y sofisticada belleza ofrece una notable actuación, usando esa naturalidad y esa espontaneidad tan suyas que la han hecho merecedora de convertirse en una de las actrices más “cool” de todos los tiempos, no en vano era su segunda colaboración con Wilder tras la estupenda Sabrina (1954) por otra Gary Cooper está perfecto en su papel de galán otoñal y demuestra una vez más su gran capacidad para la comedia, no en vano ya intervino en dos películas escritas por Billy Wilder (La octava mujer de barba azul (1938) dirigida por su maestro Ernst Lubistch y Bola de fuego (1941) de Howard Hawks y finalmente con la presencia de un simpático y sagaz Maurice Chevalier.
La puesta en escena refinada y elegante debe mucho a Ernst Lubistch, con un estupendo trabajo en la fotografía de William C. Mellor y una música realmente evocadora de Franz Waxman. Película muy estimable, a redescubrir, eclipsada por la fama de sus comedias más conocidas citadas ya anteriormente. Contiene algunas secuencias magníficas y la elegancia y el encanto del buen cine clásico… creo que no se puede pedir más a una película.


''Sola en la oscuridad'' (Terry Young, 1967) 
           Por Immaculada Pilar Colom.





Como espectadores, una de las cosas que más tensión nos suele provocar es ver aquello que el protagonista, por las razones que sean, no puede. Sobre todo en el caso de thrillers, cuando sus protagonistas son ciegos, esa sensación casi claustrofóbica se hace acuciante. Lo que el personaje siente, y nosotros vemos, va cerrando la atmósfera de este tipo de películas de tal manera que, en muchas ocasiones, nos sentimos igualmente atrapados.

Entre el suspense y el terror, en 1967 Terence Young dirigió a Audrey Hepburn, Alan Arkin, Richard Crenna, al recientemente fallecido Efrem Zimbalist Jr., Jack Weston y Samantha Jones en esta adaptación de la obra de teatro de Frederick Knott, Sola en la Oscuridad. En la cinta, una invidente (Hepburn) era aterrorizada y perseguida por unos criminales en busca de un alijo de droga que había sido escondido en su apartamento, de forma accidental, por el marido de la protagonista.

Durante 108 minutos vivimos la persecución a la que se somete al personaje de Hepburn, y la película nos va envolviendo en esa sensación de soledad permanente y desvalida que persigue a la invidente, acrecentada por la fotografía, que potencia los claroscuros y las sombras, y por una efectiva banda sonora, firmada por Henry Mancini. 



Mel Ferrer, que por aquellos entonces estaba casado con Hepburn, produjo la película, de la que Audrey era protagonista absoluta. Ese halo de fragilidad que siempre le rodeó es aquí aún más patente. La actriz construyó su personaje de manera convincente, utilizando recursos que van más allá de una mirada perdida, como el sutil encogimiento con el que reaccionaba ante un grito o un sonido brusco. Así, sin exageración, la actriz logrará que el espectador se sienta tan atrapado como ella por esa doble prisión con la que juega el film: el apartamento de la protagonista y su propia ceguera. En cierta manera, mientras más cercada se encuentra la pobre Susy, más brillante es, si cabe, la interpretación de Hepburn.

La película dista de ser redonda, sin embargo tanto la actriz como la ambientación logran que pasemos por alto aquello que parece no funcionar tan bien como debiera. La cinta recibió una nominación al Oscar, en la categoría de Mejor Actriz, y significó un punto y aparte en la carrera de Hepburn, ya que no volvió a ponerse frente a las cámaras hasta diez años más tarde, cuando protagonizó Robin y Marian


''Robin y Marian''(Richard Lester, 1976)
 Por Juan Murillo Bodas.




 Estupenda película de un director, Richard Lester que filma la mejor obra de toda su carrera. Se trata de una revisión de la popular figura de Robin Hood en tono melancólico y crepuscular. Es una película de una gran sobriedad y belleza sustentada por un estupendo reparto encabezado por dos excelentes actores: Sean Connery que da vida a un Robin Hood maduro y maltratado por los años y su aventura en las cruzadas que, al igual que Ulises vuelve a su particular Ítaca tras haber estado ausente muchos años; por otro lado está la deslumbrante figura de Audrey Hepburn que nos brinda una de las grandes interpretaciones de su carrera, su encarnación de Lady Marian es conmovedora, Hepburn entiende a la perfección la riqueza de matices de su personaje y se convierte en esa dama desencantada e inconformista, frágil y dulce, fuerte y testadura que al ver como su amor se aleja para siempre decide entregarse al servicio de Dios, será además uno de sus últimos papeles importantes para el cine. 

Además, la película cuenta con unos secundarios de excepción: Richard Harris como un Ricardo Corazón de León cruel, salvaje y despótico y Robert Shaw, excelente en su papel de Sheriff de Notthingham. La ambientación está espléndidamente conseguida. El rodaje en exteriores dota de verosimilitud al relato, transportándonos a ese mítico bosque de Sherwood. La fotografía de David Watkin es magnífica combinando las suaves panorámicas con virtuosos planos cenitales mención aparte la brillante partitura de John Barry, una de las más logradas de su gran carrera que ambienta perfectamente la historia, bien es verdad que Lester abusa en ocasiones de la música para enfatizar el tono crepuscular del relato o para subrayar la emotividad de los paisajes o el riesgo de las escaramuzas… 

El guión de James Goldman está construido con una estructura in crescendo, bien es cierto que hay pasajes en los que la minuciosidad o la trivialidad relantizan el desarrollo de la historia, que por cierto está cargada de emotividad y nostálgia, aunque también hay un cuestionamiento de los valores tradicionales: la lealtad hacia la corona, la inutilidad de la guerra, y por ende todo lo que significará para los protagonistas: la perdida de la felicidad… la posibilidad de recuperar el tiempo perdido no es factible, ni siquiera para los héroes de la literatura folclórica épica. Muy recomendable película repleta de aventuras, pasión, reflexión sobre el paso del tiempo y cuya historia de amor es de aquellas que no se olvidan. Es también una película sobre el honor, la lealtad, la amistad y el amor verdadero. Perfecta película de aventuras para disfrutar una y otra vez.



Barbara Stanwyck, la actriz superlativa

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 Contenida, temperamental, auténtica, magnética, carismática, polivalente... Barbara Stanwyck (Ruby Catherine Stevens, 1907-1990) es una superviviente, una currante y actriz nata. De origen muy humilde, su madre murió cuando era muy niña y su padre abandonó a la familia, pasó su triste infancia en hogares de acogida. Trabajó en pequeños oficios (como telefonista, por ejemplo), hasta que a los 16 años, empezaría a demostrar profesionalmente aptitudes artísticas, debutando como corista en vodeviles y antros de mala muerte, posteriormente se convertiría en actriz teatral en Broadway llegando así, sus primeros éxitos (en esa época, conocería a su primer marido el actor Frank Fay y además, conseguiría su nombre artístico definitivo). Terminaría poco después, siendo descubierta para el cine, currandose su carrera desde abajo. Películas generalmente menores, en las cuales, representaba a la chica sencilla que era en la vida real, personajes de mujeres bondadosas (paradójicamente, a lo largo de su carrera, daría vida a algunas femmes fatales realmente sobresalientes, siendo la más lograda y por la que obtuvo mayor popularidad, la que encarnó en ''Perdición'').

''Las tres noches de Eva'' dirigida por Preston Sturges.

Fue Frank Capra, su gran descubridor y con el cual, empezó a brillar como se merecía. Pero el papel que la confirmó como estrella y la perfiló como intérprete de una solidez dramática abrumadora fue ''Stella Dallas'' (King Vidor, 1937), con el cual, lograría optar a su primer Oscar a la mejor actriz. A lo largo de su carrera, se sumarían tres candidaturas más a este premio, por sus espléndidas interpretaciones en ''Bola de fuego'', ''Perdición'' y ''Voces de muerte''. Nunca lo ganaría por una interpretación en concreto (simplemente, tiene en su haber, uno honorífico, que fue a recogerlo en 1981 y con dedicatoria incluída a su amigo William Holden, fallecido poco antes), siendo para mí, una de las injusticias más grandes de las que puede presumir la Academia.

''Perdición'' de Billy Wilder.

La Stanwyck es una maravillosa actriz de carácter, pocas tan versátiles, genuinas y emocionales como ella, con un control interpretativo realmente apabullante, su poderío escénico es memorable (una virtuosa de la interpretación, se maneja con una técnica admirable y muestra en la pantalla, sus emociones con una verdad increíble y absoluta). Pocas actrices dejan tanta huella en los espectadores como Doña Bárbara, actriz pasional y de una fuerza arrolladora. Poseedora de una voz contundente y muy personal y unas facciones singulares que podían haberla encasillado de por vida en papeles de mujeres fatales, supo transitar acertadamente y con una enorme facilidad entre todo tipo de registros y géneros. Aunque los melodramas y las comedias, predominan claramente en su extensa trayectoria. Una auténtica dama de la interpretación, con todas las letras. Era favorita de muchos directores, especialmente de Frank Capra (la adoraba, se comentó que estuvo enamorado platónicamente de ella, además, le inculcó que la herramienta esencial de un intérprete, debe de ser siempre la mirada y como sea utilizada), Preston Sturges (que la escogió personalmente para la deliciosa ''Las tres noches de Eva'') y Billy Wilder (que la convenció para protagonizar ''Perdición'', tras las dudas iniciales de la Stanwyck, por temor al encasillamiento).


