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Channel: Clásicos eternos
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Jacques Demy y su fabuloso universo encantado

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''Intenté luchar contra la creencia de que los musicales no podían hacerse en Francia. ''West side story'' y muchos musicales de Stanley Donen han funcionado bien en territorio francés y eran increíbles. No se han hecho muchos musicales en Francia, pero cuando lo hemos intentado como con ''Let's Go to Deauville'' o ''Let's Go to Montecarlo'', hemos creado una atmósfera de ensueño, estaban llenas de luminosidad y encanto''.  Jacques Demy.

Jacques Demy

 Jacques Demy, procedía de Nantes (Francia), era de origen humilde (padre mecánico y madre peluquera), fue un cinéfilo precoz como tantos otros legendarios cineastas,''Las películas fueron mi único amor. Empecé a ver cine a los 9 años, principalmente eran películas de Chaplin. Compré mi primera cámara con 13 años. Por consejo de mi padre, estudié carpintería, calderería y electricidad en una escuela vocacional. Quería irme de casa y hacer películas'', relataría el propio realizador. Era un apasionado del arte, desde la pintura, el cine y el teatro hasta los espectáculos de marionetas o títeres. Fue un niño creativo (dibujando, creando sus propias marionetas, etc), despierto y soñador. Tuvo una infancia generalmente feliz (su familia era aficionada al cine y a la música), hasta el estallido de la II Guerra Mundial y la posterior ocupación alemana''No tengo casi recuerdos duros, hasta los 12 años, con la guerra. Hubo un bombardeo en Nantes el 7 de Septiembre de 1943, fue una experiencia horrible. Y cuando tienes recuerdos como esos y tengo una memoria muy vivida, desde ese momento nada importaba ya. Después de algo tan horrible como aquello, tienes el sentimiento de que nada peor puede ocurrir jamás. Y es, a partir de ahí, cuando empiezas a crear un mundo de fantasía''. 

Jacques Demy dirigiendo a Françoise Dorléac y Michel Piccoli en ''Las señoritas de Rochefort''.
 
''Para Jacques, la infancia era un tesoro. Y la suya, una fuente de inspiración constante para sus películas''. Agnès Varda.


Jacques Demy, fue junto a François Truffaut, uno de los mayores románticos surgidos de la Nouvelle Vague (el estilo de Demy, era también generalmente clásico, melancólico y sentimental, se alejaba bastante de la tendencia innovadora predominante del famoso movimiento artístico francés, que abogada principalmente, por la experimentación formal, la crítica social y la agitación política a la hora de hacer y entender el cine). Los cineastas de la Nueva Ola Francesa estaban fuertemente influenciados por el Neorrealismo Italiano y el cine de la era dorada de Hollywood. Demy aunque también bebía del cine americano (de los grandes clásicos musicales USA especialmente) iba a contracorriente en esta corriente artística renovadora gala, con su magnífico universo encantado, colorido y poderosamente romántico, las obras del guionista y director Jacques Demy desprenden una belleza, sensibilidad, encanto y delicadeza, que cautivan. Dentro de las características esenciales de la obra de Demy (el marcado tono naif, el mundo colorista y los diálogos cantados), ''La bahía de los ángeles'' es la otra cara de la moneda, posiblemente, la cinta más decadente, sobria y desgarrada de su filmografía, siendo la favorita de su hijo, el actor Matthieu Demy (único vástago biológico de su duradero matrimonio con Agnès Varda). En ella, se cuenta la historia de una mujer cada vez más a la deriva debido a su ludopatía, encarnada de manera soberbia por la gran y mítica Jeanne Moreau.

''La bahía de los ángeles''

Demy es descrito como una persona muy humana, cariñosa y amable, pero también perfeccionista y exigente en los rodajes, tenía fama de dejar poco margen a la improvisación actoral, manteniendo todo bien atado desde el principio. Demostró una maestría genial para los musicales (ganó una Palma de Oro, por la maravillosa ''Los paraguas de Cherburgo'', sin duda, su obra cumbre), introduciendo exquisitos diálogos cantados, que servían a la perfección, para enfatizar los sentimientos de los personajes, otorgandoles una mayor resonancia y autenticidad. Su compositor habitual, Michel Legrand, componía partituras deliciosas y mágicas, que remarcaban todavía más el carácter ensoñador y nostálgico de sus películas y las engrandecía de manera muy notable. ''Trabajaban bien juntos. Cuando Michel encontraba una buena melodía, Jacques nos llamaba para escucharla. Y decía 'Ahora viene el tercer pañuelo'. Realmente querían conseguir que el público llorara''(Agnès Varda).

''Los paraguas de Cherburgo''

Realmente, considero que es un director no lo bastante explorado por el público cinéfilo, al margen de su éxito más internacional (''Los paraguas de Cherburgo'') posee en su filmografía, grandes joyas ocultas como ''Las señoritas de Rochefort'', ''La bahía de los ángeles'', ''Estudio de modelos'' o ''Una habitación en la ciudad'' y películas aunque menores, interesantes como ''Lola'' o ''Piel de asno''.

Gracias a la genial acogida internacional de ''Los paraguas de Cherburgo'', Jacques Demy empezó a soñar con Hollywood, rodando su primera película en USA, la es que considerada como la segunda parte de ''Lola'', ''Estudio de modelos''. Para el papel protagonista masculino principal, su elección personal era el semidesconocido por aquella época Harrison Ford, pero los productores no lo vieron con buenos ojos. Fue, por tanto, una experiencia no demasiado grata a nivel profesional, aunque en lo personal, le permitió probar otro tipo de vida durante dos años, el llamado ''american way of life''.

Jacques Demy, debutó con ''Lola'', la cual suponía un cariñoso homenaje a Max Ophuls. Concebida como una gran comedia musical, fue definida por el propio realizador como un musical sin canciones. Iba a costar en principio 250 millones de francos, sería filmada en color y en scope, con bailes, canciones y gran vestuario, pero el productor De Beauregard (que lo había conocido mediante su amigo Jean-Luc Godard) le dijo a Demy... ''Mira, es un gran proyecto, pero ''Al final de la escapada'' costó 32 millones y si puedes hacer el tuyo por 35, está hecho. Si no es así, no cuentes conmigo''. Con la escasez de recursos económicos para recrear el proyecto tal como lo había concebido Demy desde sus orígenes, tuvieron que prescindir de canciones, grandes vestuarios y todo lo demás, para finalmente filmarla en blanco y negro, con cinco personajes y un equipo técnico reducido, ''Se rodó en 5 semanas, sin sets, vestuarios o luces'', confesaría el propio cineasta.


CatherineDeneuve fue su musa, es el autor que la convirtió en estrella y uno de los directores que mejor la supo manejar en pantalla (colaboraron en cuatro ocasiones). ''Conocí a Jacques cuando yo era muy joven durante un evento formativo. Fue la persona que más me marcó y eso significa mucho. Muy pocos directores han jugado ese papel crucial en mi carrera. Él fue el primer gran director que conocí''. Deneuve no fue la única gran figura cinematográfica con la que Demy tuvo la oportunidad de trabajar, por sus manos, pasaron gente tan grande como Anouk Aimée, Gene Kelly, Marcello Mastroianni, Jean Marais o Jeanne Moreau, etc. 


Su pasión cinéfila nació en un cineclub de Nantes, en el cual, aprendió a amar y a estudiar el cine, descubriría allí a muchos cineastas imprescindibles como Dreyer, Bresson, Renoir, Ophuls, Orson Welles o Luchino Visconti, etc. Y empezaría a apreciar los grandes musicales americanos que le marcarían e influirían posteriormente. ''Las señoritas de Rochefort'' fue su particular versión de los clásicos musicales americanos desde su perspectiva marcadamente francesa.

''En los últimos años, escribía recuerdos de su niñez. Y me hablaba mucho de ellos. Las anécdotas accedían a su memoria, nombres aparentemente olvidados o detalles repentinos. Él hablaba de la diminuta cocina, núcleo esencial de la vida familiar. Hablaba sobre todo de su madre, que era quien allí dirigía y organizaba todo. Le gustaba evocar los domingos en que paseaba en familia y las horas pasaban tranquilamente. Había vivido lo que él llamaba una infancia feliz''. Agnès Varda.


Jacques Demy elaboró un cuerpo de trabajo de vocación claramente onírica y liviana (aunque con una memorable carga melancólica inherente, que impregna la mayoría de sus creaciones), era un autor firmemente interesado en hacer soñar, emocionar y entretener al público por encima de todo, su cine sirve como perfecta vía de escape a los problemas cotidianos, más que como un ejercicio de reflexión social o política. Sin duda, es un director anómalo dentro de la cinematografía francesa, pero Jacques Demy es sinónimo de cine de calidad, imaginativo, personal y audaz.

La implicación de Demy con la Nouvelle Vague no está lo suficientemente esclarecida, hay voces contrapuestas, unos señalan que (aunque sea tangencialmente) parte de su obra sí está asociada a estos revolucionarios cineastas que agitaron los cimientos del cine galo más convencional, y otros, directamente no lo engloban dentro del grupo más reconocible de autores abanderados de esos aires de cambio (François Truffaut, Jean-Luc Godard, Jacques Rivette, Claude Chabrol y Eric Rohmer). Lo que sí se puede afirmar, es que Demy fue un cineasta valiente y fiel a sí mismo, que apostó y se especializó en un género como el musical, en un país en el cual (en aquel momento) no había mucha tradición de este estilo de cine tanto amado como despreciado. Los filmes de Jacques Demy, rebosan vida, emoción y jovialidad.



Especial Audrey Hepburn, la dulzura hecha actriz (IV): El tenso rodaje de ''Sabrina''

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 ''Sabrina'' tuvo una filmación muy difícil. Los problemas se sucedieron a lo largo de la fase de pre-producción y sobre todo, durante el posterior rodaje.




Complicaciones a la hora de trasladar el material teatral al medio cinematográfico


Durante los años 40 y 50, era frecuente que los estudios de Hollywood compraran los derechos de obras de teatro (incluso antes de su estreno oficial) que creían que tenían un enorme potencial para el cine. ''Sabrina Fair'' de Samuel Taylor, se estrenaría en Broadway en Noviembre de 1953, pero mucho antes de su estreno, la Paramount ya se había hecho con los derechos para su adaptación cinematográfica.
Samuel Taylor se desplazó a Hollywood para supervisar el guión cinematográfico junto a Billy Wilder. Sin embargo, ninguno de los dos, llegaron a ponerse de acuerdo. Wilder pretendía cambiar radicalmente la obra para hacerla más accesible al gran público, perdiéndose por el camino, la delicadeza, inteligencia y profundidad del material original. Tras dos meses de trabajo, Taylor fue totalmente consciente de las intenciones de Wilder y en sus palabras, estaba banalizando excesivamente su comedia. Enfadado pero cordial, se retiró del proyecto. Samuel Taylor comprendía que eran necesarios los cambios, añadidos y las transposiciones, pero no aceptaba que se modificara por completo la comedia y su sentido, ya que con estas maniobras de Wilder, sus personajes, los temas y por extensión el material entero, se volvieron irreconocibles. Ante la renuncia de Taylor, se contrató a Ernest Lehman (''El rey y yo'', ''Chantaje en Broadway'', ''Con la muerte en los talones'' o ''Sonrisas y lágrimas'') pero de nuevo, hubo problemas. La tozudez de ambos, cristalizó en una relación profesional complicada, o directamente hostil. A pesar de estos roces, siguieron con el guión, aunque cuando el rodaje se inició a principios de Octubre, todavía no estaba terminado.


Error garrafal de Wilder: escoger a Bogart


Cary Grant era la elección principal de Billy Wilder, pero al igual que con ''Ariane'' rechazó el papel por temor a verse ''demasiado'' viejo al lado de la jovial Audrey Hepburn. Fue entonces, cuando el genial cineasta, tomó una decisión desafortunada (años después, confesaría que esta elección fue totalmente equivocada, aunque intentaran por todos los medios adaptar el personaje a este intérprete, incluso cambiando algunos diálogos, no hubo manera): le ofreció el papel a Humphrey Bogart (en mi opinión, el actor menos indicado para un personaje de estas características). Bogart tenía en aquel momento 54 años, pero debido en gran parte a su prolongada adicción al alcohol, aparentaba bastantes más. Pero lo esencial es que, no daba el perfil para ese tipo de personaje (Bogart era un actor limitado, que clavaba el antihéroe de personalidad dura y en ocasiones, de moralidad dudosa, pero que no terminaba de colar como galán romántico y sentimental al uso, y encima, en un género como la comedia romántica, más restrictivo y demandante de lo que aparenta superficialmente, que necesita de actores muy específicos y con una determinada fisonomía (por ejemplo, con grandes aptitudes para el humor o con una capacidad innata para simpatizar fácilmente con el público), el rostro tan férreo de Bogart crea distancia y por consiguiente, dificulta la empatía del espectador, lo cual, imposibilita su solvencia en este registro). La nula química y credibilidad de Audrey Hepburn y Bogart como pareja, es lo que más lastra a este ligero divertimento.

Humphrey Bogart, dio problemas en el rodaje desde el principio. Estaba descontento con el personaje que le había tocado en suerte y se creó en su mente, la fantasía de que Billy Wilder, Audrey Hepburn y William Holden, estaban en su contra. En el set, mantuvo una actitud déspota, arrogante y cruel. Siempre que tenía oportunidad, metía cizaña, insultando o humillando a sus compañeros de reparto y al director. Bogart en aquella época, era una estrella en decadencia, que se sentía amenazado por jóvenes talentos como Audrey Hepburn y William Holden, que pisaban fuerte. Muchos miembros del equipo de la película, calificaron el rodaje de ''auténtico campo de batalla''.

Audrey (que secretamente era amante del también alcohólico William Holden) intentó no seguirle el juego a Bogart, haciendo caso omiso a las provocaciones del actor, que especialmente en una escena iban dirigidas hacia ella, resulta que la dulce y paciente Audrey, mientras rodaba una determinada secuencia junto a él, se olvidó de dos frases, hecho insignificante, que aprovechó Bogart para lanzarle un dardo envenenado.


Las constantes tensiones del rodaje hicieron mella en el resultado final. ''Sabrina'' es una película digna pero bastante irregular, que se sustenta en el eterno talento y encanto de una actriz de exquisita sensibilidad como es Audrey Hepburn y en el buen hacer de Billy Wilder (a pesar de un guión vacuo, que eliminó los diálogos inteligentes y cargados de dobles sentidos de la versión teatral).
''Sabrina'' tiene una clásica estructura de cuento de hadas (una cenicienta que se convierte en princesa, es decir, una humilde jovencita que muta en una sofisticada mujercita), pero posiblemente con un guión más fiel al material teatral y sobre todo, con Cary Grant en el personaje que se le terminó asignando a Bogart, habría funcionado mejor. Los personajes, especialmente el de Sabrina, se vieron notablemente vulgarizados con tantas modificaciones en el guión (de hecho, la Sabrina teatral, interpretada por una maravillosa Margaret Sullavan, poseía más aristas y hondura que su homóloga cinematográfica). Digamos, que ''Sabrina'' de Wilder, desprende más glamour y encanto, que verdadera solidez. Personalmente, aunque es una comedia que gozó de menor aceptación y que suele ser frecuentemente criticada, prefiero ''Ariane'', también con Audrey en el papel principal y dirigida de nuevo por Wilder, también imperfecta pero en mi opinión, de resultado más satisfactorio.



Audrey Hepburn, en aquel tiempo, era una prometedora actriz, que había ganado un Oscar recientemente por su debut cinematográfico en ''Vacaciones en Roma''. Intérprete tremendamente insegura e introvertida durante toda su vida, tenía encandilado a Hollywood por su talento innato, elegancia natural y físico tan personal (en una época, donde reinaban estrellas con una figura curvilínea como Marilyn Monroe o Elizabeth Taylor, Audrey era algo totalmente nuevo). Aunque al mismo tiempo, los ejecutivos del Estudio, estaban preocupados por su escasez de pecho y por su figura de muchacho, intentaron disimular estas carencias. Audrey siempre se negó a este tipo de artimañas, era consciente de que probablemente tenía un cuerpo imperfecto o poco femenino para los cánones imperantes en aquella época, pero se aceptaba cómo era.