Seguir artísticamente a la Stanwyck, es un disfrute constante, no paras de descubrir joyas cinematográficas y de deleitarte con su talento. La adoro. En pantalla, puede alcanzar todos los registros que desee, para ella no hay fronteras. Puede ser dulce, bondadosa, cómica, dramática, pícara, odiosa, inquietante, malvada... Es asombrosa, su capacidad para resultar creíble en cualquier situación o papel. Es de esas actrices, que recomendaría sin lugar a dudas, a los cinéfilos que sean novatos en el cine clásico, al igual que otros como James Stewart, Bette Davis, Katharine Hepburn o Cary Grant, puede presumir de una carrera casi perfecta (en la cual, ha trabajado con los directores más talentosos de la época más dorada de Hollywood, como Howard Hawks, King Vidor, Billy Wilder, Preston Sturges, Mitchell Leisen, Douglas Sirk, Robert Siodmak, Frank Capra o Fritz Lang, entre otros). Y si hablamos de partenaires masculinos, con los que se nota que conectó mejor y creó una química excelente y envidiable, fue especialmente con tres geniales actores: Gary Cooper, Henry Fonda y Fred MacMurray. Como actriz, destaco tres cualidades especialmente y que valen oro puro: la mentada versatilidad, la capacidad de condensar y transmitir a través de su mirada un océano de sentimientos sin recurrir a excesivos alardes interpretativos (es una intérprete tan dotada y que sabe mirar tan bien, que consigue ir más allá del texto) y su poderosa, personal y carismática presencia en pantalla. En definitiva, es de esas actrices que te atrapan.

''Stella Dallas'' de King Vidor.

Si como actriz se entregaba completamente, como persona era muy reservada, se conocían pocos detalles de su vida privada, aumentando así, el misterio que la rodeaba en su faceta profesional. En el ámbito sentimental, estuvo casada en segundas nupcias con el galán Robert Taylor (cuatro años menor que ella) al que llamaba cariñosamente Junior, terminarían separandose en 1951, tras doce años de matrimonio. Se comenta que la ruptura le afectó mucho y que no volvió a confiar realmente en los hombres (se rumoreó que él le fue infiel con actrices como Ava Gardner o Lana Turner y que estas infidelidades, la llevaron a un presunto intento de suicidio). Su amistad con Joan Crawford, en los mentideros de Hollywood, supuestamente apuntaba a una posible bisexualidad de ambas.

''Bola de fuego'' de Howard Hawks.

En los últimos años de su carrera, además de recoger numerosos premios honoríficos, se enfocó hacia la televisión, apareciendo en tres series: ''Los Colby'', ''Valle de pasiones'' y ''El pájaro espino''. Barbara Stanwyck era de esas actrices tan entusiastas y que sentían tanto amor por actuar, que no cesó de interpretar durante la mayor parte de su existencia. En los rodajes, tenía fama de ser una persona encantadora, por su profesionalidad, amabilidad y generosidad (ayudaba y apoyaba a intérpretes jóvenes e inexpertos, como a su futuro amigo William Holden en ''Sueño dorado'' de 1939).

Seguramente por la película que más se la recuerda es por la inmortal ''Perdición'', pero si os atreveis a profundizar más en su filmografía, hallareis otras cintas inmensas e inolvidables, es una intérprete que se merece una reivindicación eterna. Es sin duda, una de las grandes.
Un resumen de su trayectoria cinematográfica, aquí. 





Cine pre-code de Hollywood

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''El adulterio no debe ser presentado como algo atrayente. Se deberá mostrar un estilo de vida correcto''. Código de Producción, años 30. 


 Antes de que el código de conducta (el Código Hays, que duraría hasta 1967) fuera instaurado, el cine de Hollywood gozó de mayor libertad para mostrar escenas escandalosas para la época, lenguajes atrevidos y personajes amorales femeninos. La figura de la mujer en el cine, ha vivido una constante evolución, de personajes planos de mujer ingenua, santa o de vampiresa en el cine silente (las limitaban a simples estereotipos femeninos), hasta que en el sonoro, las actrices empezaron a encarnar a mujeres independientes, libertinas, complejas, sexuales y demasiado osadas para una conservadora América. Mujeres modernas y emancipadas, alejadas del arcaico rol de amantísima esposa y mujer dedicada al hogar. La pureza de antaño, dio paso a la sofisticación, sensualidad y picardía.Los inicios del cine sonoro, trajeron consigo, una necesaria e imparable renovación de la figura femenina en la gran pantalla, las mujeres pasan a tener el poder sobre los hombres y no al revés, gracias a su inteligencia y malas artes. Ninguna actriz, deseaba interpretar a la niña buena. La dura y complicada época de la Gran Depresión (en la cual, había aumentado alarmantemente el número de parados y los cines se estaban quedando vacíos), empujó a los Estudios a rebasar los límites. Buscando una manera de incentivar al público para volver a las salas, el cine de Hollywood se volvió más abierto sexualmente, más crítico socialmente y polémico (mostrando prostitución, alcohol, drogas, abortos, violencia, promiscuidad...), se tuvo que reinventar, ante la amenaza de la quiebra generalizada, fueron los años más negros de la industria cinematográfica americana.


''Se prohibe la perversión sexual* y toda referencia a ella''. Código de Producción, años 30. 


Desde 1929 hasta 1934, la mujer en el cine, pasó a ser desenfadada, divertida, maquiavélica y liberal, esos cinco años fueron los más descarados, explícitos y abiertamente sexuales de la Historia del Cine. En aquellas películas, las mujeres ascendían a altos puestos directivos, engañaban a los hombres a su antojo, eran madres solteras, dejaban de estar tan expuestas al yugo masculino, etc. Más de 50 actrices de la época (entre ellas, Barbara Stanwyck, Bette Davis, Loretta Young, Mae West, Jean Harlow, Norma Shearer, Marlene Dietrich, Greta Garbo, Joan Crawford, etc) se rebelaron contra el machismo y la figura dominante masculina en general, retratando a mujeres fuertes, sensuales, desenhibidas e independientes, criaturas de rompe y rasga en definitiva. Fueron unas pioneras de inicios del siglo XX, que marcaron las pautas de una inminente transformación cinematográfica, parecía que nadie podía pararlas, hasta que cinco años después (en Julio de 1934) llegó la censura de los guiones. Hasta ese momento, el cine de Hollywood, había sido la tierra de la libertad y la diversión. En la Metro, reinaban dos estrellas, Greta Garbo que representaba a la vampiresa y Norma Shearer a la ingenua, pero esta última, con la llegada del cine sonoro y cansada de la imagen blanda que el cine había proyectado de su persona, decidió cambiar completamente de registro para ''La divorciada'', acababa de casarse con Irving Thalberg, jefe de producción de la MGM. Thalberg era famoso por controlar la carrera de sus estrellas, Greta Garbo o Joan Crawford, se contaban, entre ellas. Se pensó en Joan Crawford para la protagonista de ''La divorciada'', pero Norma Shearer se adelantó y consiguió este codiciado papel pese a que inicialmente nadie estaba convencido de que podría interpretarlo de manera creíble (ni siquiera su marido Irving Thalberg). Norma, decidida a lograrlo costara lo que costara, le mostró una sesión de fotos provocativas suya a su marido y fue así, finalmente, cómo él accedió a hacerle una audición. Joan Crawford (que ya mantenía una relación distante con ella, ya que había sido una segundona suya, realizando tareas de doble en trabajos mudos de la actriz y además, le había robado papeles que ansiaba, ambas pertenecían al mismo Estudio) le declaró la guerra, nunca pudo perdonarla.

''Los criminales no deben ser convertidos en héroes. Los tribunales no deben ser presentados como injustos''. Código de Producción, años 30. 


El Código de Producción de Películas, especificaba, lo que se podía mostrar o no en pantalla (estaba prohibido por ejemplo, la desnudez, el adulterio o el sexo ilícito, etc). ''La divorciada'' fue una película clave en los últimos coletazos de la época pre-code, por su buen hacer, tratando un tema delicado en aquellos tiempos como es el adulterio, de manera sofisticada.


''Las películas no deben sugerir que la obscenidad es aceptable''. Código de Producción, años 30.


El fuerte acento sueco de Greta Garbo, retrasó su llegada al cine sonoro. Antes de que la Garbo debutara en el sonoro, Norma Shearer ya había protagonizado cuatro peliculas habladas. Fue en ''Anna Christie'', en la cual, pronunció sus primeras palabras. Greta Garbo aterrizó en Estados Unidos en 1925, al principio, sólo le adjudicaban películas en las cuales, interpretaba a vampiresas (un estereotipo que ella misma, odiaba), después del rodaje de ''El demonio y la carne'', se declaró en huelga. MGM, no tuvo más remedio que ceder y le ofrecieron ''Anna Karenina'' y ''La mujer ligera'', gracias a esos papeles, conseguiría deshacerse de esa etiqueta. ''Anna Christie'' y ''La divorciada'' se estrenaron con un mes de diferencia, Shearer ganó el Oscar a la mejor actriz, estando ambas nominadas.


''Una mujer para dos'', ''Anna Christie'', ''Carita de ángel'', ''Red Dust'', ''The Animal Kingdom'', ''Un alma libre'' o ''La divorciada'', son algunas de las películas más representativas de la era pre-code del cine americano. Se hablaba con libertad sobre el sexo, el deseo y se reflexionaba sobre los nuevos hábitos sexuales. Eran películas adelantadas a su tiempo y plenamente vigentes todavía en la actualidad, debido a lo modernas y subversivas que resultan.


''Se prohiben la indecencia y el exhibicionismo''. Código de Producción, años 30.

Fue, posiblemente, la etapa más arriesgada del cine americano, donde se llegaron a tratar temas sociales peliagudos o polémicos, como el aborto ilegal (en ''Men in white'' por ejemplo). ''Men in white'' estaba protagonizada por Clark Gable y Myrna Loy y basada en una obra que ganó el Pulitzer. Retrata el aborto de manera soterrada, pero claramente implícita, aunque sin mencionarlo o mostrarlo. Aún así, algunos críticos la consideraron inmoral, la recién creada Liga de la Decencia Católica la definió como ''inapropiada'' para su exhibición pública.

A principios de los años 30, las mujeres con formación universitaria y médica, empezaron a incorporarse al mercado laboral y las películas pre-code, narraban esas historias con interés.

''La reina Cristina de Suecia'' fue una de las primeras peliculas en mostrar la ambiguedad sexual, Greta Garbo estaba empeñada en hacer el papel de esta reina sueca bisexual, ante de las dudas de la MGM, les ofreció renovar su contrato con ellos, a cambio de permitirle protagonizar esta estupenda y transgresora cinta. El Estudio no tuvo más remedio que ceder, ya que la Garbo era una constante fuente de ingresos.


El cine pre-code subvirtió los roles antiguamente destinados al sector masculino, la mujer ahora, podía ser infiel, delincuente, trabajadora, malvada, egoísta, etc. Las mujeres por fin, se sentían liberadas y estaban empezando a conocer en profundidad, su sexualidad. El público de la época se sentía fascinado, por esas mujeres tan complejas, poderosas y con tanta personalidad e inteligencia. La era gloriosa de las mujeres fatales en el cine.


Las presiones de La Liga por la Decencia hicieron mella en el cine pre-code. Los católicos fueron los máximos culpables de que se implantara el temible Código Hays, debido a sus críticas y quejas sobre la conducta moral de las películas. Joseph Breen, un fanático religioso, que llevaba trabajando cuatro años en la oficina de William Hays, fue el principal impulsor de este código de censura, alegando que las cintas que se filmaban eran inmorales y atentaban contra la decencia. Poseía conexiones con la Iglesia Católica y fundó La Liga por la Decencia, un grupo religioso que les decía a los católicos que películas podían ver. Así fue, como consiguió el poder para poner al cine de Hollywood de rodillas. Y con ello, el fin de la era pre-code. Desde ese momento, las películas no podrían estrenarse sin el nuevo sello de aprobación del código de producción y antes de rodarlas, los guiones deberían de ser revisados y aprobados. Esta etapa supuso un considerable retroceso de la imagen de la mujer en el cine, volvía a ser considerada un simple complemento de la figura dominante masculina, una mujer sumisa y pura (la exaltación de los valores católicos más tradicionales). Pero finalmente, tantas restricciones, no pudieron frenar la reinvención de la figura femenina en el ámbito cinematográfico, la modernidad se abría paso. Y aunque fuera de manera velada o no tan implícita, algunos grandes creadores supieron hábilmente burlar la censura, que no desapareció, desgraciadamente, hasta 1967.

 *El eufemismo ''perversión sexual'', hacía alusión a la homosexualidad, entre otras cosas.

James Stewart, la representación cinematográfica del buen americano (+ 10 películas esenciales y 2 reivindicables) (I)

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INTRODUCCIÓN
Por Alba Mirás.

"Mejor que una gran interpretación es el nivel de la no actuación, cuando el actor desaparece y en la pantalla emerge la persona de carne y hueso, una persona que enseguida interesa a la audiencia. James Stewart, es de los pocos capaces de alcanzar ese nivel". Frank Capra.



  Contenido, genuino, carismático, entrañable, vivaz, luminoso, polivalente... James Stewart (1908-1997) fue un actor increíblemente versátil y talentoso, lograba mimetizarse tanto con los individuos que interpretaba, que daba la sensación de no actuar, todo le salía natural y espontáneo, sin impostaciones aparentes. Lo cierto, es que gran parte, de sus personajes guardaban supuestas similitudes con su personalidad real, representaba a la perfección al tipo corriente americano, al héroe accesible (a la persona que todos admiramos o queremos llegar a ser). Más que un intérprete en el sentido más convencional de este término, era un actor-personaje, su mayor virtud, residía en su eterna veracidad en pantalla (sus creaciones desprenden tanta verdad y autenticidad, que en determinadas ocasiones, resulta complicado discernir o delimitar, donde empieza y donde termina el ser humano ficticio o el real, da la sensación de que se han fundido en uno y por consiguiente, Jimmy suele interpretar variantes de sí mismo). Al igual que Cary Grant, Jimmy Stewart se creó con los años, una personalidad única y muy definida en el cine (en líneas generales, frecuentemente encarnaba al hombre provisto de un romanticismo incurable, íntegro, risueño, entrañable e idealista) resultando imposible que podamos imaginarnos a otros intérpretes en determinados títulos de su trayectoria. Su genialidad es inconfundible e intransferible.

Su carrera estuvo marcada por los personajes amables. Jimmy solía encarnar a tipos afables, con fuertes convicciones y de buen corazón, la representación ideal de los valores del buen americano en el ámbito cinematográfico (debido principalmente a sus 3 colaboraciones con el optimista y genial Frank Capra). Fue principalmente para el maestro del suspense Alfred Hitchcock (o también a las órdenes de Anthony Mann), para quien cambió radicalmente de personalidad interpretativa, representando en pantalla a personajes ambiguos y atormentados en ''Vértigo'' o ''La ventana indiscreta'' por ejemplo, totalmente opuestos a los roles luminosos y joviales que definieron la mayoría de su extensa filmografía. Supongo, que en algunas ocasiones, un determinado rostro condiciona tus papeles, Stewart siempre tuvo cara de buenazo (aunque su rostro ambivalente, podía tornase con inusitada facilidad para terminar eclosionando en personajes de una negrura y turbiedad insólitas) pero estaba tan dotado artísticamente, que se crecía ante los desafíos, consiguiendo encajar en otros registros diversos y más oscuros, demostrando así, una gran versatilidad. Uno de los actores, que mejor transmiten y reflejan la fragilidad, la comicidad y la emotividad en la gran pantalla. Como estaba comentando, Stewart desarrolla en sus películas, a grandes rasgos, dos perfiles claramente contrapuestos, uno es el más extendido o utilizado en su carrera, el tipo bonachón (que posiblemente, sea el más cercano a su personalidad) y el otro, el hombre obsesivo, tenebroso o sombrío, siendo seguramente, éste último el más arriesgado y complejo para un intérprete de sus características.

''Busco a un hombre para quien sea un esfuerzo llevar adelante su vida, cuyo juicio no siempre es demasiado bueno y que comete errores. Creo que la fragilidad humana es algo muy bonito de reflejar''. James Stewart.



James Stewart desprendía una naturalidad y carisma asombrosos, la cámara le adoraba y encandilaba al público con una facilidad pasmosa. De voz personalísima, calmada y profunda, comenzó su carrera en el teatro (daría sus primeros pasos en la interpretación gracias a que se unió a la compañía teatral University Players que pertenecía al director Joshua Logan, en ella, coincidiría con dos amigos suyos, Margaret Sullavan y Henry Fonda), después de abandonar sus estudios de Arquitectura. Al mudarse junto a Henry Fonda a Nueva York, probaría suerte en Broadway, donde cosecharía sus primeras críticas elogiosas. Poco después, gracias a Hedda Hopper (una actriz y columnista) realizó una prueba para la Metro y dicho Estudio lo contrataría a mediados de los años 30. Interrumpiría su incipiente y prometedora carrera, al alistarse en la armada americana para luchar contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial en 1941. Regresaría a su hogar en 1945, con un montón de medallas y con el rango de coronel. En definitiva, Jimmy fue un héroe dentro y fuera de las pantallas.

En 1945, recién llegado a Estados Unidos tras combatir en Europa junto a la armada americana. Protagoniza la portada de la revista ''LIFE'' en Septiembre de ese mismo año.


Nominado en 5 ocasiones al Oscar, ganaría uno como Mejor actor por su magnifica interpretación en ''Historias de Filadelfia''. Dotado de un timing cómico perfecto y realmente memorable, también demostró mucha soltura y admirable eficacia en registros más serios. Solía acoplarse a la perfección con sus partenaires femeninas, funcionando con todas ellas (especialmente con Margaret Sullavan, Katharine Hepburn, Jean Arthur o Rosalind Russell). Trabajó a las órdenes de los nombres más sobresalientes de la época dorada de Hollywood, como Frank Capra, Alfred Hitchcock, George Cukor, Otto Preminger, John Ford o Anthony Mann, entre otros.