''Sabrina'' fue una de las películas de su trayectoria, que más contribuyeron a convertirla en un icono de moda y marcó su primera colaboración con Givenchy (posteriormente, se volverían amigos íntimos y diseñaría muchos vestuarios para sus filmes). Audrey recurrió primero a la famosa Edith Head (modista habitual de la Paramount, y que, anteriormente, se había encargado de vestirla en ''Vacaciones en Roma''), pero esta vez, no se entendieron. Así que, Audrey decidió viajar a París y buscar el vestuario adecuado para su personaje. Una vez allí, acudió al taller de Hubert de Givenchy. Al joven diseñador, cuando le anunciaron su llegada (antes de verla), creyó que se trataba de Katharine Hepburn y se sintió decepcionado, al descubrir a otra Hepburn distinta. Givenchy con tanto trabajo, no tenía el tiempo necesario para confeccionar un vestuario exclusivo para ''Sabrina'', pero le aconsejó a Audrey, que buscara lo que le interesara entre los diseños ya creados (aunque debido a la insistencia de la actriz, Givenchy cedería y los adaptaría a sus gustos). Fue el comienzo de una afectuosa relación que duró unos cuarenta años. Audrey era una persona tan noble, que solía hacerse querer.

Grace Kelly, la elegante actriz que dejó Hollywood por Mónaco

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 Con el reciente estreno de la fuertemente criticada y polémica película ''Grace de Mónaco'', en la cual, Nicole Kidman da vida a la indeleble Grace Kelly, resulta el momento idóneo para repasar la vida y obra de una intérprete que renunció a sus aspiraciones profesionales, en favor del amor que sentía por Rainiero de Mónaco.


 Grace Patricia Kelly (12 de Noviembre de 1929 - 14 de Septiembre de 1982), procedía de una familia adinerada de Filadelfia, deportista y católica. Grace fue una niña frágil y propensa a los problemas de salud, que no heredó la pasión por los deportes de su padre Jack Kelly. Su progenitor nunca le prestó la atención y cariño que Grace demandaba (toda su vida, estuvo convencido de que su hija mayor Peggy sería la que triunfaría y era claramente su favorita, en lo referente a Grace, le costó bastante reconocerle sus méritos y desde el principio, tuvo serias dudas de que su aventura interpretativa funcionara).



Grace Kelly con 18 años, decidió volar del nido y matricularse en la Academia Americana de Arte Dramático de Nueva York. Decidida a labrarse un futuro por sí misma, no aceptó la ayuda económica de su familia ni influencias de ningún tipo para lograr sus objetivos (su tío George Kelly era un famoso dramaturgo, que siempre fue un confidente suyo y alimentó y comprendió sus aspiraciones artísticas). Sin embargo, convertirse en actriz fue un camino difícil para la bella Grace, atravesó una etapa de ''demasiado'': la rechazaban por ser demasiado alta, demasiado rubia, demasiado joven, etc... Además, interpretativamente estaba (como es lógico) muy verde, le faltaban soltura y tablas (en el escenario no sabía como proyectar la voz correctamente, por ejemplo). Para pagarse sus estudios, ejerció de modelo publicitaria. Antes de saltar al cine, consiguió pequeños trabajos teatrales, y poco a poco, fue abriéndose camino, hasta finalmente debutar en la televisión, representando obras de teatro que se emitían en riguroso directo.

Grace Kelly estuvo desde los inicios de su carrera cinematográfica contratada por un Estudio (la MGM) que no creía en ella ni en su talento, la Metro frecuentemente la cedía a otros Estudios para sacar jugosos beneficios (una práctica habitual en el Hollywood del sistema de Estudios, pero que en su caso, denotaba la poca confianza y apoyo que depositaban en ella) y la obligaban a aceptar papeles poco interesantes. Pero Grace, contrariamente a su imagen de modosita, demostró carácter e inteligencia y supo manejarlos, para hacer que sus opiniones fueran tomadas en cuenta (incluso tuvo que recurrir al chantaje, para que le permitieran interpretar el complejo papel de ''La angustia de vivir'').

Grace como incipiente estrella de Hollywood, se sentía perdida. La manera de trabajar en el cine era muy opuesta a la del teatro, y le costaba adaptarse a este medio. Necesitaba un director sabio y paciente, que la ayudara y la instruyera un poco (en otras palabras, lo que requería la novata Grace, era un mentor que supiera guiarla acertadamente). Por desgracia, ni John Ford ni Fred Zinnermann, se molestaron en dirigirla y Grace se sintió muy insegura y desvalida. Hitchcock fue el primer cineasta de Hollywood, que la valoraba como actriz y le tendió la mano, explicándole lo que quería de ella, etc. El mítico Alfred Hitchcock, la descubrió en un casting de una película para la Metro en la cual no fue escogida y en ''Solo ante el peligro'', intuyó enseguida el potencial de Grace y se convirtió en su Pigmalión y ella en su nueva Galatea (como era costumbre, el maestro del suspense, la moldeó a su antojo, supervisando hasta el más mínimo detalle, incluso en cuestiones de estilismo). Hitch (al igual que pasó con Ingrid Bergman) se enamoró platónicamente de Grace, le dio papeles que básicamente era variantes de cómo él la veía y de cómo deseaba que fuese. Formaron un tándem artístico bastante notable (siendo ''La ventana indiscreta'' el cénit de su asociación), aunque no tan sobresaliente como el que creó con la maravillosa Ingrid Bergman.

Grace con su Oscar por ''La angustia de vivir''.


Grace Kelly proyectaba una imagen de mujer fría, distante e inalcanzable, pero la excelente biografía de Donald Spoto, destapa a una fémina muy opuesta, muchos que la conocieron, la describen como una persona dulce, cálida, cercana y con un gran sentido del humor. Ella misma reconoció, que su carrera no fue tan fructífera, sólida y variada como hubiese deseado. Personalmente, no me considero una admiradora de su talento, pero tengo que reconocer que sí era una buena actriz, con una capacidad de contención y encanto notables. Pero, francamente, creo que los papeles que le tocaron en suerte, no eran los adecuados para que demostrara ser mucho más que una actriz bella y con una elegancia innata. ''La angustia de vivir'' (y algunos escalones por debajo, ''La ventana indiscreta'' y ''Crimen perfecto'') es el mejor trabajo de Grace, realizando una interpretación sutil, madura y llena de matices, Oscar muy merecido por salir muy airosa de un papel muy alejado de ser una mera figura decorativa (el tipo de papeles en los que estaba encasillada, se explotaban más su innegable estilo y belleza, que su evidente talento). Su complejo y desgarrado papel en ''La angustia de vivir'', marcó un antes y un después en su carrera, que trajo consigo el tardío reconocimiento de la Metro.



Su fachada eterna de actriz gélida, venía motivada especialmente por la imagen que la Metro había creado de ella y porque su actitud tímida y reservada, se confundía con frialdad y altanería (Grace no comulgaba con la feroz maquinaria publicitaria de Hollywood, ni le gustaba la excesiva intromisión de la prensa en su vida privada, no se acostumbraba a la exagerada divulgación de noticias suyas ciertas o no). Grace Kelly nunca llegó a sentirse cómoda en Hollywood, le molestaba estar atada a un Estudio y sus normas, y el acoso de la prensa, a menudo (cuando sus obligaciones se lo permitían) huía a Nueva York. Además, según fueron transcurriendo los años, crecía todavía más en ella, el deseo de ser esposa y madre. Su vida amorosa estuvo plagada de romances (ciertos o no), como Grace solía decir se enamoraba con facilidad. Se le relacionó con muchos de sus partenaires masculinos, empezando por Gary Cooper, siguiendo con Clark Gable, Ray Milland y terminando con William Holden (en algunos casos, se trataban de estrategias del respectivo Estudio, para promocionar determinada película). Antes de conocer a Rainiero de Mónaco, su última pareja conocida fue el famoso diseñador y playboy Oleg Cassini, pero la relación tuvo una duración breve, los padres de Grace no lo aceptaban por su vida disipada y liberal, además Grace terminó hartándose de sus celos injustificados. A los 25 años, Grace realizaría una visita fugaz a Mónaco por turismo(aprovechando que estaba en el Festival de Cannes, presentando ''La angustia de vivir'') y sería recibida por Rainiero de Mónaco. A partir de ese primer encuentro, mantuvieron contacto durante meses mediante cartas.

Grace Kelly con su marido Rainiero de Mónaco y dos de sus hijos, Carolina y Alberto.


Grace Kelly se casó con Rainiero en Montecarlo a los 27 años, pero ninguno de los dos, guardaron un recuerdo muy grato de su enlace (fue una boda caótica y demasiado multitudinaria, ellos preferían una celebración mucho más sencilla). A Grace le costó sentirse cómoda en un entorno tan distinto (tan rígido y con tradiciones tan antiguas). Aunque terminó adaptándose y haciéndose querer por los monegascos, Grace añoraba su vida anterior, dejó todo por amor pero echaba mucho en falta su carrera y a su familia (viajaba ocasionalmente a Estados Unidos). Ella no pensaba en un principio, abandonar su pasión por actuar, pero Rainiero se lo impidió desde el momento en que decidió casarse con ella (Grace siempre mantuvo la esperanza de retomar una profesión que amaba y que la hacía sentir viva). Cuando sus tres hijos se independizaron (Carolina, Alberto y Estefanía), Grace se sentía cada vez, más sola y melancólica. Lo  cierto, es que su vida en Mónaco, le proporcionó cosas buenas (como su marido y sus hijos) pero le privó de seguir realizándose profesionalmente. De no haber dejado el cine, ¿cómo sería la carrera de Grace Kelly? ¿Quedarían más evidenciadas sus carencias o limitaciones interpretativas? ¿O nos sorprendería con nuevos registros? En mi opinión (y en la suya) dejó su carrera cuando todavía no se había convertido en una actriz con mayúsculas, fue un icono de la moda pero no llegó a confirmarse como una verdadera y versátil intérprete. Le faltaron papeles de mayor profundidad dramática (en la línea de ''La angustia de vivir'') y en general, cada vez más demandantes en cualquier género. Un actor debe de demostrar la mayor solvencia y versatilidad posible.

James Stewart, la representación cinematográfica del buen americano (+ 10 películas esenciales y 2 reivindicables) (II)

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 Continuamos con nuestro especial sobre la magnífica carrera del inmortal y polivalente James Stewart. A continuación, os ofrecemos la segunda y última parte. Muchísimas gracias a todos los que habéis colaborado con vuestros estupendos artículos.


P.D. A todos nuestros lectores, os comunico que podéis leer la primera parte, aquí.


''Caballero sin espada'' (Frank Capra, 1939)
   Por Anna Montes Espejo.






 La única victoria posible


  Empecemos de manera tópica: podríamos decir que Mr. Smith goes to Washington (Frank Capra, 1939) es una película idealista, inocente, ingenua, patriotera, y hasta maniquea. Y ya sí entramos a valorar la exaltación de la infancia que hace -tan solo de niños, no de niñas-, no puede ser más demagógica. Y sí, en parte tendríamos razón. Pero continuando el tópico, no lo es, y no lo es gracias a James Stewart, que supo ajustarse perfectamente a la concepción de la actuación que demandaba Capra, la desnudez del hombre ante la cámara, la naturalidad aparentemente sencilla y libre de cualquier preparación previa.
Un joven Stewart, de 31 años, en sus inicios en el cine, era perfecto para interpretar a Jefferson Smith, uno de sus predilectos papeles románticos —no amorosos, románticos—. Este era un guardabosques de un pequeño pueblo del sur de Estados Unidos, escogido por el partido de la zona para ser senador en Washington. El mayor problema es no saber ver más allá de la pátina.
Smith y la expresión “hombre de paja” era una unión tan evidente que caía en pleonasmo para el partido. Luchar por las causas perdidas solo merece una risotada. Y era tan fácil de engañar, tan bueno, que resultaba obsceno atreverse a ello, pero el senador Paine (Claude Rains) se lo puede permitir, ¿qué importa ya dar otro paso más en el camino de la indignidad, y además, predisponer a tu hija (Astrid Allwyn) a la misma concepción del éxito? Qué doloroso.
 
 
Desde luego el argumento se complica en el aspecto político, mostrando la corrupción que existe desde sus mismos cimientos, hasta en el uso de los medios, ya brutal para los años 30. Pero no nos entretengamos con las brumas, Jefferson se merece mucho más; por ello, y aunque parezca banal, no utilizo para referirme a esta película la cacareada traducción española, Caballero sin espada, ya que, por lo menos, evidencia una concepción errónea o maliciosa de lo que significa ser un “caballero”.
Mr. Smith goes to Washington nos plantea un conflicto propio de la condición humana, por eso mismo consigue trascender más allá de la anécdota, más allá del continuo ridículo de Smith y de la vertiente publicitaria del ideario estadounidense. Muy hábilmente, Capra sitúa al espectador en la perspectiva de los antagonistas del film, todos somos Saunders (Jean Arthur), unos desengañados y desilusionados de la vida; a todos nos ha costado mucho trabajo, demasiadas lágrimas y el desarrollo de unas tragaderas de la hondura del pozo de las Danaides, llegar a dónde estamos, ser quién somos; o mejor, amoldarnos a las circunstancias y tratar de encajar con las personas con que nos hemos topado… No somos infelices, pero ¿somos felices? ¿Nos conformaríamos con Diz (Thomas Mitchell), para vivir siempre mareados?
Jefferson era una “ventana llena de sol” que consiguió que la realista Saunders volviera a soñar, volviera a ser la cándida Clarissa, y es justamente gracias a ella que consigue estar al mismo nivel que sus cínicos enemigos, es tan simple como agarrarse a los recovecos de las trampas de la ley, pero Mr. Smith no cae en la ilegalidad, solo se aprovecha de los estrechos márgenes que la política deja al ser humano, para que este lo sea.
De acuerdo, el final es un “happy ending” en toda regla, y ya no hablemos del abuso del quijotismo, ¿pero no debería el mundo ser así? ¿Por qué nos extraña que ganen los justos y los buenos? Tal vez la respuesta que demos a esa pregunta, si no la consideramos retórica, debería horrorizarnos, más que hacernos sentir superiores, gracias a nuestros ideales y valores aplastados por el sarcasmo y la sangre fría de los crueles.
¿Y por qué la constante inclusión de la autora y el lector en esta reseña? Porque James Stewart y Jefferson Smith consiguen devolvernos la sensibilidad y el deseo de ser justos, sin ningún miedo a las consecuencias.


''El bazar de las sorpresas'' (Ernst Lubitsch, 1940) 
  Por Ana Igareta Gómez.



 “El bazar de las sorpresas” se encuadra en un año mítico para el cine y las comedias norteamericanas, 1940. En ese año también se estrenaron “Historias de Filadelfia” de George Cukor (con Jimmy Stewart también en el reparto), “Luna Nueva” de Howard Hawks, “El Gran Dictador” de Charles Chaplin, “Las uvas de la Ira” de John Ford, “Rebeca” de Alfred Hitchcock, “La Carta” y “El Forastero” de William Wyler, “El halcón del Mar” de Michael Curtiz o “Tormenta Mortal” de Frank Borzage.  Casi nada.
“El bazar de las sorpresas” puede parecer una película “típica” dentro de la carrera de James Stewart en su período anterior a la Segunda Guerra Mundial. Casa con su imagen de chico corriente, tierno, inocente y retraído forjada, para el gran público, a raíz de sus exitosas colaboraciones con Frank Capra -“Vive como Quieras” (1938) o “Caballero sin espada” (1939)-.  Pero, curiosamente, parece “atípica” dentro de la filmografía de su director, Ernst Lubitsch. Está lejos de la imagen cinematográfica de cínico ingenioso y sofisticado que tenía el director. Sus protagonistas no son los típicos aristócratas y bons vivants de sus películas anteriores sino gente corriente trabajadora, de clase media. Cuando se le preguntaba a Lubitsch cuál de sus películas era su favorita, de la que se sentía más satisfecho, siempre decía  “El bazar de las sorpresas”. La gente que le conocía y que le quería la considera la película más cercana al Lubitsch hombre, el mejor compendio de lo que él era y de lo que él quería. Lo que nos dice mucho de la imagen algo desnaturalizada que tenemos de Lubitsch, quizá basada exclusivamente en su cine sonoro, el más conocido y difundido. En realidad, “El Bazar de las sorpresas” es una película que tiene mucho de Lubitsch, es una película muy personal. La más personal, probablemente. Parte de sus experiencias como tendero en su juventud en su Berlín natal y también refleja alguna de las amarguras de sus últimos años, a través de un tema especialmente doloroso para él como es el del adulterio. Vista desde fuera podríamos decir que “El bazar de las sorpresas” es la película más Capra de Lubitsch. Y en este sentido, evidentemente, la presencia de James Stewart no es un elemento casual.