Con su única esposa Gloria Hatrick McLean y sus cuatro hijos en común.


Hace escasos días (el pasado 20 de Mayo) se cumplieron 106 años de su nacimiento. Jimmy, es personalmente, uno de los actores clásicos que más adoro y más empatizo en pantalla, admirar a un actor como él, te abre la puerta a descubrir películas maravillosas o directamente, obras maestras. Es uno de los intérpretes ideales para iniciarse en esta adicción al cine clásico, dada la magnífica trayectoria que tiene a sus espaldas (en líneas generales). Con este especial, pretendemos rendir homenaje a uno de los actores más auténticos, portentosos e imprescindibles de la Historia del Cine.



''La ventana indiscreta'' (Alfred Hitchcock, 1954)
   Por Alba Mirás. 
 

 Nunca un título pudo ser más acertado. James Stewart, fotógrafo lesionado, observa con atención desde su ventana todos los movimientos de sus vecinos,pasa sus tiempos de ocio obligados, curioseando lo que hacen completos extraños del edificio de enfrente. ''La ventana indiscreta'' disecciona con mala leche, esa cualidad o defecto que tenemos cada ser humano de manera inherente,nuestra alma indiscreta o cotilla. Y por extensión, sirve también, para reflexionar sobre el hecho de que cada cinéfilo, llevamos en el interior un pequeño voyeur, nos fascina contemplar las miserias o alegrías humanas en una pantalla, aunque todo sea ficción.Lo esencial, es que el cineasta sepa contarnos con verosimilitud y pasión, todo lo que acontece en una historia determinada y en eso Hitchcock era un maestro, un creador de secuencias con un clímax apabullante de tensión y poder expresivo, esos ambientes opresivos y asfixiantes que te dejan pegado a la pantalla. Quizá los guiones de sus películas pudieran ser más cuestionables en determinados casos, pero es un realizador que lleva a rajatabla esa máxima tan importante, de que el cine es entretenimiento. Sin lugar a dudas, es un virtuoso de la dirección y en el campo del suspense su fama es justificada porque era un auténtico especialista, pocos tan hipnóticos y eficaces como él en ese género.

''La ventana indiscreta'' gira en torno a un misterio, identificar a un vecino como el presunto asesino de su esposa. Un contenido y magnífico James Stewart (en un papel singular en su carrera, un personaje amoral) ayudado por unas solventes Thelma Ritter y Grace Kelly intentarán resolver este caso a toda costa, aún a riesgo de perder su vida. A través de sus dos horas, Hitch mantiene constantemente nuestro interés y elabora de manera estupenda y admirable, un thriller que va in crescendo (dejando constancia, de sus portentosas habilidades como narrador cinematográfico, creando un conjunto vibrante, complejo y corrosivo) y nos deja frases memorables para la posteridad. Una de las películas más sólidas y emocionantes de su extensa filmografía.


''El invisible Harvey'' (Henry Koster, 1950)
   Por Alba Mirás. 



''El invisible Harvey'' es una comedia deliciosa y tronchante, en la línea vitalista de las mejores obras de Frank Capra, podía pertenecer perfectamente a su autoría. Se trata de la película favorita de James Stewart (muchos años después, él mismo protagonizaría un remake). El delirante argumento (A Elwood, es decir, James Stewart, presuntamente, se la aparece un conejo gigante, de nombre Harvey) juega con el espectador y plantea curiosas preguntas, nuestro protagonista está realmente demente o ese ser no es imaginario y en verdad existe? O es el único cuerdo entre las personas que le rodean? Harvey es una alucinación o no? Su familia, lógicamente, está preocupada por su estado mental y deciden internarle en un psiquiátrico. 

Estamos ante una comedia magnífica, que vuelve a poner de manifiesto, la sublime capacidad de Stewart para adaptarse a papeles cómicos, su Elwood es único y adorable. Jimmy realiza una actuación perfecta, conmovedora y sutil. También realmente memorable la interpretación de su hermana Veta Louise (Josephine Hull, ganadora del Oscar y del Globo de Oro a la mejor actriz secundaria por este trabajo). 

En los últimos años, Steven Spielberg estuvo interesado en dirigir un remake de ''El invisible Harvey'', aunque él seguramente haría una adaptación actual digna, creo que una película como esa, no tendría mucho sentido en nuestros tiempos y seguramente terminaría siendo algo bochornoso y no me imagino a ningún actor moderno adecuado para un papel de estas características, dado que Stewart lo hizo muy suyo. Es mejor, no tocar los clásicos, en definitiva. 


 ''Vértigo'' (Alfred Hitchcock, 1958)
    Por Josephb B. Macgregor.


No creo que exista ningún cinéfilo que no considere a James Stewart como uno de los actores más versátiles del Hollywood clásico, regalándonos a lo largo de una extensa y prolífica carrera un montón de personajes tan memorables como entrañables. Sin embargo, siempre he pensando que sus actuaciones pueden sintetizarse en dos creaciones muy claras., sin que esto implique una contradicción o negación de la afirmación anterior.

Por un lado, tenemos al galán de comedia o melodrama, siempre amable, despistado, nervioso, bondadoso, de ideas liberales, tímido, enamoradizo y algo ingenuo cuyos ejemplos más evidentes los encontramos en comedias archi-conocidas (Vive como quieras, Historias de Filadelfia, Me enamoré de una bruja, El invisible Harvey, El bazar de las sorpresas), melodramas amables (Música y lágrimas,El héroe solitario, El mayor espectáculo del mundo, The Stratton Story, Tormenta mortal), cine de catástrofes de los 70 y 80 (Aeropuerto 77), cine negro o policíaco de alto calado (La ventana indiscreta, El hombre que sabía demasiado, Anatomía de un asesinato, Yo creo en ti, La soga) e incluso westerns míticos (El hombre que mató a Liberty Valance, Winchester 73, Flecha rota, Dos cabalgan juntos). En contraste, Stewart supo interpretar también a un sujeto completamente opuesto al anterior: un hombre torturado, obsesionado por la venganza, opaco y en algunos casos cercano a la patología en films sobre todo de Anthony Mann (Colorado Jim, El hombre de Laramie,) y de Hitchcock (Vértigo), realizadores magistrales que supieron extraer del actor su lado más tenebroso y oscuro. Existirían un par de excepciones que cumplirían las dos opciones, es decir el personaje comienza siendo el buen hombre, de ideas liberales y bonachón que todos conocemos, pero gradualmente se va transformando en un sujeto que inicia un inevitable proceso de autodestrucción; estamos hablando de dos grandes e indiscutibles obras maestras de Capra: Qué bello es vivir y Caballero sin espada, posiblemente (junto a Vértigoy La soga), dos de sus creaciones más conseguidas y potentes.

Para este especial homenaje a su figura he elegido “Vértigo” no sólo porque la considero su mejor película sino también porque es de mi cinco películas preferidas de la historia del cine (no pedirme que cite las otras cuatro porque cambian según el día, aunque ésta siempre permanece en la lista). Tengo que advertir que considero que sí estás leyendo esta reseña es que has visto la peli alguna vez, pero si no es así te aviso que he escrito un texto repleto de spoilers ya que – aunque tal cosa no suele ser habitual en mí – considero absolutamente esencial desvelar los “intringulis” más importantes de la trama para poder realizar un comentario en profundidad de semejante obra maestra.

Sobre “Vértigo” se han hecho múltiples estudios, análisis, tesis o críticas; también se han intentado buscar analogías o correspondencias entre Scottie y el propio Hitchcock, de tal modo que el personaje interpretado por éste vendría a ser un reflejo bastante exacto de la personalidad del realizador británico, sobre todo en lo que concierne a su visión del sexo o su forma de relacionarse con las mujeres o con las actrices con las que trabajó con mayor frecuencia (Ingrid Bergman, Grace Kelly, Vera Miles o Tippi Hedren). Dentro de esta especie de leyenda negra, existen múltiples anécdotas al respecto que acontecieron durante el proceso de producción de las películas o durante el rodaje de las mismas. Así, por ejemplo, la secuencia en la que Scottie intenta transformar a Judy (Kim Novak) en Madeleine (también Kim Novak) y la lleva por diversas tiendas para conseguir una transformación perfecta, parece ser que es un fiel reflejo de la escrupulosidad de Hitchcock a lo hora de vestir( o de tratar /torturar) a sus actrices, incluida la propia Kim Novak. Pero quedarse en la mera anécdota, no añade más o menor valor a la película; es decir, opino que un film no es más bueno o más malo porque aparezcan en él rasgos de carácter o filias y fobias del realizador; yo diría que es algo lógico y normal que sea así. Qué Hitchcock fuera más o menos misógino y sádico hasta la tortura, o tuviera una sexualidad compleja, extraña o un sentido del humor un tanto “peculiar”, desde mi punto de vista, no añade más valor a la película; en cualquier caso, sus aciertos o valores son otros.

Aquellos que personalmente considero más sobresalientes residen en una realización impecable repleta de secuencias en silencio que explican muchas cosas; la más representativa sin duda alguna: la persecución inicial por las azoteas y tejados de Chicago, sin palabras sabemos la patología que padece Scottie; pero que también potencian al misterio y al suspense de la trama: el seguimiento en coche de Scottie a Madeleine por las calles de Chicago, la secuencia del museo y el cuadro, el descubrimiento del colgante / camafeo sobre el pecho de Judy y sobre todo, la magistral serie de secuencias en la que Scottie cree ver a Madeliene en algunas mujeres que pasean por la abarrotada avenida comercial, que evidencia el alto y peligroso grado de obsesión del detective por la amante muerta.

Por supuesto, entre sus aciertos más destacables e indiscutibles podemos citar además: la banda sonora de Bernard Herrmann, con ese maravilloso y hermosísimo tema principal inspirado en “Tristán e Isolda” de Wagner que refleja perfectamente ese carácter de ensoñación permanente en la que vive el personaje; los imprescindibles títulos de crédito (que parte de una pupila que se va transformando en un laberinto de espirales) o las secuencias de las pesadillas de Scottie, creaciones ambas de Saul Bass y por supuesto el magnítico tratamiento fotográfico del film a cargo del genial Robert Burks.

Con respecto a la trama y el guión (a cargo de Alec Coppel y Samuel Taylor, basado en la novela homónima de Pierre Boileau, yThomas Narcejac, pero siempre bajo la supervisión de Don Alfredo), “Vértigo” pertenece a ese tipo de films de Hitchcock en los que existen diversos virajes argumentales y de género a lo largo de su más que enredosa trama, algo que era del agrado de éste y que lo hacía con cierta frecuencia. ¿En qué consiste tal juego argumental? Pues en que la película empieza – en el caso de “Vértigo” – como una investigación detectivesca, que gradualmente se va convirtiendo en un historia de tintes (presuntamente) sobrenaturales – la (falsa) Madeleine cree estar poseída por el espíritu de una antepasada – para ir derivando en una tragedia – la muerte de la amada por culpa del vértigo de Scottie el cuál le impide subir las escaleras del torreón del campanario – y que paulatinamente se transforma en una patología cercana a la locura, para concluir finalmente con una suerte de insólita farsa que – según la versión que hayamos visto – deriva en un trágico desenlace o en un imposible final feliz. Y es que existen dos versiones diferentes del final del film: uno que termina con la figura de Scottie enmarcada en el campanario, que deja abierta la posibilidad de su inmediato suicidio; y otra, impuesta por los estudios de Hollywood, en la que tras la escena del campanario, el detective tiene una amable charla con su amiga de confianza(Barbara Bel Geddes), en tono de comedia. Personalmente, éste es uno de los aspectos del film en cuestión que más me han atraído siempre, su diversidad, que Hitchock sabe llevarte siempre por dónde quiere y lo hacemos con sumo placer y gusto. No importa las veces que la haya visto ni que conozca el desenlace, la experiencia resulta siempre gratificante y enriquecedora.

Esta sucesión de géneros a lo largo de la trama argumental también está presente en muchas otras obras de Don Alfredo, como por ejemplo “Psicosis” que comienza siendo un drama sentimental, para ir derivando en un film policíaco o de suspense pero que finalmente se transforma en un film de terror.

Como he señalado al comienzo de esta reseña, Scottie, el protagonista de la historia, pertenece al tipo de personaje torturado hasta la obsesión; en este caso, por una mujer que no existe más que en imaginación; la tragedia del detective es que se ha enamorado de una mentira, algo que suelen percibir muchas personas cuando llevan dos o tres años de matrimonio, pero que en el caso del personaje de Stewart significará un shock brutal que terminará afectado su psique o su propia salud mental, aunque también logrará superar su vértigo o miedo a las alturas, pero para ello tendrá que pagar un precio muy caro.

La interpretación que de este proceso de degeneración realiza James Stewart es más que magistral ya que consigue una grado de veracidad y autenticidad insuperable; logrando además que yo como el espectador participe me implique en su trágica peripecia, que me identifique al cien por cien con su tragedia personal – supongo que no me pasará sólo a mí –, llegando a sufrir junto a él todas sus inquietudes y zozobras, todas sus decepciones o lamentables decisiones; el actor que fue también “el hombre más rico de la ciudad” me ofrece en esta ocasión a un Scottie profundamente humano, pero a la vez patético y digno de lastima; aunque su descenso los infiernos me resulte siempre tan inquietante como sobrecogedor, tan conmovedor como lamentable. Sólo un actor del calado del gran Jimmy podía hacer tal cosa. Hitchcock tuvo mucha suerte.

Michael Powell y Emeric Pressburger, genios singulares

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Los británicos Michael Powell y Emeric Pressburger, fueron una brillante pareja de cineastas que crearon un cine singular, transgresor y fascinante. Muchas de sus impagables obras, hacen un uso arrebatador, hermoso e impecable del Tecnicolor, formaron un equipo en perfecta sintonía, mientras que Powell era un portentoso creador de imágenes indelebles, Pressburger era un más que notable contador de historias. Su característico -y decadente- estilo a medio camino entre lo clásico y lo subversivo, deja entrever una clara intención de transgredir las reglas de lo conservador, a través de un latente espíritu rupturista y un enfoque generalmente retorcido e inconformista, en eterna confrontación con el acomodamiento formal. Es, por consiguiente, su manera de hacer y entender el cine, parcialmente visionaria, posiblemente son un extraño fenómeno dentro de la cinematografía británica, estando un poco en tierra de nadie, sin ser seguramente lo suficientemente rompedores pero tampoco estrictamente clásicos.

Sus historias están protagonizadas en su mayoría por personajes complejos, con una psicología atormentada, enfermiza o maligna (desde aquella bailarina obsesionada por alcanzar la perfección artística de ''Las zapatillas rojas'' que posee evidentes similitudes con la Nina que le valió el Oscar a Natalie Portman, pasando por la memorable monja enloquecida de ''Narciso Negro'' o el genial psicópata de ''El fotógrafo del pánico''). Por lo general, todas ellas están unidas principalmente por un hilo conductor común, la intensidad dramática, aunque también se caracterizan por la mencionada atracción por retratar a personajes obsesivos u oscuros, la búsqueda de la propia identidad y por la soberbia utilización de una atmósfera sucia y opresiva, sus personajes suelen ahogarse en su entorno. Además, las cintas de este maravilloso dúo, cuentan con una sólida puesta en escena y con un marcado tono sombrío. En definitiva, Powell y Pressburger son sinónimos de cine imprescindible, perturbador, diferente y audaz. Grandísimos cineastas como Martin Scorsese, Jean-Pierre Melville, Bertrand Tavernier, Wes Anderson o Aki Kaurismaki, se encuentran entre los más fervientes admiradores de su arte inclasificable e inconformista. Con el afán de reivindicar a estos geniales semidesconocidos, ahí va mi pequeño homenaje a este dúo cinematográfico tan imaginativo, personal y especial. Sus creaciones son pura magia y dejan constancia de una poesía visual desbordante. 




''Vivo dentro del cine, escogí el cine desde que era muy joven -a los 16 años- y desde entonces, mis recuerdos coinciden virtualmente con la historia del cine... No soy un director con un estilo personal, hago simplemente cine. Crecí con él y pienso en él... En la misma medida en que estoy interesado en las imagénes, en los libros y en la música, todo ello debido al cine''. Michael Powell.

Michael Powell antes de unirse artísticamente a Emeric Pressburger, trabajó durante los años 30 en la industria cinematográfica británica con Rex Ingram y brevemente colaborando con el mítico Alfred Hitchcock, entre otros trabajos. Mientras que, Pressburger de origen húngaro, ejerció de guionista para el estudio alemán UFA, antes de escaparse de manera definitiva a Inglaterra -debido a la subida al poder del partido nazi, termina huyendo a Francia, lugar donde también desarrolla brevemente tareas de escritor cinematográfico para la industria de cine galo-. 

Michael Powell.

Michael Powell nacido en un pueblo cercano a la Catedral de Canterbury en 1905, era un niño introvertido y apasionado de la lectura, que terminaría profundamente afectado por la I Guerra Mundial durante su infancia. El joven Powell descubriría el buen cine, a través del mítico director alemán Fritz Lang, visionando sus primeros trabajos mudos, autor que irremediablemente influiría en su obra posterior. La muda ''Intolerancia'' de D. W. Griffith, se convertiría en la película clave en su vida, por la cual decidió dedicarse a dirigir. Totalmente convencido de su vocación artística, deja su trabajo en un banco y comienza su trayectoria en el mundo de cine, realizando tareas como ayudante del departamento de publicidad de una pequeña compañía de la Riviera Francesa. Poco a poco va escalando posiciones, haciendo antes todo tipo de especialidades, desde montaje y fotografía hasta alcanzar por fin, su meta soñada, dar el salto a la dirección.

Powell y Pressburger, iniciaron su andadura profesional conjunta a partir de 1939 tras coincidir en el rodaje de ''El espía negro'', una cinta dirigida por Powell y guionizada por Pressburger, posteriormente, crearían la productora The Archers. Su relación director-guionista fue atípica, ya que los dos tenían el mismo nivel de responsabilidad a la hora de poner en marcha cada proyecto -Pressburger creaba el guión y Powell se encargaba de la puesta en escena, montaje y de escoger las localizaciones, aunque en escasas ocasiones Emeric también participaba en el montaje y en la producción-. Después de tres trabajos conjuntos, fundarían la compañía The Archers, su asociación no sería meramente económica, si no que también supondría un compromiso a nivel artístico, pasando a firmar todos sus filmes como escritos, dirigidos y producidos por Michael Powell y Emeric Pressburger. Separarían sus caminos, en 1957. 