El propio Lubitsch reconocía que mientras co-escribía el guion con Samson Raphaelson (adaptación de la obra del dramaturgo húngaro Miklós Laszlo, Parfumerie), ya pensaba en James Stewart como protagonista, por su gracia instintiva como actor pero, sobre todo, porque le consideraba la antítesis del ídolo del público de antaño: Stewart cautivaba al público por su pose no seductora, por su aspecto de normalidad. A favor estaba el hecho de que Stewart se encontraba en nómina de la Metro, estudio con el que Lubitsch había firmado para realizar dos películas tras su ruptura con su estudio de “toda la vida”, la Paramount, a raíz del fracaso comercial de “La octava mujer de Barbazul” y de “Angel”, paradójicamente, dos de sus mejores películas. Stewart venía de sus grandes éxitos con Frank Capra que le habían hecho emerger y convertirse en uno de los actores del momento. Y se reencontraba en la película con una de sus más habituales y queridas partenaires, Margaret Sullavan, amiga de sus inicios en el teatro universitario y exmujer de su gran amigo Henry Fonda. Y con quien ya había dado anteriores muestras de buena química en pantalla.
La historia que nos cuenta la película es muy sencilla: la vida y relaciones humanas que se desarrollan en el diminuto universo de unos pequeños almacenes situados en una esquina del barrio comercial de Budapest. Es la historia Matuschek y cia. pero, sobre todo, la particular historia de amor que surge entre dos de sus trabajadores: el encargado de la tienda Alfred Kralik (Stewart) y Klara Novak (Sullavan), la empleada recién llegada. Kralik y Klara han estado escribiéndose cartas de forma anónima, sin saber quién es en realidad el otro, y se han enamorado de la imagen idealizada que se han formado de la otra persona a través de las cartas. En el día a día en la tienda, apenas se soportan. Kralik es un tipo tímido, honrado, minucioso y sincero. Klara una muchacha resuelta, decidida y poco diplomática. Por medio, enredándolo todo, está la historia de la traición adúltera que sufrirá el Sr. Matuschek (Frank Morgan), el arbitrario pero inseguro dueño de la tienda, con otro de los empleados, el intrigante y servil Vadas de por medio y el paralelo ascenso del descarado y ambicioso chico de los recados Pepi (William Tracy).
El guion y los diálogos son agudos e hilarantes. La atmósfera y la concatenación de las situaciones son perfectas. Lo mismo que las interpretaciones y el trabajo de dirección de Lubitsch. El resultado es una de las películas más emocionantes y deliciosas de la historia del cine.
Quizá ésta no esté considerada como una de las grandes interpretaciones de la carrera de James Stewart pero, sin duda, “El bazar de las sorpresas” es una de sus mejores películas. Y Stewart está perfecto como ese recto, tímido, honesto y patoso Alfred Kralik. Da absolutamente el perfil del personaje pudiendo hacer gala de toda esa maravillosa gestualidad facial que le hacía estar especialmente dotado para este tipo de personajes y comedias. Tal vez es un papel en el que le hemos visto, en cierto modo, en otras películas, y Lubitsch  aprovecha sus demostradas cualidades para este tipo de personajes. Nada de esto evita reconocer su deliciosa interpretación.
La película se rodó en veintisiete días con un coste total de 474.000 dólares. Se estrenó en enero de 1940 y acumuló una recaudación neta mundial de 1,3 millones de dólares. No fue un gran éxito pero tuvo una cálida acogida de crítica y de público. La película ha ido creciendo y ha sido revalorizada con el paso de los años. Cuando se reestrenó en Francia en 1986 estuvo en cartel más de sesenta y seis semanas en París, convirtiéndose en el reestreno más exitoso de la historia de Francia. El año pasado la pudimos ver en pantalla grande en Madrid con motivo del ciclo dedicado a Samson Raphaelson y Lubitsch que realizó la Filmoteca Española y, también, el Círculo de Bellas Artes. Olvidemos, de paso, ese engendro de remake protagonizado por Tom Hanks y Meg Ryan.



''Historias de Filadelfia'' (George Cukor, 1940)
   Por Javier Belda Puig.




  En 1938 Katharine Hepburn era considerada veneno para la taquilla, a pesar de que sus dos ultimas películas "La fiera de mi niña" y "Vivir para gozar" ahora sean consideradas obras maestras de la comedia. El caso es que Kate dirigió sus energías hacia Broadway, el dramaturgo Philip Barry, amigo de la actriz le enseñó el borrador de "Historias de Filadelfia" en el que el papel femenino protagonista estaba escrito especialmente para ella. La obra se estrenó el 29 de marzo de 1939 en el Shubert Theatre de Broadway, Joseph Cotten seria C.K. Dexter Haven y Van Heflin (que luego se sentiría muy desilusionado al no conseguir el papel en el cine) seria Macaulay "Mike" Connor. Fueron 417 representaciones y supusieron el mayor éxito de la Hepburn en Broadway, por lo tanto era de suponer que los principales estudios cinematográficos pujasen para adaptarla a la gran pantalla. La MGM hizo la mejor oferta, pero Kate había puesto unas condiciones al tener los derechos, ella sería la protagonista y daría el visto bueno al director y a su  protagonistas masculinos, se pensó en principio en tener a Clark Gable como Haven y Spencer Tracy como Connor pero no estaban disponibles, Kate dio el visto bueno a George Cukor como director y a Cary Grant, al que se le dio a elegir el papel, se quedó con el de Haven y no puso objeción a Stewart como Connor, a ello se unieron Ruth Hussey, John Howard, Roland Young, John Hallyday entre otros.
Se rodó en 8 semanas y el productor de la película fue Joseph Leo Mankiewicz, que luego seria uno de los grandes guionistas y directores, con películas como "Eva al desnudo", "La condesa descalza", "Carta a tres esposas" o "La Huella".
 
Recordemos un poco la sinopsis de la película:
  Tracy Lord, miembro de la alta sociedad de Filadelfia, está en vísperas de contraer su segundo matrimonio, esta vez con un rico magnate del carbón, George Kittredge. La revista "Espía" desea publicar un artículo escandaloso sobre el padre de Tracy, Seth Lord, y sus asuntos indiscretos. El editor de la revista hace un trato con el ex marido de Tracy, C.K. Dexter Haven, que les ofrecerá la cobertura completa de la boda a cambio de silenciar las aventuras del señor Lord. El reportero, Mike Connor , se presenta en la casa con una fotógrafa Liz Imbrie, y con su sarcástico ingenio preparado para dejar al descubierto las pretensiones de los ricos. 
James Stewart da una lección de interpretación con gestos, miradas y esa manera de hablar como tartamudeante que tenia .  Hepburn y Grant están estupendos también pero Jimmy en los momentos en que está en la película con unas copas de mas es absolutamente grandioso incluso se permite cantar "Over the rainbow". Es sin duda una de las cumbres de la alta comedia del cine. Fue nominada a 6 premios de la academia entre ellos Mejor película, director, actriz protagonista, actriz secundaria, actor principal y guion, y se llevo estos dos últimos, el gran favorito ese año era Henry Fonda, amigo intimo de Stewart por su papel de Tom Joad en "Las uvas de la ira" de John Ford, basada en la novela de John Steinbeck pero también estaban Laurence Olivier por "Rebeca" y Charles Chaplin por "El gran dictador" pero la academia  se lo dio a Stewart, este seria su único Óscar, años después en 1985 se le dio uno especial a su gran trayectoria, se lo entrego su compañero de "Historias de Filadelfia", Cary Grant.
En 1956 la MGM decidió hacer un remake musical, "Alta Sociedad", la dirigió Charles Walters, la música y letra de las canciones corrieron a cargo de Cole Porter, Louis Armstrong tuvo una aparición, C.K. Dexter Haven fue Bing Crosby, Mike Connor fue Frank Sinatra y Tracy Samantha Lord, aunque la primera opción fuera Elizabeth Taylor, lo encarno en su ultima película, Grace Kelly, al fin y al cabo ella había nacido en Filadelfia, pero eso es otra historia de Filadelfia.
 
 
 
''Qué bello es vivir'' (Frank Capra, 1946)
    Por Juan Murillo Bodas.



 Hay películas que parecen siempre vivas y actuales cada día; son clásicos que perviven en la memoria de muchísimos espectadores, entre los que por supuesto me incluyo. La película ciertamente está cargada de moral cristiana, pero para los no creyentes esto no debería ser un obstáculo, ya que desde el inicio de la película se subraya el carácter de fábula o cuento moral en el que podremos ver sucesos extraordinarios, y porque además el mensaje está lleno de bondad y humanidad, no se trata de una panfleto moralizador sin más.
 La película de la Navidad por excelencia está basada en una historia corta de Philip Van Doren Stern publicada en forma de tarjeta de felicitación navideña en 1943. Capra y sus guionistas Frances Goodrich Albert Hackett , así como la colaboración de Jo Swerling para algunas escenas adicionales nos ofrecen una historia centrada en una pequeña población estadounidense. A través de este microcosmos, Capra construye un fenomenal retrato de la sociedad de su país en esa época, no es sin embargo una película localista o patriótica, transcien de lo anecdótico para convertirse en una historia de aprendizaje universal en la que se toma partido por las clases medias y populares frente a los capitalistas especuladores, esta construcción de la película a través de personajes arquetípicos en los papeles principales: el padre de familia honrado hecho a sí mismo, la esposa devota y fiel o el despiadado y egoísta hombre de negocios que envidia la felicidad ajena, queda matizada por una serie de personajes secundarios llenos de ricos matices. Con un guión tan bien estructurado y con una serie de hallazgos tan sobresalientes basados en la manipulación del tiempo fílmico, los giros de guión son maravillosos, en la línea de lo que nos sugiere el título original: “wonderful” tiene el sentido en inglés de algo extraordinario y fantástico y no solamente un sentido positivo… esta construida además mediante una puesta en escena muy cuidada y con unos magníficos directores de fotografía: Joseph Walker (Solo los ángeles tienen alas, Vive como quieras) y Joseph Biroc (habitual operador de Samuel Fuller: Cuarenta pistolas o Yuma), perfectos en planos medios y primeros planos.

 No sería lo mismo la película sin los grandes actores que están todos excepcionales en sus papeles. Se trata posiblemente de una de las mejores interpretaciones de James Stewart que compone un personaje rico en matices y que anticipa con su rostro crispado algunas de las que serán sus actuaciones más recordadas en Vertigo o Winchester 73 entre otras; Donna Reed estupenda, llena de ternura y bondad, por supuesto grandes secundarios: Thomas Mitchell y el maestro Lionel Barrymore encarnando al personaje más detestable de la historia. Película que es una mezcla genial de géneros: cine familiar, comedia dramática, cine fantástico cuando no de suspense y terror… Curiosamente, película que ha influido en directores actuales como Steven Spielberg, Robert Zemeckis o Tim Burton. Disfrutar de esta historia nos hará seguro ser mejores personas, porque en el fondo no es sino una alabanza del valor de la solidaridad y de la búsqueda de la armonía social.



''La soga'' (Alfred Hitchcock, 1948)
    Por Sergio Armas. 


 La soga supuso la primera colaboración entre James Stewart y Alfred Hitchcock, con el que en los años posteriores repetiría hasta en tres ocasiones. La película está basada en la obra de teatro  de Patrick Hamilton “Rope’s end”, que a su vez se inspiró en un caso real que sucedió en Chicago en al año 1924, cuando dos jóvenes universitarios provenientes de familias acaudaladas asesinaron por diversión a un chico de quince años.
 
Partiendo de esta base, Hitchcock comienza La soga haciendo algo habitual en él, eliminar el misterio. El británico no tenía interés alguno en el misterio, sino que lo que le interesaba era el suspense, y consideraba que sólo podía conseguirlo dando información al espectador. Por ello lo primero que mostrará la película es el estrangulamiento que practican Philip (Farley Granger) y Brandon (John Dall) a su compañero David (Dick Hogan).
 
Las razones del asesinato son la curiosidad que tiene la pareja por saber que se siente al quitar la vida a otro, y justifican su acto en la filosofía de Nietzsche del superhombre, en que son seres superiores intelectualmente y pueden decidir sobre la vida de los inferiores. Aunque tras la comisión del delito, ambos tomarán actitudes distintas, mientras Philip se ve consumido por los remordimientos y empieza a beber para tratar de desahogarse, Brandon está nervioso pero exultante y dará vía libre a su mentalidad macabra durante toda esa tarde noche, con el fin de divertirse.
 
La pareja asesina, en la que se percibe claramente un componente homosexual pese a que la censura de la época prohibía cualquier mención a ello, esconde el cadáver en un arcón, y posteriormente, Brandon decide que se sirva encima de este improvisado ataúd la comida para la cena a la que acudirá la tía (Constance Collier) el padre (Cedric Hardwicke) y Janet, la novia (Joan Chandler) del fallecido, y además para hacer esta cena más divertida Brandon invitaría a Kenneth (Douglas Dick) el anterior novio de Janet.

El último invitado de la cena es Rupert Cadwell (James Stewart), antiguo profesor de los jóvenes, defensor de la teorías de Nietzsche y el que les inculcaría esos valores. Tal es así, que el principal motivo de Brandon al invitar a su antiguo profesor parece ser que lo descubra, que admire su obra y que vea que ha sido capaz de dar el paso que él no se ha atrevido, realizando aquello que él pregonaba en sus clases.
 
Stewart que estaba acostumbrado a interpretar al hombre normal, y que solía tener un gran sentido de la justicia, se encontraba de pronto con un papel oscuro, al menos para la época, ya que pese a comportarse de una manera educada, de ser por ejemplo es el único que trata como a una igual a la asistenta de la casa (Edith Evanson), o de ser el que investiga que es lo que esconden la pareja de jóvenes, su personaje no deja de ser el último responsable del asesinato, el instigador (aunque fuera sin querer), y el que acaba más arrepentido de lo acontecido.
 
El actor cumple en el papel, aunque según se comenta esta “oscuridad” del personaje, el ser algo tan distinto a lo que él estaba acostumbrado a realizar, fue una de las cosas que no le dejó sentirse cómodo en el papel, la otra cosa sería el cómo decidió Hitchcock rodar la película.
 
Y es que el mago del suspense, con la excusa de que se estaba adaptando una obra de teatro y con la intención de darle este toque teatral a lo rodado, decidió realizar la película en un plano secuencia, esto significa, rodar la acción en un único plano sin cortes. Esto que es algo habitual hoy en día (recientemente hemos podido ver varios ejemplos de ellos en series televisivas, mientras que en cine, directores como Cuarón son especialistas en ello) fue algo prácticamente novedoso para la época.
 
El principal problema que conlleva el plano secuencia, es que en el momento de rodar todo tiene que ser perfecto, todo ha de estar milimétricamente medido, y cualquier fallo puede llevar al traste la escena obligando a empezar todo desde el principio, es por ello, que el día anterior de empezar la grabación de una escena se dedicaba enteramente a que los actores y los cámaras ensayaran sus movimientos. Siendo esta la razón que provocó la incomodidad no sólo de James Stewart sino de todo el reparto, quienes se encontraban en varias ocasiones más pendientes de no pisar un cable, de estar atentos a su marcas o de no molestar a la cámara que de sus propias interpretaciones.
 
En un principio, como decíamos antes, la intención de Hitchcock era rodar toda la película en un único plano secuencia, pero razones técnicas se lo impidieron, y es que las cámaras de la época sólo le permitían realizar planos de diez minutos, y la forma que tuvo el director para darle continuidad a las escenas (al menos la mayor parte de los cortes), fue terminado el corte haciendo un zoom a las espalda de uno de los personajes y empezar el siguiente haciendo un zoom inverso.
 
El resultado de eso no quedó lo que se dice precisamente bien, eran cortes muy forzados, que estaban lejos de parecer naturales, pero este detalle no quita que el trabajo restante Hitchcock planificando los movimientos de la cámara es excelente, logrando generar de nuevo suspense, y como muestra de ello, la escena con el plano fijo viendo como la asistenta va recogiendo la cena.
 
Esta forma de grabar fue en cierta manera también una estrategia publicitaria, sin embargo La soga no obtuvo buenos datos de taquilla ni tampoco fue de las obras más aclamadas de Hitchcock, aunque ello no debe de desmerecer su resultado final. Si bien es cierto que no es una de las películas más destacadas del director, vale la pena ver La soga, no sólo por lo que tiene de experimento cinematográfico, sino por su calidad en sí, siendo una película entretenida, de fácil visión, y bien escrita, dirigida e interpretada (especialmente por Dall y Stewart).