''Las zapatillas rojas'', ''Vida y muerte del Coronel Blimp'' y ''Narciso Negro''.

Las películas de Powell y Pressburger, suponen un hito dentro de la industria cinematográfica británica, conjugan una gran solidez argumental con un cautivador y único sentido de lo estético y a su vez, se mantienen como la quintaesencia de lo ''british'' -debido principalmente, a su sobriedad y elegancia formal-. En el cine de Powell y Pressburger, se nota una gran querencia por la belleza estética dandole una mayor relevancia, aunque sin descuidar tampoco la estructura narrativa de sus historias, es más que una colección de imágenes bellas y sugerentes, hay puntos de interés esenciales, como son los personajes, etc. Se podrían considerar una feliz anomalía dentro del cine británico, con más tendencia al clasicismo o conservadurismo formal. 
Michael Powell con una de sus musas, Deborah Kerr.

 La crítica de la época los calificó de manera errónea, definiendo sus cintas como simple cine de entretenimiento y escapismo, negandoles la merecida distinción de verdaderos autores. Esta infravalorización o desdén del sector crítico les acompañaría durante buena parte de su extensa filmografía -de hecho, Powell recibiría ataques excesivos por una fantástica y compleja película realizada en solitario, la subversiva y genial ''El fotógrafo del pánico'', que se introduce de manera hiper realista en la psique de un sádico fotógrafo, le tacharon de enfermo y degenerado a este director, por representar en pantalla los asesinatos con gran belleza y por la temática tan directa y depravada de la trama, fue sin duda, una película maldita y adelantada a su época-. La controversia de ''El fotógrafo del pánico'' afectaría gravemente a su carrera posterior.


Art Goes On Forever--A Tribute to The Archers from Serena Bramble on Vimeo.


 "La primera vez que ví ''Las zapatillas rojas'', tendría unos 9 ó 10 años. La poderosa historia y la riqueza del color, me afectaron mucho. Me embrujaron con la malicia de su enfoque. Cuidaron enormemente cada detalle y asumieron un gran riesgo: ésta fue la primera vez que una película se paralizaba, para introducir una escena de ballet de 20 minutos. Pero es que una película dentro de una película, más cine que baile. Es como si sintieras lo que siente y escucha Moira Shearer mientras baila". Martin Scorsese. 

Martin Scorsese, apasionado seguidor de sus películas desde su infancia -al quedar, impresionado con ''Las zapatillas rojas'' desde muy temprana edad- se encargó con su fundación de restaurar muchas de sus películas y siempre ha defendido con gran ahínco la maestría de estos dos cineastas no suficientemente reconocidos. Durante un viaje a Reino Unido cuando era un joven director y fue premiado en el Festival de Edimburgo por ''Alicia ya no vive aquí'', se empeñó en encontrarse con Michael Powell, se hicieron amigos cuando por fin, consiguió charlar con él -una tarea complicada, porque Powell y Pressburger enloquecían a los distribuidores con su imprevisibilidad y misterio, dificultando hallar su paradero en muchas ocasiones, sobre todo en el momento de estrenar sus filmes-. Powell -que se convertiría posteriormente en el primer y único marido de la montadora habitual de Scorsese, Thelma Schoonmaker, Scorsese forzó un encuentro entre los dos, al comprobar que su amiga, sentía fascinación por sus películas al igual que él- quedó gratamente sorprendido por el entusiasmo de Marty ''La sangre volvió a correr por mis venas de nuevo. Este joven director con su habla veloz, que conocía profundamente todo el trabajo que había realizado, tenía un montón de preguntas sobre cómo lo había hecho'', relataría en su libro autobiográfico.   
De la confianza entre los dos, nació la idea por parte de Scorsese, de re-estrenar y restaurar las películas de Powell y Pressburger -comenzando por volver a estrenar ''El fotógrafo del pánico'' en el Festival de Nueva York, donde gozaría de una acogida sensacional, curiosamente Francis Ford Coppola tendría allí, la primera oportunidad de visionarla- gracias a estas acertadas maniobras, este maravilloso dúo vio acrecentada la reputación que siempre han merecido. Scorsese, es un sabio director, que eternamente ha abogado por dar mayor visibilidad a los clásicos y defendido incansablemente su enorme valía.  


Jean Seberg, frágil y eterno icono femenino de la Nouvelle Vague

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 Jean Seberg, fue una actriz especial y no lo suficientemente valorada en su época, a pesar de tratarse de una de las intérpretes más humanas, sensibles y sutiles que han pasado por una pantalla de cine. Poseedora de una mirada entre la sensualidad, dulzura, malicia y melancolía, capaz de transmitir muchos sentimientos, a través de unos ojos azules preciosos y realmente expresivos. De presencia etérea y belleza frágil y angelical, también demostró a su vez, ser una estupenda actriz de carácter, aunando fortaleza y vulnerabilidad a partes iguales (el ejemplo más representativo de esta dual personalidad fílmica, es su fantástica y compleja interpretación de una esquizofrénica en la magnífica cinta de Robert Rossen ''Lilith'', posiblemente, la creación más completa y difícil de toda su carrera). Jean-Luc Godard se encaprichó con ella tras descubrirla en sus trabajos con Otto Preminger y consiguió que fuera la protagonista femenina de ''Al final de la escapada'', una de las películas más importantes de la Nueva Ola Francesa y de la Historia del Cine en general, cinta clave en su filmografía que la convertiría en un icono de la modernidad cinematográfica del siglo XX y en una de las musas más representativas de esta corriente artística renovadora gala. Era una estrella rebelde y apasionada que no terminó de encajar en la industria cinematográfica americana, negandose a amoldarse a ella. Su carrera se desarrolló entre Estados Unidos y Francia principalmente (aunque también incursionó en el cine español en una película dirigida por Juan Antonio Bardem y junto a la popular Pepa Flores ''La corrupción de Chris Miller). A partir de los 20, Jean Seberg tuvo muchos amantes, maridos y aventuras, entre los cuales, se encuentra el escritor mexicano Carlos Fuentes, Clint Eastwood, el director español Ricardo Franco (ella ayudó a financiar ''Pascual Duarte'' y posteriormente, su última película ''Lágrimas negras'' sirvió de homenaje a la actriz) o Romain Gary, etc.  


Descubierta por el maestro Otto Preminger (con el que mantendría eternas confrontaciones), famoso por su tiranía con sus actores, Jean Seberg con solamente 17 años, fue escogida para interpretar a Juana de Arco (en un casting por el que pasaron 18.000 aspirantes). La película no tuvo una recepción muy buena, pero ya se intuía el innegable potencial interpretativo de la Seberg, así como su magnetismo y el poder de fascinación que proyecta su expresivo y personal rostro. Preminger, confiando en la valía de esta prometedora jovencita, cuenta con ella para otra producción, la melancólica y excelente ''Buenos días, tristeza'', en la cual Seberg firma uno de sus trabajos más potentes y sentidos.


Jean Seberg haciendo una audición para ''Santa Juana'' de Otto Preminger.


''Vengo de las Grandes Llanuras de Estados Unidos. Iowa significa John Wayne, Ronald Reagan y yo. Como dicen es un país ''WASP''(Blanco Anglosajón y Protestante). Es muy estricto, tiene una educación religiosa estricta. Para desvincularte, para escapar de todo eso, te conviertes en escritor o actor. Me criaron estrictamente como luterana, con todo lo que implica, por desgracia, sobre la culpa. No soy una practicante fiel. Puede que por reacción, he tendido a alistarme a otra cosa, en la izquierda''(Jean Seberg). 

''En el camino entre ser una chica de pueblo y una estrella de cine, ella acabó desviándose. Supongo que quería ser las dos cosas, pero nunca supo quién era''. Clint Eastwood(amante ocasional de Jean Seberg, durante un breve período de tiempo, a raíz de filmar juntos ''La leyenda de la ciudad sin nombre'').


Criada en el pueblo obrero de Marshalltown (Iowa) e hija del farmacéutico Ed Seberg, Jean Seberg descubrió desde temprana edad su vocación artística: ''Quise ser actriz desde los 12 años, que fue cuando ví por primera vez una película de Brando ''Hombres''. Fue la primera vez que me impresionó la fuerza que puede tener un actor y lo que puede conmover. Enseguida, me puse a leer todo lo que pude sobre Marlon Brando. Leí que odiaba la publicidad y que adoraba la calma, así que le escribí una carta en la que le invitaba a venir a vivir con mi familia a Marshalltown''. Seberg terminó conociendo a Brando años más tarde y le preguntó si todavía seguía en pie la invitación.