''Tierras lejanas''  (Anthony Mann, 1954)
  Por Juan Murillo Bodas.
 
Ni un héroe ni un villano: solo un hombre solitario

 
 Espléndido western de Anthony Mann, uno de los grandes cineastas del género. Esta obra forma parte de esa magnífica serie que tiene al gran James Stewart como protagonista. En esta ocasión Stewart es Jeff Webster, un vaquero errante y solitario de oscuro pasado que junto a los veteranos Ben (Walter Brennan) y Rube (Jay C. Flippen) trata de llevar una importante partida de ganado hacia Alaska. Mas antes deberá enfrentarse a Garnon (John Mc Intire) una especie de cacique local inspirado en la mítica figura del juez Roy Bean) y que estará dispuesto a todo con tal de ahorcarle y arrebatar a los mineros sus minas de oro. Entretanto, Jeff se debate silenciosamente entre el amor de dos mujeres: una aventura emprendedora y decidida: Ronda Castle (Ruth Roman) y Renee (Corinne Calvet) la joven e ingenua hija de un doctor. El guión de Borden Chase, asiduo guionista del género, es sintético, conciso y de estructura esencialmente itinerante, está repleto de acciones y aventuras, sin olvidar nunca la psicología de los personajes.
 Y luego está claro, la formidable presencia de un James Stewart en plena madurez artística que ofrece una impecable interpretación de este vaquero lacónico e introvertido ensimismado en sí mismo y en sus intereses hasta que las circunstancias le obligan a implicarse en el devenir de la comunidad. En este sentido, es espléndida la interiorización que Stewart hace del carácter de su personaje, con una fuerte carga de ambigüedad moral, al igual que en el resto de westerns de esta serie (Winchester 73, The naked spur). De hecho, algunas de las actuaciones de Jeff bordean lo delictivo y su posición dentro de la comunidad es contradictoria, ya que por un lado es admirado por todos por su valor y por su habilidad con las armas de fuego, y por otro lado es rechazado por su nula implicación a la hora de tratar de solucionar las amenazas que sobre la comunidad de mineros ejercen los secuaces de Garmon. Junto a Stewart hay una serie de inolvidables secundarios como: Walter Brennan que encarna a esa especie de escudero que suele acompañar a los protagonistas de los westerns de Mann, también fundamental la presencia de John Mc Intire en el papel de un sofisticado villano astuto y con grandes dotes para el mando y por supuesto la impetuosa y pasional Ruth Roman, que lejos de ser una comparsa, toma la iniciativa en todos los aspectos: tanto en el amor como en los negocios. En cuanto a la puesta en escena, es fundamental como en todos los westerns de Mann, la concepción del paisaje a través de una fotografía que sitúa al hombre condicionado por el paisaje y el ambiente en el que desarrolla sus acciones, aquí los espacios fundamentales son las montañas nevadas, que oprimen literalmente a los personajes y el río que representa una posibilidad de escape de las mismas. Para esta labor, Mann cuenta con uno de sus directores de fotografía predilectos: William H. Daniels, cuya habilidad para colocar la cámara casi siempre en un ángulo bajo es magistral, captando con nitidez al paisaje y a los personajes como envueltos dentro de él. Para finalizar destacar el carácter crudo y realista de algunas escenas, así como la intensidad dramática que conduce a la película hacia un gran climax final. En definitiva, un western fundamental, como todos los que filmo Anthony Mann.


''Me enamoré de una bruja'' (Richard Quine, 1958)
     Por María Abad.





  “Me enamoré de una bruja” es una entretenida pero sencilla comedia, basada en la obra de teatro de John Van Druten, que transcurre en el Greenwich Village de Nueva York. Su protagonista, Gillian Holroyd, interpretada por la atractiva y sexy Kim Novak la cual la dota de una mirada felina e hipnótica que le viene que ni pintado al personaje, es una bruja miembro de una saga de hechiceros que se encuentra aburrida de su vida y de la tienda de antigüedades y objetos curiosos que regenta. Como es bien sabido las brujas no se pueden enamorar, ni llorar, ni sonrojarse, pero Gill comienza a sentir curiosidad por su nuevo vecino, un apuesto y respetable editor llamado Shepherd “Shep” Henderson ( James Steward) que esta a punto de contraer matrimonio. Ante este giro de los acontecimientos, Gill decide abandonar su juego de seducción humano, para enamorar a su vecino gracias a un encantamiento, y a la complicidad de su fisgona pero adorable tía Queenie (Elsa Lanchester) y su hermano Nicky ( Jack Lemmon) ambos brujos también. A partir de aquí nos encontramos con una comedia ligera y elegante, de divertimento sofisticado que aunque nos levantará alguna sonrisa, en ningún momento nos hará reír a carcajadas, y que desaprovecha situaciones hilarantes que podrían justificarse con el uso de la magia.

 

En el film encontramos la segunda colaboración entre James Stewart y Kim Novak a tan solo unos pocos meses después de haber finalizado en rodaje de “Vértigo” a las ordenes de Hitchcock, en unos papeles muy diferentes a los que aquí encontramos pero con la misma química como pareja. Son sin duda las interpretaciones de ambos actores el principal atractivo de la película, ya que podemos disfrutar de una carnalidad y sensualidad dada por unos pies siempre desnudos, y la elegancia de una mirada felina retratada en especial en el plano del conjuro que realiza Novak hacia Stewart. Stewart vuelve a dejar ver lo magnifico que es interpretando a hombres corrientes a los que les ocurren cosas extraordinarias, el héroe de lo mundano que fue el secreto de su éxito, y junto a Novak con la que gracias al aura fantasmagórica de misterio que les otorgo Vértigo se convirtieron en una pareja que perdurará siempre como Bogart y Bacall.

Mención especial para el siempre genial Jack Lemmon que ejerce aquí de simpático secundario, y que a pesar de que podría haber dado mucho más juego, daba pistas aquí, en uno de sus primeros papeles de lo que después seria su exitosa carrera.

Curiosamente Stewart cumple 50 años durante el rodaje de esta película, tomando la decisión de no volver a encarnar papeles de galán romántico, en este tipo de comedias que le obligaban a emparejarse con mujeres a las que por lo general les doblaba la edad.

Campana, libro y vela, es la traducción literal del titulo original de la película (Bell, Book and Candle) que aquí se estreno con el titulo de “Me enamoré de una bruja”, tratando de emular el éxito de “Me casé con una bruja” de 1942, de René Clair, además de las palabras claves de uno de los conjuros. Un conjuro que hace referencia a la campanilla del gato Pyewaket,que es clave en la historia, al libro “Magic in Mexico”,que también tiene su parte importante en la trama, y a la vela que acompaña a la melancolía de la bruja protagonista.


La música creada por George Dunning dota la obra de una partitura rítmica y ligera, con temas de jazz pegadizos, propios de los clubs de los años 40 y 50, añadiendo fragmentos clásicos como el “jingle Bells” de los titulos de credito. Mientras, el guión de Daniel Taradash a partir de citada obra de Broadway de John Van Druten la dota de unos diálogos divertidos y tremendamente ágiles, que hará las delicias de los amantes de las comedias románticas de los años 50.


Esta obra pertenece a la época más fructífera de su director Richard Quine, coincidiendo con el despegue de su filmografía, y con el inicio de lo que serian posteriores colaboraciones entre Kim Novak, Jack Lemmon y Ernie Kovacs, como “Un extraño en mi vida” (1960) y “La misteriosa dama de negro” (1966), en las que participo también Novak.

Este aquelarre de hechiceros que no confían en el amor, porque el amor puede destruirles, nos deja un film que es injustamente olvidado, en pos de ensalzar aquel “Me casé con una bruja (I Married a Witch de René Clair, 1942), con la maravillosa Veronika Lake en el papel de la bruja.

Por lo que este es el tema principal del film, el triunfo del amor, que es capaz de sobreponerse a todas las adversidades incluso a la de las mas oscuras artes de brujería. Un amor más fuerte que los poderes sobrenaturales, capaz de curar la soledad y la melancolía. Donde solo cabe que la magia más inexplicable es la magia del amor.


Podemos disfrutar en el film de escenas tan memorables como el encantamiento que la bruja Gill le realiza a Shep, acompañada de su gato Pyewaket ( un nombre que solo podría llevar un gato mágico y que se convirtió en popular entre las mascotas de la época), el lanzamiento del sombrero desde lo alto del rascacielos mientras se juran amor eterno, el divertido encuentro entre Shep y la tía en el domicilio de él, o los planos subjetivos de el gato, a pesar de la aparente formalidad narrativa de la película.

La película inspiro la serie posterior de televisión “Embrujada”,y que después se convirtiera de nuevo en película con “Bewitched”, protagonizada por Nicole Kidman, o en su reverso más oscuro, Polanski se topo con esta película mientras investigaba para “La semilla del diablo”, donde también hablaba de una comunidad de brujos vecinos.
 
 
 
''Anatomía de un asesinato'' (Otto Preminger, 1959)
    Por Javier Belda Puig.
 


 En el año de producción de esta película, Stewart ya era una estrella reconocidísima y respetada, por ello cuando el director vienes Otto Preminger decidio llevarla al cine no había duda de que el papel del ex fiscal de distrito y ahora abogado de pocos casos Paul Biegler estaba hecho a la medida de Jimmy. La novela "Anatomía de un asesinato" escrita por el juez del Tribunal Supremo John D. Voelker bajo el seudónimo de Robert Travers estaba llena de lenguaje legal sobre violación y sexo, cosa inédita para esa época. Y Preminger con el guion de Wendel  Mayes  opto por utilizar todo ese vocabulario para dar mayor realismo a la película. Junto a Stewart, estarían Lee Remick como Laura Manion, papel que en principio iba a haber hecho Lana Turner, Ben Gazzara como el Teniente Manion, Eve Arden como la ayudante de Biegler, Arthur O`Connel como el socio de Biegler, Kathryn Grant, esposa de Bing Crosby como Mary Pillant y en uno de sus primeros papeles en el cine, George C. Scott como el abogado Claude Dancer, cabe destacar los títulos de crédito hecho por el gran Saul Bass y que la banda sonora sea de Duke Ellington, además tiene un cameo en la película.

La sinopsis de la película seria, un antiguo fiscal del distrito, Paul Biegler pasa su tiempo, pescando, bebiendo cerveza y de vez en cuando con algún caso de poca monta con su amigo Parnel Mc Carthy. Pero le llega un caso, tiene que defender a un teniente del ejercito que ha matado al dueño del bar, que este y su esposa frecuentaban porque el dueño había agredido sexualmente a su esposa.

La película dura mas de dos horas y media pero no te das ni cuenta gracias a las interpretaciones de todo el reparto, destacando a parte de Stewart, a Arthur O`Connel, Eve Arden y George C. Scott. Es sin duda, una de las mejores películas sobre abogados. El papel del juez Weaver, en principio se había pensado para Spencer Tracy pero al final lo llevo a cabo un abogado en la vida real Joseph N. Welch.

La película tuvo 7 nominaciones al Oscar incluyendo , por supuesto, a James Stewart, esta fue su ultima nominación, tenia como principales  rivales a Jack Lemmon por su Jerry/Daphne en "Con faldas y a lo loco" y a Charlton Heston como Juda Ben - Hur en " Ben -Hur", este ultimo se llevaría el premio.
El publico al ver la película se sorprendió en oír en boca de Stewart palabras como : espermatogénesis, anticonceptivos o clímax sexual, incluso el propio padre de Stewart quiso que se prohibiese su exhibición en Indiana.
Por ultimo, os dejo con lo que dijo el New York Times después del estreno de la película: " Lo que se revela como mas brillante es el personaje del abogado defensor, un papel interpretado por  Stewart en una de las más espléndidas actuaciones de su carrera".
 
 

''El Valle de la Violencia'' (Andrew V. McLaglen, 1965)
    Por Javier Belda Puig.


 Con casi 60 años, Stewart nos ofreció una de sus interpretaciones mas poderosas, llevaba todo el bagaje de las películas con Anthony Mann, Alfred Hitchcock o John Ford.

La sinopsis:En Shenandoah, Virginia, el granjero viudo Charlie Anderson vive una vida pacífica con sus seis hijos - Jacob, James, Nathan, John, Henry y Boy, su hija Jennie, y su nuera, la esposa de James, Ann en su granja. Charlie no deja a sus hijos alistarse en el ejército para luchar en la Guerra Civil Americana que él considera que  no es su guerra . Pero un hecho fortuito le hará entrar en contacto con la guerra.

Dirigida por Andrew  V. McLaglen, hijo del gran Victor McLaglen, recordado actor de muchas películas de muchos directores pero sobre todo de John Ford como "Fort Apache", "La recluta del regimiento", "La legión invencible", "El delator", por la que ganó el Óscar de mejor actor y sobre todo por "El Hombre tranquilo" en la que interpretaba a Will " Red" Danaher.
El conflicto con Vietnam estaba empezando y podemos ver una parábola antibelicista en la película.  Lo paradójico es que el propio James Stewart llegó a ser general de brigada del ejercito.
Acompañan a Stewart  en el reparto, entre otros, Patrick Wayne como James, hijo del gran John, Phillip Alford como Boy, recordado com Jem Finch en la obra maestra de Robert Mulligan "Matar a un ruiseñor", Rosemary Forsyth como Jennie , que ese año también haría "El señor de la guerra" con Charlton Heston y en su debut en el cine, Katherine Ross como Ann, recordada luego por ser  Elaine Robinson en "El graduado" o Etta Place en "Dos hombres y un destino", también tiene un pequeño papel, George Kennedy como un coronel yankee.
Stewart domina la película de principio a fin, con ese perfil de granjero rudo pero que se desvive por su familia. Es quizá su ultima gran interpretación. Como curiosidad el argumento de la película dio para un musical que se estrenó en Broadway en 1975.
 Termino con unas palabras que dice su personaje: " Es como todas las guerras, supongo. Los que la dirigen la están ganando; los políticos se llevaran la gloría. Pero los soldados simplemente desean volver a casa."

Frank Borzage, sensibilidad, amour fou y maestría

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 Cuando hacemos balance acerca del melodrama, lo más lógico es citar a Douglas Sirk, posiblemente el maestro indiscutible de este sentimental e imprescindible género desde los albores del séptimo arte, pero es de justicia, rememorar a otros grandes nombres que también contribuyeron ampliamente a engrandecerlo y hacerlo evolucionar, entre los que se especializaron en él, cabe destacar, a John M. Stahl, Leo McCarey, Max Ophuls, William Wyler, Luchino Visconti, Michelangelo Antonioni, Elia Kazan, François Truffaut, John Cassavetes, y a otros tantos, que con el paso del tiempo, han quedado más ensombrecidos, pero que merecen estar al mismo nivel de los más grandes, como Robert Mulligan, Valerio Zurlini, Anatole Litvak, Claude Sautet o el caso del que nos ocupa en esta ocasión, Frank Borzage. La lista sería muy extensa si nos ponemos a realizar un repaso exhaustivo de nombres, he mencionado a esos cineastas, que personalmente, me enamoran e hipnotizan con su cine.

Marlene Dietrich y Gary Cooper con Frank Borzage en el set de ''Deseo''.


Frank Borzage, fue sin duda, uno de los grandes cineastas del mejor melodrama clásico, aunque su obra no ha sido lo suficientemente aplaudida por público y crítica con el paso del tiempo -la crítica lo acusaba de ser un director demasiado blando y sentimental, un caso similar a Frank Capra, con el cual, su obra guarda algunas similitudes evidentes, ambos lanzan una mirada tierna, se podría decir que un tanto ingenua, sobre el mundo que les rodea, aunque los dos, poseían un espíritu y una vertiente crítica en lo referente a lo social y político, pero es cierto, que en sus filmes, predominaba una visión romántica y algo idealizada acerca de la vida y el amor-, es por tanto, un gran desconocido, que merece una pasional reivindicación por su sensibilidad, maestría técnica y versatilidad. Su etapa silente, es maravillosa, derrochando brillantez, hermosura y oficio, a todos los niveles -en lo técnico, en lo visual, en lo interpretativo...-, sus trabajos están visiblemente influenciados en el aspecto visual por el expresionismo alemán. En su época fue uno de los directores más importantes y populares. Es a finales de los años 20, cuando firma cuatro portentosos y singulares poemas visuales dedicados al amor en su esencia más pura y genuina -las espléndidas ''El ángel de la calle'', ''El séptimo cielo'', ''El río'' y ''Estrellas dichosas''- y alcanza la gloria, ganando dos Oscar -en 1929 por ''El séptimo cielo'' y en 1931 por ''Bad girl'', ambos como mejor director-. Su paso al sonoro, hace que su cine adquiera un tono más realista, menos ensoñador. En sus películas habladas, mantiene un nivel medio bastante digno, aunque sin llegar al nivel de excelencia de su etapa muda, con títulos tan notables como ''Tres Camaradas'', ''La hora radiante'', ''Tormenta mortal'', ''Moonrise'' o ''Extraño cargamento'', por citar solamente algunos -su filmografía abarca una friolera cercana a los 100 títulos-. Los actores y las actrices lo adoraban, debido al ambiente de cercanía y respeto que creaba en los rodajes. Tres intérpretes esenciales en su filmografía fueron, sin duda: Janet Gaynor -la primera actriz premiada con un Oscar en 1929 y con la curiosidad de ser reconocida por tres trabajos, ''El séptimo cielo'' y ''El ángel de la calle'' ambas de Borzage y por ''Amanecer'' de Murnau- y Charles Farrell en su etapa muda y en la sonora, Margaret Sullavan -a la cual, le consiguió su única nominación al Oscar por su estupenda y sentida interpretación en ''Tres Camaradas''-.

Frank Borzage y su musa en su etapa muda Janet Gaynor fueron los primeros premiados con un Oscar en la categoría de actriz principal y director, sendos galardones por ''El séptimo cielo'', una de las cumbres indiscutibles del cine de Borzage, una obra de una belleza arrebatadora.


No se limitó exclusivamente al melodrama, prodigándose en géneros tan dispares como el bélico, la comedia romántica, el western o el noir, resueltos generalmente con admirable acierto, pero en el terreno melodramático, demostró una solvencia mayor y sentirse más cómodo en su discurso narrativo, el melodrama tiene una evidente predominancia en su extenso legado artístico. El melodrama ''made in Borzage'' se caracteriza por una cautivadora calidez, un romanticismo sin concesiones y un gran pulso narrativo. Poseedor de un formidable lenguaje cinematográfico, que podría definirse como vibrante, audaz e íntimo, esto unido a una fotografía deudora del expresionismo alemán, que crea una atmósfera de irrealidad, como de cuento de hadas -especialmente notoria en sus obras silentes, ''El ángel de la calle'' está fuertemente influenciada por las películas de Murnau, en lo referente a la iluminación tan especial que contiene-.

Frank Borzage, premiado con el Oscar al mejor director en 1929 por ''El séptimo cielo'' y en 1931 por ''Bad girl''.


Nacido en 1893, de origen italiano, austríaco y suizo, Frank Borzage era uno de los 14 vástagos de Luigi Borzage -minero de profesión- y María Ruegg, sus padres emigraron a Estados Unidos desde Austria. De los catorce hijos, ocho superaron la infancia, el resto murieron prematuramente. Además de Frank Borzage, sus hermanos Lew y Danny se dedicaron también al mundo del espectáculo, el primero se convirtió en un respetado asistente de dirección y el segundo, en actor.
Frank Borzage llega al cine como actor en 1911 -anteriormente, fue un reputado intérprete teatral-, contratado por Thomas H. Ince, termina protagonizando varias películas y haciéndose popular. Es a partir, de 1915, cuando debuta en la dirección, rodando algunos westerns y en los cuales también actuaba, ya en esos primeros trabajos, Bozarge comienza a dejar constancia de un perfeccionismo que le acompañaría durante toda su carrera, cuidando todos los detalles, como el tratamiento de la imagen o la dirección de actores, etc.

Janet Gaynor y Charles Farrell en ''El séptimo cielo''.


Su primer gran éxito detrás de las cámaras, llega con el estreno de ''Humoresque'' en 1920, en el cual, deja entrever, su delicadeza y buen hacer para el melodrama -un género difícil de dominar, ante la facilidad de cargar las tintas del sentimentalismo y así, edulcorar hasta límites insoportables cualquier historia de amor-. El estilo de dirección de Bozarge se distanciaba de muchos de los excesos de los directores de la época, su puesta en escena era sobria y sutil, pero al mismo tiempo, sus filmes destilan un romanticismo muy especial. Su principal táctica era crear un ambiente de intimidad y confianza con los actores. El tema central de la obra de Borzage es el amor con un halo onírico en sus historias -especialmente patente en su etapa muda-, pero en sus obras también subyace un erotismo sugerido, no mostrado abiertamente. Fue uno de los pioneros del cine clásico, en mostrar la anatomía masculina desde la perspectiva de la mujer.





Frank Borzage era un director muy minucioso, retratando no solamente magníficamente un tema universal como es el amor, si no, también, reflejando la pobreza y la crisis de una sociedad. En los años 30, su obra se volvió todavía más ecléctica, incursionando en comedias románticas por ejemplo, pero siempre llevándolas a su terreno -Borzage, contando con más o menos libertad creativa, mantuvo siempre su identidad artística, el denominado ''toque Borzage''-. En el cine de Borzage, hay que destacar varios elementos curiosos: su gusto por las escaleras, las metáforas, los recurrentes primeros planos de los rostros de sus intérpretes, etc. Y dos virtudes: su ausencia de cinismo y la confianza en el espectador -haciéndolo participe de cada película suya y no dándole todo masticado, retándole-. Frank Borzage es un director muy emocional, pasional, lírico, poético e intenso, pocos como él, supieron plasmar el amor con mayúsculas en la gran pantalla y de ese modo, elevar sus pasionales historias de amor -en muchas ocasiones- a la categoría de ''mágicas''. En la fase con el cine mudo que atravesó su cine, gozó de una libertad sin precedentes para la época, a partir de los años 30 tuvo que lidiar con la censura y su obra, fue mutando, pero en el fondo, seguía siendo fiel a sí mismo y a su universo tan personal y único, pese a las limitaciones del Hollywood del sistema de estudios. Durante los años 40, su carrera y su vida entraron en un gran declive, empezó a realizar películas olvidables y a rodar filmes de bajo presupuesto con Republic Pictures. Borzage atravesaba un período personal bastante duro, debido a su alcoholismo y al fracaso de su matrimonio con su primera esposa, la actriz Rena Rogers. Se casó dos veces más y finalmente encontró la felicidad, pero Rena marcó su vida y obra -se comenta, que inspiró a sus heroínas cinematográficas-. Borzage fallecería en 1962, a los 68 años, debido a un cáncer.

Janet Gaynor y Charles Farrell en ''El ángel de la calle''.

Off Classic Hollywood - John Cassavetes, el máximo exponente del cine independiente americano

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''En ''Too Late Blues'', trabajé para un Estudio, y creo que no es lo mío. Es un sistema basado en los departamentos y sus jefes. No se me dan bien los jefes de departamento. No me preocupan sus problemas. Sólo los míos. Lo que aprendí de los grandes Estudios, es que no puedes complacerlos a ellos y a ti mismo a la vez. No volveré a hacer cine comercial. Si puedo, haré películas sin profesionales. Con gente que sueñe con una recompensa mayor. Gente que desee ser parte de una creación, aunque no sepa muy bien que es.''

John Cassavetes pertenece a una industria cinematográfica de Hollywood que, desde su génesis fue concebida como un engranaje perfecto destinado a la única finalidad de acumular dólares a mansalva, primando la comercialidad por encima de lo artístico, en la cual, la supervivencia de una voz propia se antojaba, en ocasiones, casi una utopía -debido principalmente al férreo control de cada Estudio-. Como toda industria que se precie, se ha ido adaptando a los tiempos y ha sufrido innumerables mutaciones y problemas -el paso del mudo al sonoro, los incansables intentos de colorear las películas con diversas técnicas visuales popularmente conocidas, la censura promovida principalmente por el Código Hays que afortunadamente sirvió para potenciar el ingenio y la audacia de los grandes creadores, la fiebre anticomunista de la era de McCarthy que dio lugar a la vergonzosa Caza de brujas que perseguía a los artistas acusados de ideas políticas subversivas, etc-. Por tanto, Cassavetes -nacido en Nueva York, pero de origen griego- creció en un ambiente, excesivamente preocupado en el rendimiento económico del cine y en cuestiones monetarias en general, poco familiarizado con un tipo de cine -del cual él, fue uno de sus pioneros, dentro de la cinematografía americana-, como es el de arte y ensayo. Obras intimistas y cercanas al documental debido a su realismo, que desde su concesión misma desafiaban las reglas más tradicionales del cine norteamericano -no eran superproducciones, no buscaban la espectacularidad, mantenían frecuentemente un tono introspectivo y decadente alejado de la luminosidad de otras propuestas, etc-, Cassavetes es una afortunada anomalía, que curiosamente, se convirtió en cineasta por casualidad y con la quijotesca idea de llegar a ser un nuevo Frank Capra, ya que en principio, estaba más interesado en la escritura cinematográfica que en la dirección: ''Cuando empecé a rodar películas, pretendía hacerlas del estilo de las de Frank Capra. Pero nunca he sido capaz de hacer algo similar a esas locas y vigorosas películas. Eres lo que eres.''

Hay en Cassavetes, una fuerte tendencia a explorar y profundizar en el universo femenino, aunque todos sus personajes suelen estar cuidadosamente trazados, da la impresión de que las mujeres ejercen una especial atracción en el Cassavetes cineasta, y casi siempre, termina otorgándoles una mayor relevancia en sus relatos cinematográficos, parece embelesado por sus conflictos, anhelos y temores. Se podría considerar perfectamente como un director de mujeres, posee y ha demostrado sabiduría y sensibilidad para crear retratos portentosos y verosímiles sobre un ser complejo -como es la mujer- de reflejar en la gran pantalla, sin caer en lugares comunes ni en perfiles estereotipados. Pese a ser la suya una visión parcial -desde la óptica masculina- siempre ha hecho gala de un gran respeto y comprensión hacia la figura femenina, se podría asegurar que a pesar del implacable realismo que aporta a sus criaturas, proyecta una incisiva mirada desde la ternura y la delicadeza, jamás sentando cátedra ni juzgándolas. Cassavetes, un autor magnífico, osado, indomable, cautivadoramente sensible, en permanente estado analítico de sus criaturas, profundamente humano.... En constante búsqueda de lo maravilloso y fascinante dentro del terreno de la cotidianidad.

El pasado 9 de Diciembre de 2014, John Cassavetes habría cumplido 85 años, se marchó demasiado pronto, pero dejó por el camino varias joyas, para deleite del cinéfilo amante del cine de autor -''Shadows'', ''Faces'', ''Una mujer bajo la influencia'', ''Así habla el amor'' o ''Noche de estreno''- y su legado artístico ha influido, de manera evidente, en cineastas independientes posteriores.
El nombre de John Cassavetes para el espectador medio, irremediablemente se asocia a su figura como actor -con ''La semilla del diablo'' y ''Doce del patíbulo'' a la cabeza- pero encuentro mucho más atractiva su faceta como autor, de importancia capital en la evolución del cine americano y precursor de ese magnífico grupo de cineastas que irrumpieron en los años 70 -Coppola, Spielberg, Scorsese, De Palma, George Lucas, Cimino, etc- dentro de un séptimo arte usamericano, que jamás volvería a ser igual, entrando en una etapa de modernidad muy sonada y necesaria. Estos creadores ante la crisis del Hollywood clásico, vieron como los estudios no imponían límites a su creatividad y les permitían el control en el montaje final de sus películas -privilegio poco frecuente en la etapa clásica, que se le concedía a muy pocos directores- .
Representante de un cine underground, que empezaba a asomar la cabeza dentro de la industria cinematográfica de los estudios de Hollywood. Cassavetes, de contundente espíritu outsider, utilizaba los generosos sueldos de actor de grandes producciones, para arriesgar y dejar su interesantísima impronta en obras de menor presupuesto pero de incalculable hondura y valía, en las que solía rodearse de un grupo de habituales en lo referente al reparto -Peter Falk, Gena Rowlands, Ben Gazzara, etc-. Fue un realizador que siempre abogó por mantener una personalidad única, por encima de presiones monetarias.

''En las últimas décadas, algo ocurrió con el Sueño Americano. No sé exactamente que pasó, no lo tengo muy claro. La confusión sustituyó al patriotismo. El intelecto al amor. Si algo no hace dinero, nadie está interesado en ello. Todo se vende. Las emociones se venden. El sexo vende. Todo es sexo. Los coches, las mujeres, la ropa, tu cara, tus manos, tus zapatos. Mira esos anuncios, en la televisión. Mis emociones no están en venta. Mis pensamientos no pueden ser comprados. Son míos. No quiero que las películas me vendan algo. No quiero que me digan como sentir.''


Debutó en 1959 con ''Shadows'', cinta experimental y que cuenta con actores amateurs. Interpretaciones completamente improvisadas, que fluyen de manera orgánica, Cassavetes impartía clases de actuación por aquel entonces, los intérpretes que protagonizan su película son alumnos suyos. Un debut que impresionó a cinéfilos irredentos -Scorsese es un gran apasionado de esta cinta, Cassavetes se convertiría en su mentor y amigo personal, inclusive llegarían a colaborar juntos, por ejemplo, Marty fue en sus inicios, montador de sonido de ''Así habla el amor''- pero que en un principio no contó con una gran acogida por parte del público mayoritario. ''Shadows'' hacía presagiar el talento y el futuro que se escondían en la osadía y entusiasmo de un debutante detrás de las cámaras, que inconfundiblemente estaba destinado a transgredir las normas establecidas, y terminar, coronándose como un grande de la cinematografía mundial.




John Cassavetes se forjó como cineasta en una época convulsa para Estados Unidos, no solamente a nivel social y político, si no también, en el ámbito cinematográfico -el cine de la edad dorada de Hollywood estaba agonizando, su decadencia se notaría especialmente con la imparable irrupción de la televisión a finales de los años 50, el séptimo arte intentó paliar las pérdidas económicas, ofreciendo a los espectadores experiencias más vividas e innovadoras en salas de cine, fomentando todavía más films-espectáculo, que invitaran a la gente a abandonar temporalmente su hogar y retornar al hábito de visionar películas de la manera más clásica-.

Cassavetes cambió el modelo cinematográfico establecido -su cine se caracterizó por la sobriedad tanto en el aspecto económico como en el narrativo-, se convirtió en un nombre clave de un cine indie americano todavía en ciernes, y por consiguiente, en uno de los mayores impulsores de lo que se podría denominar la ''Nueva Ola Americana'', bajo su perspectiva, el cine concebido como arte, se prostituía al entrar grandes cantidades de dinero en cada proyecto. Su obra bebía del naturalismo y densidad del Neorrealismo Italiano y de la libertad y riesgo de la Nouvelle Vague, era un admirador confeso de ambas corrientes artísticas europeas. Su musa, en la gran mayoría de sus películas, fue el gran amor de su vida, la maravillosa Gena Rowlands. Cassavetes filmó como nadie las complejidades, emociones y miserias del ser humano, sus cintas podrían interpretarse como una reinvención del melodrama de toda la vida, pero desde un prisma más íntimo, cotidiano y desprovisto de artificios formales.

Claudette Colbert, reina de la comedia romántica clásica (I)

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 INTRODUCCIÓN

   Por Alba Mirás.


"Actuar es algo para lo que naces. Lo tienes o no lo tienes". Claudette Colbert.


 La comedia actual, ha perdido (en gran medida) la solidez, originalidad y clase, de las que hacían gala, las cintas de este género del Hollywood dorado. El humor en las últimas décadas, ha evolucionado, en muchos casos, hacia una vertiente más soez, agresiva y facilona, muy alejada del estilo refinado, inteligente y sutil de las mejores comedias clásicas. La comedia moderna, vive un evidente estancamiento, ante el agotamiento de fórmulas, la inclinación del público mayoritario hacia una comedia de trazo grueso y la necesidad de buenos directores especializados en el género. Lógicamente, los gustos cinematográficos han cambiado, pero la calidad siempre debería de prevalecer, adaptándose a su vez, a las demandas de los nuevos tiempos. El añejo cine de Hollywood era rico en maestros de la alta comedia, como Ernst Lubitsch, Frank Capra, Preston Sturges, Gregory La Cava, George Cukor o Billy Wilder, etc. Sé que es un tópico aquello de que ''el cine de antes era mejor'', pero según descubro más filmes clásicos, tengo más claro que, en tiempos pasados, se realizaban buenas películas con más frecuencia y se arriesgaba más, en mi opinión, el cine americano actual (sin contar, el cine independiente, que sí lo veo, en un buen estado de forma) está en decadencia, volviendo a esa tendencia del cine dorado de Hollywood, de adoptar talento foráneo con éxito, como queda patente, en el hecho de que los últimos 5 ganadores del Oscar al Mejor director no son norteamericanos.