''Mis padres estuvieron de acuerdo con Jean cuando quiso hacer audiciones. Pensaron que sería el final. Cuando le pidieron que hiciese una audición con Otto Preminger, se preocuparon más. Cuando consiguió el papel, todos nos pusimos muy nerviosos, estábamos abrumados y bastante preocupados'', su hermana Mary Ann Suey Seberg, se confiesa acerca del clima de incertidumbre y preocupación que rodeaba a la familia durante los primeros pasos artísticos de una prometedora Jean Seberg. En Marshalltown, era una jovencita muy popular, la describían como bella, encantadora, divertida, emocionante y arriesgada: ''Jean era muy divertida. Siempre era divertido estar con ella. Creo que una cosa que la diferenciaba, era esa compasión que sentía por los demás. Muchos de nosotros nos divertíamos, mientras ella se preguntaba por qué se hacían las cosas. Mary Ann Suey Seberg -hermana de Jean-.''Era muy adelantada a su tiempo, en muchos aspectos. Cuando tenía 14 años, se unió a la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color. Con 14 años, ninguno de nosotros formaba parte de la asociación... Te lo garantizo, pero Jean sí. Imaginatelo. Marshalltown, un pueblo de Iowa, se le quedaba pequeño. Fue muy interesante crecer con Jean Seberg.
Pasión era su segundo nombre. Todo lo que hacía, lo hacía con pasión. Con ésto me refiero a novios, posturas políticas y que alguien le sugiriese que podía saltar al panorama internacional y ser la próxima santa Juana''(Bob Norris, amigo de la infancia).

''Santa Juana'' de Otto Preminger, debut cinematográfico de la inmortal Jean Seberg.


 El 13 de Noviembre de 1956, cuando Jean cumplió los 18 años, voló a Londres para el rodaje de ''Santa Juana'' de Preminger, su corazón latía con fuerza. Llevaba consigo una Biblia de cuero blanco, fotos de sus padres, el símbolo de Marshalltown y una mazorca de maíz dorada, para que le diesen suerte. Sin embargo, al llegar a los Estudios Shepperton, su ilusión se vio empañada, ante el clima hostil que se encontró por parte de Preminger, decidido a perturbarla. Jean Seberg, hizo todo lo posible para complacer al tiránico maestro, pero cada noche, tras el rodaje, sollozaba a escondidas: ''Es un tanque, es un hombre con muchísimo talento, es muy inteligente y listo, pero es una persona que aplasta y que aterroriza a la gente. Intimidaba mucho, gritaba... Es de la clase de persona que te insulta, que grita, que chilla. Gradualmente, me convertí en una especie de tortuga, me refugiaba en mí misma, cada vez más'', Jean Seberg rememorando su complicada relación con el mítico realizador. ''Después de 'Santa Juana', la criticaron, a ella y a la película. Estaba decidida a hacer un mejor trabajo la próxima vez. No recuerdo que Jean dijese 'Ya es suficiente, ésto es muy duro, no quiero hacerlo'. Siempre había algo más que quería hacer'', comenta su hermana.
Preminger pese a lo estricto, exigente y duro que era, admiraba el talento y la fuerza interior que derrochó Jean Seberg durante su primer rodaje juntos, aguantando los malos modos del cineasta. Repitieron poco después, en la nostálgica ''Buenos días, tristeza''.

Cartel japonés de ''Buenos días, tristeza''.

Jean Seberg completamente decidida a superarse artísticamente y demostrarle a Preminger que sí era una buena actriz, se preparó a fondo para interpretar su memorable papel de Cécile en esta película, se mudó sola a Niza, aprendió francés, hizo todo lo que pudo para tener éxito y lograr resultar creíble en un personaje tan demandante: ''Si me aplico, si trabajo mucho, si adoro mi vida y a los demás, lo conseguiré'', le aseguró a su familia. Gracias a un joven crítico y posterior magnífico autor François Truffaut, ''Buenos días, tristeza'' despertó la gloria de Jean Seberg: ''Cuando Jean Seberg está en pantalla, sólo la miramos a ella. Su mirada es preciosa, sus gestos son elegantes. La forma de su cabeza, su figura, sus andares, todo es perfecto. Su atractivo sexual no se ha visto antes en pantalla. Independientemente, de que vaya con falda, vestido, bañador o con camisa de hombre con los extremos anudados en el vientre, o con una blusa discreta. Jean Seberg con sus ojos azules y los reflejos de travesura masculina, carga sobre sus pequeños hombros toda la película, que no es más que un poema de amor de Preminger para ella''. Truffaut contribuyó enormemente a que Jean Seberg fuera considerada una gran actriz y le abrió las puertas de la cinematografía gala, al igual que Godard: ''Fue gracias a la Nouvelle Vague. Eso fue. Especialmente por Truffaut, que en esa época, era crítico y me defendió, no como los otros críticos y Preminger. Creo que Truffaut y Jean-Luc Godard, quisieron que saliese en ''Al final de la escapada'' con Jean-Paul Belmondo, cosa que me ayudó''(Jean Seberg).

Jean-Paul Belmondo con Jean Seberg en la mítica ''Al final de la escapada''.

Jean Seberg aterrizó en Paris un mes antes de comenzar a rodar ''Al final de la escapada'' (una película que marcaría a fuego, su carrera). A principios de Agosto de 1959, conoció a Godard. ''El primer día de rodaje fue muy raro. No rodó casi nada. Observaba al pequeño equipo. Le parecían aficionados. Rodaban sin sonido y Godard hablaba durante las tomas. Él le daba el texto a última hora, era el método de Godard. A ella le parecía muy extraño, así que quiso dejarlo después del primer día. Sin embargo, continuó, intrigada por lo que sucedía. En medio del rodaje, Seberg vio que, con estos métodos, Godard estaba captando, lo que definió como algo natural, verdadero y auténtico en ella. La verdad. Es lo que quedará''.


Jean Seberg junto a Romain Gary.

''Conocí a Romain (Gary) cuando tenía 21 años. En ese momento, estaba casada. No iba bien, pero estaba casada con un joven francés, que quería conocer al cónsul francés de Los Ángeles y que me llevó al consulado para dejar su tarjeta. Conocí a Romain, que era el cónsul y nos enamoramos''(Jean Seberg). Tenía 24 años más que ella y no tenían mucho en común (diferentes orígenes, idioma o cultura), sin embargo, un día de 1959, el autor de ''La promesa del alba'' y la actriz, comenzaron una gran historia de amor, que daría mucho que hablar. En el verano de 1962, Jean Seberg vivía sumida en el secreto, tras el nacimiento de su hijo Diego (oculto, para no poner en peligro, el divorcio de Gary y no comprometer la carrera de Jean en Hollywood con un escándalo), firmó con el Estudio Columbia, en el cual, le ofrecieron la película de Robert Parrish ''In The French Style''. La cinta marcó su regreso al cine americano, tras un parón de tres años. Truffaut que la alabó como actriz anteriormente, le ofreció el papel como protagonista femenina de ''Fahrenheit 451''. La actriz quería trabajar con este director proveniente de la Nouvelle Vague, pero al final, François Truffaut escogió a la también estupenda Julie Christie. Jean Seberg se quedó muy decepcionada y le escribió una amable carta: ''Sólo pido poder trabajar algún día contigo. Espero que surja otra oportunidad. Te envío mis mejores deseos para ''Fahrenheit''. Desgraciadamente, nunca tuvieron la oportunidad de colaborar juntos en una película.

''Creo que todas las actrices tienen túneles. Ya en mi carrera, había tenido momentos en los que pensé 'Me han olvidado. No volveré a trabajar'. Era infeliz y no encontraba películas que hacer. El problema es que los actores somos como caballos de carrera. Lo pasamos mal cuando la carrera se cancela''. Jean Seberg.

Jean Seberg protagonizó ''Lilith'' al lado de Warren Beatty.

''Lilith'' fue el papel de su vida, según ella misma aseguraba (afirmación con la cual coincido). Fue la última película que filmó Robert Rossen. Este complicado papel de una esquizofrénica, contribuyó todavía más a su deterioro mental, resultandole difícil discernir realidad y ficción: ''Quería hacer una película en la que pudiese intentar no mentir. Todas esas películas, en las que se ve a la gente, gritar y gesticular, están absoluta y vergonzosamente mal. Lo cierto es que la locura, excepto la locura total, no se puede fotografiar. Es como una cámara que tiene mucha definición y luego saca todo borroso. Luego vuelve a estar definido y de nuevo, borroso. Es algo fascinante y nosotros no lo mostramos. Eso es lo que me mata. Esa gente es la más brillante, lúcida, sensible, dulce y graciosa y de repente, sucede eso y es horrible''(Jean Seberg).


Comprometida con la lucha por la igualdad racial (formaba parte de los Panteras Negras, lo cual propició que fuera investigada por el FBI). Durante el verano que rodó ''Lilith'', creció el movimiento por los derechos civiles y se preparó la marcha en Washington en Agosto de 1963, liderada por Martin Luther King. Marlon Brando también fue otro de los rostros conocidos que apoyaron intensamente la causa de los negros. Jean Seberg, trabajó mucho para ayudar a la gente de color. Aunque era americana se sentía incómoda en esa sociedad que promulgaba el odio y la discriminación entre razas (y en el aspecto profesional, cada día, estaba más desilusionada con los papeles le llegaban desde Hollywood). ''Me enfurece que aquellos que tienen que conocer la industria del cine, vengan aquí, como ya ha sucedido y que no conozcan a Truffaut y que no sepan que Belmondo es una estrella en Europa. Todo está tan cerrado, que parece algo lunar. Parece que estás en otro planeta. No me gusta''(Jean Seberg).