En la época del cine dorado americano, se hallaban gloriosas actrices cómicas (que en muchos casos, saltaban a roles más dramáticos con admirable credibilidad), grandes damas llenas de talento y carisma como Claudette Colbert, Jean Arthur, Irene Dunne, Carole Lombard, Myrna Loy, Rosalind Russell o Katharine Hepburn, etc.


Instintiva, pícara, moderna para su época, risueña, talentosa, versátil, habitualmente afinada... Claudette Colbert, de origen francés, es una de las actrices más destacables de la mejor comedia clásica americana. Esas old comedies sofisticadas, encantadoras e ingeniosas, que son mágicas e indelebles.

Claudette Colbert desprendía luminosidad, encanto especial y elegancia innata en pantalla. Su picardía, mordacidad y naturalidad, la hacían única e idónea para todo tipo de comedias, desde las más enloquecidas de Preston Sturges por ejemplo, hasta las comedias románticas de estructura más clásica. Aunque se especializó en el género cómico, sus pocas frecuentes incursiones en películas de calado más serio o profundo, también son memorables, a destacar especialmente, sus magníficos trabajos en ''Desde que te fuiste'', ''Tempestad en la cumbre'', ''Pacto tenebroso'', ''Regresaron tres'' o ''Imitación de la vida''. Dotada de una vis cómica maravillosa, también se manejaba con admirable solidez y soltura en melodramas o dramas, demostrando así, una gran versatilidad. Su rostro entre risueño y ladino, le permitía jugar con sus registros y resultar creíble en todo tipo de personajes. Colbert, es sin duda, una actriz que hechiza y engancha a los verdaderos cinéfilos. Poseía la cualidad más esencial (además de talento) para la comedia: un carisma arrollador, un rasgo interpretativo muy característico suyo, que facilitaba simpatizar con sus roles y creértelos. La considero, la intérprete ideal, para cuando te apetece desconectar de tu rutina diaria, ver una de las deliciosas comedias (que se encuentran con facilidad en su filmografía) protagonizadas por ella, supone un intenso rato de auténtica alegría, que le sube el ánimo a cualquier espectador mínimamente receptivo.

La grandeza interpretativa de Colbert no reside solamente en ser una de las intérpretes cómicas más excepcionales y genuinas que ha dado el cine, si no también, otro factor de vital importancia, es su probada polivalencia, escogió ir más allá y no acomodarse en exceso en un género que domina, dando muestras de que era una actriz dramática muy potente. Claudette Colbert, una actriz siempre afinada, que no desentona en ningún registro. Su voz (original) era suave, armoniosa y con personalidad (de esas voces que encandilan, con una sonoridad similar a la de Margaret Sullavan).

Claudette era una actriz única, que impulsó una imagen de mujer desinhibida, resabida e independiente. Su estilo interpretativo (especialmente, en cuando a sus comedias, se refiere), era totalmente opuesto a la ñoñería o la mojigatería, podría decirse, que fue una adelantada a su tiempo, retratando en la gran pantalla, a personajes femeninos atrevidos, aguerridos y modernos para la época, que no eran seres dóciles al servicio de los hombres (ese perfil puritano de esposa amantísima, que el Código Hays, intentaba imponer a toda costa, cortándole las alas a la libertad individual de cada mujer). Una auténtica experta a la hora de introducir connotaciones sexuales o picantes en sus personajes, de manera tan natural, que la censura no se percataba.


Era hija de un banquero francés que se trasladó a Estados Unidos en 1906 desde Francia, cuando Claudette tan solo contaba con tres años. Desde el principio, fue una enamorada de las obras de Broadway y deseaba fervientemente debutar allí. En la adolescencia, completamente convencida de su vena artística, comenzaría a estudiar Arte Dramático, costearía sus lecciones trabajando en una tienda de ropa. En 1923, conseguiría por fin, debutar profesionalmente en las tablas, con la obra ''The Wild Wescotts'', decidió adoptar el apellido artístico de Colbert (su nombre real era Emilie Claudette Chauchoin). En el momento, en el cual, la Gran Depresión cerró la mayoría de teatros, Claudette inició su carrera cinematográfica. Su primera cinta fue la muda ''Los tres papás'' de 1927, a las órdenes del mítico Frank Capra, que curiosamente, resultaría ser un fiasco en taquilla. Al año siguiente, se redimiría, con el éxito de ''The Lady Lies'', al cual, se sucedieron otros tantos aciertos comerciales.

Ha trabajado con excelentes cineastas como Mitchell Leisen, Lubistch, DeMille, Frank Capra, Gregory La Cava, Douglas Sirk o John M. Stahl, etc. Sus compañeros actores destacan, su calidad humana -cálida, encantadora y positiva, son los calificativos que suelen repetirse con frecuencia- y su entrega máxima a la hora de interpretar.





''Imitación de la vida'' (John M. Stahl, 1934)
   Por Alba Mirás. 


John M. Stahl es considerado el precursor de Douglas Sirk (el realizador alemán, adaptaría, años después, algunas películas suyas bajo su personal prisma). Esta primera versión cinematográfica de ''Imitación a la vida'', resulta menos interesante y sugerente de la realizada en 1959 por Sirk, podría ser considerada como una especie de ensayo de la misma historia, aunque curiosamente, ambas siguen un desarrollo bastante diferente. Sirk supo dotarla de mayor profundidad, emotividad, riqueza en matices y mejores interpretaciones, aún así, aunque es menos lograda, Stahl realiza una película correcta, que cuenta con una buena interpretación de Colbert (siempre a la altura de las exigencias de cada papel).


 ''Sucedió una noche'' (Frank Capra, 1934)
    Por Alba Mirás. 


Frank Capra fue uno de los directores fundamentales de la mejor comedia clásica, apostó por realizar películas desde un prisma humanista (en constante exaltación de los buenos sentimientos), optimista y liviano. En sus tiempos, su humor generalmente bien intencionado (aunque, en cintas, como ''Caballero sin espada'' o ''Juan Nadie'' demostró una vertiente crítica sin concesiones) fue tachado de blandengue e ingenuo por la crítica especializada. Sin duda, fue un genio, dirigiendo con maestría, esas comedias vitalistas maravillosas e imprescindibles.

''Sucedió una noche'' es una screwball comedy ejemplar y deliciosa, funciona igual de bien como comedia, que en su intención de narrar una historia romántica tradicional. Posiblemente, mi película favorita de Claudette Colbert junto a ''Medianoche''. La actriz ganó su primer y único Oscar por su excepcional trabajo en esta preciosa e hilarante comedia romántica. ''Sucedió una noche'' es un milagro cinematográfico, una maravilla. Ni Capra, ni Colbert, ni tampoco Gable, confiaban en el éxito de la película, pero se terminó convirtiendo en una película imperecedera y en una de las mayores triunfadoras de los Oscar, consiguiendo los 5 premios principales (actor, director, actriz, guión y película).

Se rumoreaba que Colbert no mantuvo una buena relación con Frank Capra durante el rodaje.
Tan de improviso pillaron los Oscars recibidos, que Claudette Colbert estaba convencida de que no ganaba y que se lo llevaría Bette Davis, cuando sorpresivamente la informaron a última hora, de que tenía que ir a recogerlo, ella se encontraba a punto de coger un tren hacia Nueva York. Se preparó a marchas forzadas y el Oscar le fue entregado por la precoz estrella Shirley Temple. 


 ''Un marido rico'' (Preston Sturges, 1942)
        Por Belén Estrada.



Preston Sturges era un reconocido guionista que saltó a la dirección en 1940 y pronto encarriló tres títulos que hacen que su nombre brille en el mundo de la comedia. Comenzó escribiéndole a Barbara Stanwyck "Las tres noches de Eva" (Lady Eve, 1941), siguió con ese ensayo sobre el cine obligatorio llamado "Los viajes de Sullivan" (Sullivan´s travels, 1941) y lo culminó con "Un marido rico" (The Palm Beach Story, 1942).




Carole Lombard era la elegida para protagonizar esta película pero falleció en un trágico accidente de avión. La elegida para sustituirla es la mejor opción posible. Claudette Colbert domina esta clase de personajes y les da un toque único. Colbert siempre consiguió introducir un punto picante y sexual a sus personajes de forma tan natural que mantenía a la censura alejada. Para mantener a la censura alejada, también se decidió cambiar el título "Is marriage necessary?" (lo que se traduciría como "¿Es el matrimonio necesario?") por el definitivo "The Palm Beach Story". Y es imposible que no venga nuestra mente "The Philadelphia Story" (Historias de Filadelfia), película con la que tiene más de un punto en común.




Gerry Jeffers (Claudette Colbert) decide divorciarse de Tom Jeffers (Joel McCrea) por sus problemas económicos. Gerry está cansada de vivir sin lujos y no quiere adaptarse a la vida de una modesta ama de casa. Tom intenta vender una idea que les haga ricos pero fracasa constantemente. Así es como Gerry se embarca en la búsqueda de un marido rico que la colme de atenciones.






Joel McCrea pocas veces ha estado mejor que bajo las órdenes de Preston Sturges. Un actor físicamente perfecto para papeles de galán pero tremendamente falto de carisma. Tras "Los viajes de Sullivan" vuelve aquí a encontrar el tono perfecto para el personaje. Tom está enamorado de su mujer y no piensa dejarla tan fácilmente. Podemos ver a Claudette Colbert como una continuación de su personaje en la fabulosa "Medianoche" (Midnight, 1939). Es una mujer con un plan muy claro pero a la que le pueden traicionar las emociones. La actriz francesa está simplemente perfecta. Y personalmente creo que con Lombard estaríamos ante una película muy distinta. Colbert revoluciona a todos los hombres con los que se cruza en el film. La actriz sabe jugar con ello siendo aun así todo lo que se esperaba de una mujer de su clase y época. No olvidemos que el Código Hays estaba pendiente de todo.


El punto más débil está en los personajes secundarios. Rudy Vallee y Mary Astor son dos hermanos millonarios que parecen la presa perfecta. Y lo parece tanto que pierde emoción. El acaudalado Hackensacker es demasiado bonachón y simple. Verle como una amenaza es imposible, como víctima es perfecto. A su hermana le da todo tan igual que tampoco nos preocupa. Afortunadamente, Sturges resuelve rápidamente el tramo final.



Los dos nombres que cargan a sus espaldas con esta película son Preston Struges y Claudette Colbert. Como decía al principio, Sturges viene de una inercia espectacular. Gracias tanto al guión como a la dirección consigue que la historia se nos pase en un suspiro. Apenas parecen tres escenas y se acabó. Colbert es la que sabe llevar a la práctica el estilo de Sturges, que aquí hasta se pueden ver ínfulas del mejor Lubitsch.



''Desde que te fuiste'' (John Cromwell, 1944)

   Por Javi Leiva.


"Desde que te fuiste" fue un proyecto que David O. Selznick estuvo buscando durante meses con el cual mostrar su apoyo a la causa aliada durante la guerra. Su intención no era hacer una película bélica, sino enfocar las experiencias de esas familias que se quedaban en casa esperano al familiar. Esta basada en un libro de Margaret Buell Wilder que consiste en una serie de cartas que ella escribió mientras su marido estaba en la guerra. Trata sobre las dificultades que tuvo en mantener sola a dos hijas adolescentes así como a la soledad común a la cual han de enfrentarse mientras marido y padre está lejos. Es un melodrama que refleja la lucha en la guerra, pero la de las familias en el hogar que se enfrentaban a un futuro incierto y de constante preocupación por sus seres queridos y además, manteniendo su propio hogar como un santuario para el retorno de esos soldados, ya no solo para darles la bienvenida sino también para demostrarles que su lucha no había sido en vano. Selznick quiso darle un componente más épico a la película, realizando una revisión completa del libro, añadiendo más personajes y extendiendo los papeles de las hijas.


Selznick se esforzó mucho para completar un reparto que estuviera a la altura de la película que tenía en mente. Para el papel principal de Anne Hilton, quería a Claudette Colbert, la cual al principió rechazó el papel. Colbert había tenido mucho éxito en la comedia, ganando un Oscar por Sucedió una noche. Pero Selznick sabía que era ideal para el papel y finalmente la convenció para que fuera el corazón patiótrico de esa familia, la cabeza de familia que mantiene a todos unidos siendo valiente y vulnerable a la vez. Selznick hizo especial hincapié en reforzar a Jane, la hija mayor a quien da vida Jennifer Jones la cual se sentía un poco mayor para ese papel. Jane es una chica que va madurando mientras se desarrolla la película. Parte siendo una adolescente con muchos sueños en su cabeza, la cual caer rendida a los pies de un timorato y (tal vez en exceso) cándido Robert Walker. Curiosamente, ambos estaban casados en la vida real y se separaron durante la película. Aún así, sus escenas son las de más intensidad emotiva y las más remarcadas a lo largo de la película.

Shirley Temple fue convencida por Selznick y salió de su retiro de dos años para interpretar a la jovencísima Brig, la cual poco a poco sale de su rigidez absorbida por su personaje lleno de carisma y mucho afecto. Estos jovenes actores están rodeados de un gran elenco de actores veteranos. Joseph Cotten ofrece la presencia más simpática y encantadora como Toni, quien con sus pequeñas bromas da un carácter más distendido al ambiente de ese hogar. Hattie McDaniel es Fidelia, la criada, en un papel tópico para esta actriz pero que realiza como nadie. Monty Woolley es el irritable inquilino que se instala en casa de los Hilton. Su personaje es prácticamente el mismo que en "El hombre que vino a cenar" y que despierta enseguida nuestra antipatía hacia él y sus manias, aparte del trato que le dispensa a su nieto Billy (Robert Walker). Agnes Moorehead es la egocéntrica amiga de Anne, la cual se cree más patriótica que nadie por los actos benéficos que realiza. También hay que apuntar el breve cameo de Lionel Barrymore como el clérigo en la iglesia y su pequeño pero intenso discurso.

"Desde que te fuiste" tiene escenas memorables y perfectamente rodadas. La fotografía de Garmes Lee y Stanley Cortez es maravillosa y es usada muy hábilmente, combinando la luz y la oscuridad para evocar atmósferas muy conseguidas y en diferentes formas. En una escena en la cual Bill y Jane están el el porche, la oscuridad crea un ambiente íntimo con solo un escaso relieve de los actores. En otras escenas, Garmes y Cortez evocan sombras para transmitir un sentimiento de soledad y aislamiento, como cuando las parejas bailan en el hangar debilmente iluminado mientras sus sombras bailan con ellos como un presagio del dolor que ha de venir. Seguramente, las dos escenas más recordadas son en la estación de tren las cuales tienen un grado de emotividad muy grande, aparte de las expresionistas imagenes que aporta Cromwell, tanto en el romántico beso de la pareja con la estación de fondo como la sombra alargada de Jane cuando Bill ya se ha ido en el tren, subrayando su soledad.

Tampoco hay que olvidar la banda sonora de Max Steiner, muy notable, de hecho ganó el Oscar (el único que ganó la película de 8 nominaciones). "Desde que te fuiste" es una de las películas más finas de Selznick y de las más logradas por Cromwell, el cual rodaba los melodramas con gran soltura, como de hecho demuestra en esta película, uno de los grandes melodramas de los años 40.

James Cagney, mafioso con alma de bailarín

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''No quiero ser conocido solamente por un tipo de papel. Intento actuar en muchos papeles diferentes''. James Cagney.


 Los verdaderamente grandes actores son capaces de acoplarse a cualquier tipo de papel, James Cagney fue uno de esos intérpretes todoterreno que bordaban cualquier personaje y lo hacían completamente suyo. Cagney fue un actor de carácter y de singular trayectoria, puesto que, sin ninguna duda, era un intérprete de contrastes (por su mirada turbia y por su rostro de facciones duras, encajaba en el perfil de gangster a las mil maravillas pero en su carrera, también mostró una vertiente mucho más cómica y luminosa, Cagney, de hecho, siempre se consideró cantante y bailarín antes que actor). Esa dualidad interpretativa, constituye uno de los aspectos más interesantes de su labor como actor, poseía una asombrosa capacidad para mimetizarse con cualquier papel, nada se le resistía. No era intérprete por vocación, simplemente, veía la actuación como un empleo más, se sentía más cómodo en su faceta de cantante-bailarín. James Cagney (aunque diera la impresión de estar hecho para roles de mafioso), disfrutaba más, cuando en la gran pantalla, podía dar rienda suelta a sus notables dotes de bailarín (de hecho, aún en sus cintas noir, intentaba realizar sus peleas de manera coreográfica).