Jean Seberg buscaba insistentemente su lugar, sintiendose una extranjera en todas partes. ''Echo de menos Iowa, especialmente el verano, ya que recuerdo las vacaciones en la granja de mi tío. Sueño con tener algún día una casa cerca de Marshalltown, con muchas tierras y muchos animales. Ese viejo axioma, es cierto, no puedes quitar la granja a la chica''.


Su último marido Romain Gary, acrecentó su actividad literaria. La actuación y la escritura solían separarlos, pero, cuando podían, viajaban juntos e intentaban verse. Jean Seberg acompaño a su marido a Budapest y él asistió al rodaje de ''La ruta de Corinto'' de Chabrol en Grecia. Romain soñaba con la cinematografía, albergaba el deseo de dirigir una película. En 1968, adaptó una de sus novelas al cine, ''Los pájaros van a morir al Perú'' y le dio el papel de Adriana a su esposa Jean Seberg (un personaje que había sido creado a su medida). En la cinta, había escenas eróticas y secuencias de una gran dificultad a nivel interpretativo. Lo que debía de ser una prueba de amor hacia su mujer, se convirtió en un cáliz envenenado. El filme, en vez de unirlos, los distanció.  

''Hay muchas películas que no conozco. Ví unas cuantas cuando estaba viva. Le pareció divertido llevarme a ver ''Aeropuerto'', que había sido un éxito en Estados Unidos. Ví ''La leyenda de la ciudad sin nombre'' porque fuí al rodaje, fue magnífico. Fue un momento en el que me sentía cerca de mi madre. Mi madre tuvo una aventura con Clint Eastwood, es una pena, porque creo que mis padres se quisieron hasta el final''(Diego Gary, hijo de la Seberg).

''La leyenda de la ciudad sin nombre''.

''Estaba loco por Jean Seberg''(Clint Eastwood le confesó a su biógrafo). Después de 40 años sin hablar públicamente de su affaire con Jean Seberg, Eastwood comenta: ''Ya hace mucho tiempo de eso. Cuando estabamos rodando juntos, su vida era perfecta. A ella, le gustaba el lugar donde filmamos, porque le recordaba a Marshalltown, su ciudad natal. Creo que sentía nostalgia. Guardo un buen recuerdo de eso. La película no era una maravilla, pero fue un momento estupendo. Yo la adoraba. Pude verla como actriz en el rodaje y como persona, alguien que vivía un gran momento. Creo que no hubo mucha gente que pudiese ver eso. Hablábamos sobre la familia, los amigos, las relaciones, el amor...''. Para Jean Seberg, Clint Eastwood era tan atractivo como Gary Cooper. ''Me hubiese gustado tener una foto de ella, en la que fuese ella misma, ya que creo que su verdadera personalidad, nunca se vio en pantalla. Era encantadora. Nos vimos en París, un tiempo después. Yo quería hablar con ella. Hablamos muy poco, pero parecíamos desconocidos''. La entrevistadora le pregunta ¿Nunca la olvidarás? y él responde sinceramente -''Eso creo. Ella fue muy importante en mi vida, sí''-.

Clint Eastwood y Jean Seberg.


A principios de 1968, Jean se mudó a Beverly Hills. Continuó apoyando la lucha por los derechos civiles y abrió sus puertas a los activistas negros. El Partido Pantera Negra de Los Ángeles se volvió más radical. En todo el país, los jóvenes acudían a la causa. En ese momento, Jean Seberg conoció a un hombre negro que cambió su destino, se llamaba Hakim Jamal, era un personaje peligroso y avaricioso, fascinado por el espectáculo y que detestaba a los blancos. Jean tuvo un romance apasionado con él. Incapaz de pararla, Romain Gary, escribió ''Perro blanco'' y la dejó. Jean Seberg entró en una época tormentosa y deprimente. En una carta para su madre, Seberg le habla de todo, principalmente de su necesidad de proteger a su hijo Diego del divorcio y de sus miedos.  



''Toda mi vida, desde que tenía 13 años, he luchado por los estadounidenses de raza negra. Con los años, mi compromiso, ha crecido. Al rodar ''Aeropuerto'' en Los Ángeles, trabajé con los Panteras Negras, personas a las que aprecio mucho''(Jean Seberg). Su profunda implicación con las personas de raza negra, provocó las sospechas del FBI. J. Edgar Hoover, abrió un expediente sobre ella y durante dos años, se inspeccionó su vida (pincharon su teléfono y registraron sus movimientos). Pretendían silenciarla. ''Como apoyé a los Panteras Negras y los financié abiertamente, fui víctima de un complot del FBI que fue muy lejos''. Cuando Jean Seberg se quedó embarazada de nuevo, el FBI quiso arruinar su imagen pública y dijeron que el padre del niño era un líder negro. La noticia inventada, tuvo mucha repercusión y se convirtió en un escándalo en Estados Unidos. A raíz de eso, su carrera americana y su vida, se vieron seriamente dañadas. Fue una víctima de los ataques del FBI, muchos los señalan como los causantes de su suicidio. ''Fue devastador para ella. No creo que su fama se viese interrumpida por esos ataques. Fue la falsedad, mentían sobre ella. Ella estaba perdiendo su voz para expresar quién era. Llegó un momento en que perdió el control de su destino''(Bob Norris, amigo de la infancia).

''Cada día que llegaba, la grababa. Grabé a Jean así, durante dos meses y medio, así como todo el trabajo que hacía delante de la cámara, mientras yo hacía este ejercicio técnico. Era una actriz estupenda. Si estábamos en un hotel, agarraba la cortina e interpretaba la obra dramática de forma conmovedora y con mucha violencia delante de la cámara. En cuanto cortaba la grabación, volvía a ser una persona totalmente serena. Con ella, esta tensión dramática, era una forma de actuar. La veía como una especie de referencia, cada vez, que intentaba conseguir algo más de un actor. Su forma de ser, el trabajo que hizo''. Philippe Garrel, director de una de sus últimas películas, ''Les hautes solitudes''.  


1970 fue un año horrible para Jean Seberg. El 20 de Agosto, Jean dio a luz a una niña prematura y mortinata, a la cual llamó Nina (por la madre de Romain Gary, ambos ya estaban separados, pero él reconoció a la pequeña, de todos modos). Jean Seberg estaba destrozada ante la muerte de la niña y se sumió en una locura persecutoria, poco antes de enterrar al bebé en Marshalltown. El cuerpo de la niña estuvo expuesto en un atáud de cristal durante dos días, en los cuales, se pudo comprobar claramente que el FBI había mentido y su hija era blanca, no tuvieron más remedio, que rectificar. Unos años después de la muerte de Jean Seberg, el FBI declaró que había mentido sobre la actriz para neutralizarla. Jean Seberg pasó sus últimos años en París, al lado del piso de su ex-marido Romain Gary, que se volvió como en un segundo padre para Seberg: ''Mi padre volvió a demostrar lo maravilloso que era. Mi padre intentó protegerla de sus demonios y cuidarla, ya que siempre quiso cuidarla hasta el final''(Diego Gary, hijo de la Seberg). A principios de 1971, Jean Seberg encontró el amor de nuevo, de la mano del joven cineasta Dennis Berry. Una semanas después de conocerse, se casaron en Las Vegas: ''Sabe quién es, donde va... Lo que quiere hacer y que yo le quiero''(Jean Seberg). ''Cuando nos conocimos, vino y me dijo 'Es como si ya te conociese' y yo le dije 'A mí también me pasa'. Después de ésto, hizo una auténtica locura, dijo ¿Puedes hacer algo por mí? y yo le contesté 'Haré todo lo que quieras'. Dijo 'Bésame'. Nos besamos antes de tener una oportunidad de hablar. Fue amor a primera vista, una atracción inevitable e irresistible. Aunque fuesemos de mundos diferentes, dos estadounidenses, extranjeros en París, obsesionados con los Panteras Negras, con el socialismo, la revolución, la libertad, con la idea de reinventar el mundo. Hubo una afinidad inmediata'', relata Dennis Berry.

Fueron Otto Preminger y J. Edgar Hoover, dos de los mayores culpables del declive personal y profesional de Jean Seberg, los que contribuyeron más a su destrucción emocional definitiva. En los 70, tras muchos intentos de suicidio, fue de clínica en clínica. Romain Gary intentó salvarla, pero no lo consiguió. ''Compartí momentos trágicos con ella. A veces hablaba sola, cuando yo estaba en la habitación. A veces, a las tres de la mañana, tenía que llamar a Warren Beatty para mostrarme que era amiga de las estrellas. Nunca supe exactamente que enfermedad tenía, si es que tenía alguna. Lo mismo fue agotamiento nervioso, por todo lo que había vivido''(Diego Gary, hijo de la actriz). Jean Seberg se suicidó mediante una excesiva ingesta de barbitúricos el 30 de Agosto de 1979, cuando contaba con 40 años, su cuerpo fue hallado en el interior de su automóvil, estacionado en un distrito de moda de París. En su mano, se encontró un papel arrugado que contenía las siguientes palabras: ''Querido Diego: Ya no puedo soportar estos nervios. Perdóname. Se fuerte. Jean''. Un año después, Romain Gary también pondría fin a su existencia, dejando una escueta misiva ''No es por Jean Seberg''.

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