En su época, debido principalmente a su perfil de tipo duro cinematográfico, rivalizaba directamente con Bogart, Spencer Tracy o Edward G. Robinson por los favores del público. Curiosamente, con Bogart coincidió en dos ocasiones (en ''Ángeles con caras sucias'' y en ''Los violentos años veinte'') y mantuvieron una relación poco amistosa, surgiendo algún que otro pique sin importancia entre ambos.

James Cagney y Jean Harlow en ''El enemigo público''.


Un actor explosivo y certero en cualquier registro. Su reducida estatura, no era un obstáculo, para ser enorme en la gran pantalla (intérprete camaleónico, insuflaba a sus películas, mucha fuerza, carisma y energía, siendo uno de los actores con mayor personalidad de la Historia del Cine).
Popularmente es conocido como uno de los tipos duros por antonomasia del cine clásico de Hollywood pero era tan bueno en su oficio, que resulta verosímil, en el extremo opuesto, en personajes más afables o bonachones, sin chirriar en ningún momento.

''No era un tipo a lo Gene Kelly. Era pequeño y belicoso... Nadie pensaba que fuera un bailarín. El rol de gangster le iba como anillo al dedo. Y él no cambiaría eso''. Virginia Mayo.     

Criado en Yorkville (uno de los barrios más conflictivos del Nueva York de principios del siglo XX) pero de origen irlandés ("de donde yo vengo, si puedes ganar un dólar no haces preguntas, simplemente vas y lo haces", solía decir). James tuvo una infancia difícil, donde fue testigo del alcoholismo y ludopatía de su progenitor. Segundo de cinco hermanos, con 9 años, su padre empezó a mandarle al bar a comprar botellas de whisky. Lógicamente, ante esta trágica situación, su madre Carolyn, fue quien se hizo más cargo de sus hijos. Cagney desde su juventud, fue un ferviente defensor de las causas justas (actitud loable y combativa que mantendría también en su madurez, llegando incluso a ser acusado falsamente de comunista), granjeándose muchos problemas y peleas por defender sus ideales (en una ocasión, se hizo amigo de un chico problemático que, años más tarde, acabaría en un hospital para dementes, el bueno de Cagney intentó ayudarle, mandándole ropa pero no le llegó nada, debido a que la policía se quedó todo).



En 1918 cuando estaba estudiando Arte en la Universidad de Columbia, su padre fallece. A partir de este trágico suceso, Jimmy se ve obligado a dejar la carrera para ayudar a mantener económicamente a su familia, desempeñando todo tipo de pequeños trabajos antes de debutar en el mundo del espectáculo, como decorador. De ahí, saltó rápidamente a la interpretación, su primer papel en el mundo del vodevil, fue dando vida a un personaje afeminado.
Meses después, Cagney conocería a Frances Vernon, la que acabaría siendo su única esposa, se casaron en 1922 y estuvieron juntos hasta la muerte del actor en marzo de 1986, debido a un ataque al corazón. Frances Vernon fue decisiva en la carrera cinematográfica de James Cagney, el mítico actor estaba hastiado del teatro debido al poco dinero que ganaba con él, a causa a ello, se veían obligados a dormir en hostales de mala muerte, y fue ella, la que confió fuertemente en sus aptitudes artísticas y le animó a que no se rindiera, ya que estaba segura de que terminaría siendo una estrella. Vernon, fumadora empedernida, enseñó a Cagney a fumar para las películas sin tragar el humo, ya que Jimmy no tenía el vicio de fumar en la vida real. Jimmy daba una imagen de persona extrovertida e ingeniosa en pantalla, pero en la vida real, según aseguran sus íntimos, era un ser más reservado aunque tenía un estupendo sentido del humor. Le encantaba leer y le gustaba muy poco socializar.



Tras protagonizar varias comedias musicales junto al amor de su vida Frances Vernon, Cagney empieza a despuntar en Hollywood en 1930, a la par que las películas sonoras. Firmó un contrato de larga duración con Warner Bros (al mismo tiempo, que otros actores legendarios como Bette Davis y Edward G. Robinson), y después de una serie de papeles sin sustancia, en 1931 llegaría su gran oportunidad con la sólida y contundente ''El enemigo público'', en la cual, su interpretación fue muy notable y empezó a perfilarse como el tipo duro del Hollywood dorado. Tras este éxito, todo fue sobre ruedas en la carrera de permanente ascensión de Cagney, en la cual, se alternaban con pasmosa facilidad, roles y géneros antagónicos, desde dramas o comedias pasando por westerns o adaptaciones de William Shakespeare. Cagney era una bestia interpretativa que brillaba en cualquier registro, era mucho más que el gangster eterno (de hecho, fue un intérprete muy completo, dotado no solamente para la interpretación, si no también para el canto y el baile), la Warner no supo explotar su potencial musical. Cuando aterrizó en esta poderosa productora -para la cual, trabajaría en multitud de ocasiones-, Jack Warner le hizo rellenar un cuestionario, Cagney anotó dos cosas que podrían considerarse toda una declaración de intenciones: le molestaban sobre manera, las tonterías y las preguntas bobas. Y como razón para querer actuar, simplemente se limitó a responder, que tenía necesidad de encontrar un empleo y aseguró que no buscaba el estrellato.

James Cagney y Olivia de Havilland en ''La pelirroja''.

Debido a su estatura, en los inicios de su carrera, le costó encontrar su hueco. La Warner a modo de prueba, le ofreció al principio, un contrato de tres semanas destinado a papeles secundarios. Jack Warner terminaría dándose cuenta enseguida que Cagney tenía talento, debido a ello, le ofreció finalmente un contrato de larga duración. A lo largo de su carrera, Cagney tuvo varios encontronazos con la Warner (con idas y venidas incluidas, se marchó y volvió a lo largo de los años, llegó incluso, a montárselo en solitario creando la Cagney Production, que tras rodar tres filmes, terminaría cerrando), principalmente, por sus lógicas exigencias de mejor salario (empezó cobrando solamente 400 dólares por semana pero a medida que sus éxitos para esta compañía se fueron amontonando, la cifra fue creciendo de manera considerable) y mejores roles. Se convirtió en uno de los actores mejor pagados de Estados Unidos. Cagney no fue la única estrella que tuvo desavenencias con Jack Warner, otros nombres ilustres del celuloide clásico americano, actrices con agallas como Bette Davis u Olivia de Havilland, se enfrentaron a él, reclamando lo mismo que Cagney, un mejor salario y mejores papeles. Cagney también tuvo sus desencuentros con algunos directores, con Michael Curtiz (aunque era algo habitual que los actores no conectaran con este cineasta, ostentaba la mala fama de no saber tratarlos) y con Billy Wilder por lo metódico que era.



Cagney durante toda su vida, luchó contra la pobreza, las injusticias (por ejemplo, dando dinero para apoyar las huelgas de campesinos y mineros o también donándolo de su propio bolsillo para echar una mano a unos jóvenes negros que habían sido acusados falsamente de violación) y contra el sistema de estudios y la Warner Bros en particular -''Nos sacaban todo lo que podían, días de rodaje de diez o doce horas. Trabajábamos los sábados de 8 de la mañana hasta el amanecer, llegando a un punto de extenuación en que ya no podíamos ver''-. Debido a la explotación de los estudios que solían tratar a los actores como esclavos, Cagney fundó junto a otros compañeros de profesión, un gremio de actores. Cagney en octubre de 1933 fue escogido como el primer vicepresidente. En seis semanas, el sindicato creció a 4.000 miembros y los Estudios se vieron obligados a mejorar las antiguamente abusivas condiciones de trabajo. En definitiva, James Cagney fue toda una personalidad tanto dentro como fuera de la pantalla.

30 años después de empezar su carrera cinematográfica, Cagney abandonó el cine, debido, en gran medida, al rodaje tan intenso de ''Uno, dos, tres''. La edad empezaba a pasar factura, no solamente a nivel de cansancio físico, si no también, a lo que la memoria se refiere, le costaba recordar sus diálogos. ''Me gusta actuar. A Jimmy no. Pero fue una bendición para él. Le dio la posibilidad y los medios de desarrollar otros intereses. Le gustaba escribir y pintar. Y adoraba los caballos. Vivió la vida que quiso vivir gracias a la interpretación'' -Jack Lemmon-.

En 1974, reapareció públicamente para asistir a un homenaje que le concedía el American Film Institute. Poco después de este acto, caería enfermo, y sólo rodaría dos películas antes de morir en 1986.




TÍTULOS DESTACADOS

''Al rojo vivo''
''Uno, dos, tres''
''El enemigo público''
''Ángeles con caras sucias''
''Los violentos años veinte''
''Yanki Dandy'' (Oscar al mejor actor)
''El hombre de las mil caras''
''Ámame o déjame''
''La pelirroja''
''Ciudad de Conquista''

Pier Angeli, la italiana que enamoró al icónico James Dean

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  La mujer en la industria cinematográfica -extrapolable a muchas disciplinas profesionales, en realidad- siempre ha tenido las cosas más difíciles que un hombre, y más, en Hollywood donde se les exige una apariencia física eternamente agraciada y lozana -esto ha sido así de toda la vida, en el cine clásico americano, muchas divas se retiraban antes de envejecer de manera bastante notoria, ante el temor de perder su brillo a ojos del público y de la industria-. Hollywood no ansía realidad, si no, una perpetua imagen de belleza y juventud fácilmente rentable. Este hecho en el cine reciente se ha agudizado todavía más. A las intérpretes femeninas a partir de los 40 se las arrincona, pocas son las que pueden continuar haciendo buenos papeles protagonistas o secundarios en el Séptimo Arte en una etapa madura, muchas se refugian en la televisión o en el cine de otras latitudes -Kristin Scott-Thomas en el cine galo o Jessica Lange en la serie ''American Horror Story'', por poner solamente dos ejemplos-. El sexismo en el mundo del cine es una triste realidad, que podría llevarnos a un debate en esencia algo trillado, pero también estimulante y en permanente actualidad. En definitiva, las actrices siempre han estado más presionadas que los actores, ya no sólo en términos interpretativos, si no que se les pide más en terrenos superficiales, como el aspecto físico. Pier Angeli con el transcurrir de los años -y unido a su inestabilidad emocional- fue notando el peso de una industria en permanente búsqueda de carne fresca, hecho que dificultaba obtener muchos papeles de enjundia.


Anna María Pierangeli -1932-1971- fue una actriz italiana, que creció bajo la perjudicial influencia de una progenitora dictatorial y tradicional que no le permitió llevar su vida con total libertad. Su existencia estuvo también marcada por un amor frustrado, un romance difícil de juventud que mantuvo con el malogrado James Dean, al cual, nunca olvidó -de hecho, cuenta la leyenda, que el actor tampoco se recuperó de perder su amor, falleció un año después de la ruptura con Angeli en 1955 por un accidente de coche y no volvió a tener una novia oficial que le dejara tanta huella a nivel emocional como Pier, muy probablemente el gran amor de su fulgurante vida-. El intenso affaire y posterior muerte prematura del rebelde con causa Jimmy, afectaron sobre manera a una vulnerable Angeli, que no volvería a encontrar la felicidad en el terreno amoroso pese a sus intentos -se casaría en dos ocasiones y sería madre de dos hijos-, los ecos de una relación sentimental marcada por la fatalidad, siempre resonarían durante toda su existencia.


Pier Angeli procedía de una familia católica de Sardinia -Italia-, tenía dos hermanas: una gemela, la también intérprete Marisa Pavan -ambas nacidas el 29 de junio de 1932- y Patrizia. A los 16 años, cuando Angeli estaba estudiando Arte en Roma, fue descubierta en la calle por el director Léonide Moguy, que la invitó a protagonizar la película ''Mañana será tarde'' de 1949, había nacido una estrella. Sorprendió tanto su interpretación, que ganó un premio en Italia como Mejor actriz y los ejecutivos de la Metro la ficharon, ofreciéndole un contrato con su Estudio. Estaban encantados con su belleza y sencillez.




En 1951, acomete su primer papel protagonista en Hollywood, ''Teresa'' del magistral Fred Zinnemann. Su poderosa y sentida actuación, la confirma como una joven promesa a tener muy en cuenta. A esta película, le siguieron ''The Devil Makes Three'' junto al mítico Gene Kelly y el musical ''Sombrero'' con Ricardo Montálban, Cyd Charisse, Vittorio Gassman e Yvonne de Carlo, de 1951 y 1953 respectivamente. Otros títulos destacados de su irregular filmografía fueron: ''Tres amores'' -considerado uno de sus mejores trabajos y donde compartió pantalla con Kirk Douglas con romance delante y detrás de las cámaras incluido-, ''Marcado por el odio'' -desgarradora y estupenda interpretación la que lleva a cabo, en la primera película de prestigio de un casi debutante Paul Newman-, ''Amargo silencio'', ''Sodoma y Gomorra'' y ''La Batalla de las Ardenas''.



Como actriz, Pier Angeli se caracterizó por retratar con maestría a personajes de mujeres frágiles y sensibles, en consonancia con su delicado y dulce físico. No era una belleza exuberante italiana como Sophia Loren ni intensa como la de Anna Magnani, si no que más bien, pertenecía al perfil de encantadora chica corriente. Menos rotunda, más angelical. Fue una intérprete que no gozó de demasiada suerte en su profesión -más allá, de unos pocos títulos realmente reseñables-, estuvo algo perdida y desaprovechada interpretativamente hablando, con pocas ocasiones de mostrar su enorme potencial. Rodó películas entre Europa y Estados Unidos, pero según fue envejeciendo, más le costaba hallar buenos papeles. Cerró su trayectoria con ''Octaman'' en 1971, la cual, es considerada la peor película de su carrera.





El romance con James Dean

"Pier es una chica extraña, la respeto. No me gustan la mayoría de las mujeres de Hollywood, pero ella es auténtica y real". James Dean.

“Él deseaba que lo amara incondicionalmente, pero Jimmy no era capaz de querer a alguien… fue un chico problemático que buscaba ser amado excesivamente. Amé a Jimmy más de lo que jamás he amado a nadie más en mi vida, pero no podía darle la enorme cantidad de amor que él necesitaba. Amar a Jimmy era algo que podía dejar vacío a cualquier persona.” -Pier Angeli-.

                                                    


Con James Dean siempre se ha especulado en lo relativo a su orientación sexual -muchos rumores apuntaban a su presunta homosexualidad, de hecho, algunos biógrafos suyos así lo afirmaban-, otras personas que lo conocieron en vida de manera cercana, defienden otra versión, como Dennis Hooper -compañero en ''Rebelde sin causa'' y ''Gigante''-. Lo cierto es que Jimmy fue una persona misteriosa  y compleja en el terreno afectivo, seguramente a causa de una complicada infancia y posterior adolescencia, con abusos sexuales de por medio -su amiga Elizabeth Taylor desveló, en unas declaraciones que se harían públicas después de su fallecimiento por expreso deseo suyo, que Dean había sido violado por un pastor en reiteradas ocasiones-.

En la época que en Pier Angeli se encontró por primera vez con Jimmy, estaba trabajando en una película que no resultó satisfactoria ni para los críticos ni para el recién llegado al cine Paul Newman -fue una cinta de la cual siempre se avergonzó- ''El cáliz de plata''. Corría el año 1954, un debutante James Dean filmaba en un set cercano su debut cinematográfico ''Al Este del Edén'', se aproximó al rodaje de ''El cáliz de plata'' para saludar a Newman y a otro amigo, ambos le presentaron a Pier Angeli. Fue un encuentro que cambió sus vidas para siempre, ya que aunque su romance fue bastante breve, era una relación especial, de gran intensidad y comprensión mutua. James Dean se encontraba en una situación profesional similar a la de Pier, los dos estaban iniciando su carrera en Hollywood. La atracción física fue inmediata. Parece ser, que eran polos opuestos que se complementaban, Pier era una joven tranquila y conformista, Dean por el contrario, era un chico rebelde y salvaje. Poco a poco, la relación se fue afianzando, y la influencia directa de Pier benefició a la personalidad de Dean, volviéndole más amable y abierto en el trato y además aportándole estabilidad a nivel sentimental. Y James, le insufló emoción y diversión a la vida de Angeli.


“Éramos como Romeo y Julieta, juntos e inseparables. A veces, nos amábamos tanto, que simplemente, queríamos caminar cogidos de la mano cerca del mar, porque sabíamos que estaríamos juntos para siempre.
No pretendíamos suicidarnos. Amábamos nuestra vida y simplemente, queríamos estar cerca el uno del otro para toda la eternidad. ”- Pier Angeli.
 

Lo que aparentaba ser un romance idílico, se topó con la oposición de la controladora madre de Pier Angeli, la cual, no aceptaba como pretendiente de su hija a Dean, por no ser católico y ostentar fama de rebelde -meses antes de Dean, Angeli había tenido un breve idilio con Kirk Douglas, que tampoco era visto con buenos ojos-. Obligó a su hija a dejar la relación e incluso intentó que la Warner los separara. Pier profundamente enamorada de Jimmy, no admitió el ultimátum de su progenitora y abandonó el hogar para casarse con Dean. Pero este último no estaba convencido de dar ese importante paso -deseaba esperar a que se asentara su carrera y después tomar una decisión-, Angeli interpretó que si tantas dudas albergaba sobre este matrimonio, es que realmente no la amaba. A partir de la indecisión de Dean, la relación se fue enfriando cada vez más. Y Angeli terminó por ceder a los anhelos de su madre, casándose con un hombre serio y católico. Vic Damone era un joven cantante que Pier conoció durante un rodaje en Alemania tres años antes, una estrella emergente de la Metro en ese momento. James Dean quedó desolado y con el corazón roto debido a la ruptura y posterior enlace de Pier con Damone. Se asegura que asistió a la boda eclesiástica de Pier con Damone, esperando fuera a que los novios salieran, haciendo ruido con el motor de su motocicleta y llorando bajo la lluvia. Se aceleró la ceremonia para evitar cualquier imprevisto. Siguió manteniendo un contacto regular con ella, ya que la extrañaba mucho, hasta que Pier se quedó embarazada de su primer hijo Perry.






Pier Angeli falleció el 10 de Septiembre de 1971 a los 39 años, debido a una sobredosis de barbitúricos. Tremendamente deprimida, arruinada económicamente y con una carrera interpretativa hundida, en una carta que le dejó a un amigo antes de su muerte, confesaba su amor eterno al legendario James Dean: ''Mi amor murió al volante de un Porsche. Hace 17 años que he estado sola, desesperadamente sola. Quiero encontrar la paz y ser libre para estar finalmente con Jimmy y mi padre de nuevo''.

Jean Harlow, la sensual rubia platino

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 ''Me trataban como si fuese una perra en celo''. Jean Harlow.



 Jean Harlow podría ser perfectamente una de las precursoras de Marilyn Monroe, por su actitud desenhibida, sensualidad, rubia cabellera y curvilínea figura -de hecho, la tentación rubia estuvo a punto de interpretarla en un biopic, debido principalmente a que Monroe consideraba a Harlow uno de sus ídolos-, al igual que ella, más reconocida por su físico que por sus cualidades interpretativas. Fue una actriz que vivió intensamente toda su breve existencia, uno de los símbolos sexuales de los años 30. Era considerada una de las intérpretes más osadas de la era pre-code de Hollywood, en la cual, solía interpretar a una vampiresa -para ella, en la vida real, el sexo era algo totalmente natural, se consideraba vox populi su colección de amantes y por consiguiente, su feroz apetito sexual-, escandalizaba a las mentes más conservadoras de América y excitaba a gran parte del público masculino de la época. Posteriormente a 1934 -en Julio de ese mismo año, se instauraría un nuevo código de censura, denominado Código Hays, que controlaba lo que se podía enseñar o no en una película-, pasaría a interpretar a la rubia ingenua o de pocas luces. Harlow era junto a Mae West y Norma Shearer, una de las estrellas que más molestaban y escandalizaban a la Liga por la Decencia, los papeles inmorales de las tres, les hicieron poner el grito en el cielo. Fue una de las pocas actrices de la época, que cambiando su perfil de chica mala a chica buena -y el color del pelo, de rubio a moreno- seguía resultando creíble y gozando de éxito.



Jean Harlow murió demasiado pronto -a los 26 años en 1937- como para demostrar su verdadera valía interpretativa -aunque personalmente, opino que mostró algunos atisbos de buen hacer interpretativo y sin duda, tenía carisma-, supuestamente se ponía en tela de juicio, si obtenía sus papeles por sus artes amatorias o por su gran talento como actriz.

A los 19 años, Jean Harlow era una prometedora estrella y a los 26 años, tras su muerte, se convirtió en una auténtica leyenda. Trabajó con los más grandes, como James Stewart, Spencer Tracy, James Cagney, William Powell o Clark Gable -con éste se llegó a afirmar que tuvo un romance y que ni él, era capaz de satisfacerla en la alcoba-. Era tremendamente natural en la pantalla, combinaba sofisticación con dosis de humor. Personificó el sexo en una época extremadamente pudorosa y recatada, una adelantada a su tiempo, sin duda. Se la acusaba de ser tan vulgar como los papeles que interpretaba, pero contrariamente a lo que algunos creían, la realidad era bien distinta. Intentaba constantemente rebelarse contra la imagen indecente y frívola que proyectaba en pantalla.

Provenía de una familia de fuertes convicciones religiosas, acomodada y respetada por la sociedad. De nombre real Harlean Carpenter, nació en 1911 en Kansas City, Missouri. Adoptó el nombre de soltera de su madre, Jean Harlow, como nombre artístico. Su progenitora de fuerte carácter y obsesionada con su hija, se divorció del padre de la actriz -un dentista de afable personalidad- en 1922. Harlean y su madre, se marcharon a Hollywood, tras matricularla en un colegio para señoritas, su madre probó suerte como actriz, pero no consiguió ningún papel y decidió regresar con su hija a Kansas City. En 1926, ambas se enamoraron. La hija se enamoró de un millonario playboy de 20 años, Charles Fremont McGrew II, dejó el colegio y se casó con él, cuando contaba con 16 años. En 1928, los recién casados regresaron a California y compraron una mansión en Beverly Hills. Pero esa vida de lujos, aburría a Harlean y deseaba encontrar algo más con lo que entretenerse. Debutó en el cine por una apuesta, sus amigos la desafiaron a ver si lograba conseguir un papel en una película. Hizo un casting y se inscribió con el nombre de su madre, acto seguido, logró un papel como extra pero en ese momento no le interesaba. Cuando su madre, se enteró del asunto, la animó a convertirse en actriz. Comenzó haciendo pequeños papeles, con Laurel y Hardy, por ejemplo. Su marido no estaba de acuerdo con que trabajara, pero la ambición y el poder que la madre de Harlean ejercía sobre su hija, terminaron destruyendo el matrimonio. Finalmente, se divorciaría a los 18 años.


Su primer papel hablado fue ''La chica de la noche del sábado'' -que estuvo protagonizado por una diva de los años 20, Clara Bow-, recitando unas pocas líneas insignificantes. Su siguiente papel, el de ''Los ángeles del infierno'' -dirigida por uno de sus amantes, Howard Hughes- fue un papel clave en su filmografía, dado que sería la película que la lanzaría al estrellato. Hughes buscaba una actriz inexperta y que trabajara por poco dinero -aunque la película, se terminó convirtiendo en una de las más costosas de la Historia del Cine-, dio con Jean Harlow y le pagó 100 dólares por semana y le ofreció un contrato por cinco años.

Su imagen de rubia platino, se convirtió en una moda y ella se hizo mundialmente conocida, con 19 años era una estrella emergente con un impresionante poder sexual. Una estrella a la vieja usanza, pero con un look y personalidad escénica poco comúnes y muy atrevidos para los años 30. Hughes sacó mucho rendimiento de su éxito, incluyendola en todas las películas posibles. El magnate ganó muchos millones gracias a Jean Harlow, pero la estrella percibió poco dinero.

Jean Harlow era consciente de sus limitaciones o carencias interpretativas. Sus primeras y penosas interpretaciones, era motivo de burlas. En 1931, el Estudio le dio la patada a Harlow, ella asumiendo su fracaso, le aseguró a su agente, que trabajaría en una tienda. Con la llegada de la Gran Depresión, Harlow fue fichada por la Metro, su salvador fue el productor Paul Bern -la MGM tenía la fama de convertir a desconocidos en estrellas y Bern era el responsable del lanzamiento de míticas luminarias como Joan Crawford, Greta Garbo y Norma Shearer- que le dio un papel en ''La bestia de la ciudad'', su interpretación dejó huella por su descaro y buen hacer, pero aún así, no le proporcionó nuevos grandes papeles. Bern quería que Louis B. Mayer comprara el contrato de Harlow con Hughes, pero éste se negó, ya que consideraba a Harlow demasiado vulgar y las estrellas que solía representar, eran unas señoras, tenían clase. Pero al poco tiempo, se demostró que Harlow cautivaba al público y se había transformado en una estrella mediática, especialmente debido a una gira que realizó por la Costa Este, en la cual, se agotaron todas las entradas. Mayer terminó cediendo. La MGM adquirió a Jean Harlow y suavizó su estilo. Bern confiaba fuertemente en su potencial y la recomendó para ''La pelirroja''. Al principio, Harlow no estaba satisfecha con el guión, dado que ya había interpretado a mujeres de dudosa reputación y en esta ocasión se acostaba con cinco actores, a Harlow le preocupaba su imagen pero Bern le aconsejó acertadamente, que interpretara su papel de secretaria come-hombres con un toque cómico -según él, Harlow poseía una extraña cualidad, que transformaba el sexo en algo cómico-.

Jean Harlow, ostentaba una imagen de mujer frívola y descarada, pero en su vida personal, parece ser, que era una ama de casa muy tradicional (aunque existen voces discordantes que le atribuyen una fama de fémina insaciable, supongo que al fin y al cabo, su obra y su vida íntima se han mezclado tanto a lo largo de los años, que resulta complicado discernir donde empieza una y termina la otra). Vivía el cine como una afición, no como una pasión. Deseaba fervientemente, dejar el cine y encontrar al hombre de su vida. En Paul Bern, halló a un nuevo amor y posteriormente, se convirtió en su nuevo marido. En 1932, se pegaría un tiro, era un hombre muy depresivo y que vivía bajo el perjudicial influjo de su ex-mujer, una persona inestable que estaba obsesionada con él y la noche de su muerte, lo visitó. Irónicamente, Harlow interpretaría en ''La indómita'' a una actriz, cuyo marido se había suicidado, el Estudio la manipulaba y terminó aceptando el papel.

''Tierra de pasión'' con Jean Harlow y Clark Gable.


Gracias a ''Tierra de pasión'' con Clark Gable cambió radicalmente la opinión de los críticos -antes consideraban que se interpretaba a sí misma- y reconocieron que realmente sabía actuar, su interpretación resulta conmovedora y picante.

Para mantener su figura, se sometió a estrictas dietas, sufría continuas alergias causadas por el maquillaje y trabajaba cerca de 20 horas todas las semanas. Detestaba a todos aquellos que no sabían diferenciar su vida privada de sus papeles. Jean Harlow, no era la típica rubia tonta, realmente era una ávida lectora. Terminó su carrera, interpretando papeles de chica buena, que supuestamente, se asemejaban más a su verdadera personalidad más allá de las cámaras.

En 1934, se enamoraría del elegante y encantador William Powell, en él, vio una especie de figura paternal -de hecho, su verdadero padre era similar a Powell y ella llamaba a su nueva conquista, Papi-.  En ''Una mujer difamada'' Harlow y William Powell realizaron memorables interpretaciones. Su sexta colaboración con Clark Gable en ''Saratoga'', sería su última película. Su enfermedad empezó como una gripe pero terminó derivando en uremia.

El 19 de mayo de 1937, en el set de ''Saratoga'', Harlow se desvaneció y recibió atención médica a pesar de las creencias religiosas de su madre, pero su estado empeoró. Fue hospitalizada el 6 de junio, Harlow, desgraciadamente, falleció a la mañana siguiente. Su muerte, dejó desolado a William Powell. Jean Harlow fue enterrada con el salto de cama que lucía en ''Saratoga'' -la película estuvo a punto de no estrenarse, pero los fans lo impidieron, se convirtió en la más rentable de toda la carrera de Harlow-. Su entierro fue uno de los más multitudinarios, parecía una superproducción. La intensa vida, fulgurante trayectoria y pícara belleza de Jean Harlow, la convirtieron en una actriz inmortal, a pesar de su repentino y trágico desenlace.        

Cary Grant, el carismático británico que conquistó Hollywood

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Archibald Alexander Leach, alias Cary Grant, nació en Bristol (Inglaterra), un 18 de Enero de 1904, en el seno de una familia de clase baja. A los 9 años, cuando un día llegó a casa del colegio, se le ocultó el verdadero paradero de su madre biológica, asegurandole que se había ido a un balneario por un tiempo, Grant, descubriría, años más tarde, la dolorosa verdad.
El icónico actor dejaría la escuela a los 14 años, mentiría sobre su edad y firmaría un permiso imitando la firma de su padre para conseguir enrolarse en la compañía de artistas circenses de Bob Pender. Gracias a su notable habilidad para las acrobacias, haría una gira por ciudades británicas, hasta que en Julio de 1920, sería uno de los ocho seleccionados de dicha compañía para ofrecer espectáculos en Broadway. Después de las 456 representaciones del espectáculo en el cual colaboraba, de nombre ''Good Times'', él decidió quedarse en Estados Unidos para intentar labrarse un camino como actor. Una de sus primeras grandes oportunidades cinematográficas le llegó cuando Mae West lo escogió para ''Lady Lou'' (1933), ella veía en él, una combinación de virilidad, sexualidad y aura de gentleman.


Cary Grant, es un actor que siempre me ha resultado especialmente empático y encantador, al menos en la pantalla. Sufría de una injusta infravaloración por interpretar en muchas ocasiones al eterno galán, a nivel de premios sobre todo, aunque también se había granjeado numerosos enemigos en Hollywood, debido a su defensa pública de figuras ''polémicas'' dentro del cine americano (como Ingrid Bergman o Charles Chaplin), además, se prodigaba frecuentemente en registros cómicos y no es un género que sea asiduamente premiado, cuando es tan complicado o más que el drama.
Era un actor magnífico y muy carismático, que solía encandilar a los espectadores con una facilidad pasmosa, algunos creerán (y puede que acertadamente) que se interpretaba a sí mismo, pero en mi caso, consigue que ese supuesto aspecto no me importe en absoluto, además, de que en algunos casos, su rol habitual sufría notables variaciones. No era un intérprete extremadamente versátil, pero pocos llenaban la pantalla tan sólidamente como lo hacía él.
Surgen y surgirán imitadores, pero él es único. Con esa elegancia innata, ese porte irresistible y esa vis cómica irrepetible, Grant demostró que era igualmente válido tanto para la comedia más gamberra como para registros más serios. Billy Wilder, se pasó la mayor parte de su existencia, intentando ''pescarle'' para algunas de sus películas, pero resultaron intentos fallidos, aún así, este genio austríaco, siempre manifestó que lo admiraba muchísimo. Que se sepa, fue su primera opción para ''Sabrina'' y ''Ariane'', que posteriormente, fueron a parar, a Bogart y Gary Cooper respectivamente, pero si Cary hubiera aceptado en alguno de estos dos casos, las cintas habrían ganado muchísimo, porque son roles que le pegan como un guante.

A Grant le preocupaba sobremanera, la gran diferencia de edad que existía entre él y Audrey Hepburn (25 años) y finalmente, solamente accedió a protagonizar, la maravillosa ''Charada'' con ella, después de que le asegurasen, que en la película se mostraría que Audrey lo seducía a él, no quería quedar como un viejo verde en pantalla. Más tarde, debido a las críticas que se recibieron respecto a la diferencia de edad que había entre la pareja principal del film de Stanley Donen, Grant decidió dejar de dar vida al héroe romántico. Irónicamente, en su vida personal, se casó con algunas mujeres mucho más jóvenes que él.


Alfred Hitchcock, genial director pero de complicado carácter, decía que, Grant era el único actor con el que no le importaría trabajar siempre. Grant fue el protagonista de 4 películas del genio del suspense, la floja ''Atrapa a un ladrón'', la más que correcta ''Sospecha'', la magnífica ''Encadenados'' y la superlativa ''Con la muerte en los talones'', que considero una de las mejores de las carreras de ambos.

Grant e Ingrid Bergman en ''Indiscreta'' de Stanley Donen.

En mi opinión, las actrices que mejor le dieron la réplica en pantalla, fueron Ingrid Bergman, Katharine Hepburn, Deborah Kerr, Rosalind Russell y Audrey Hepburn, con las que se llevaba de maravilla en la vida real, por cierto. De Audrey, siempre decía que estaba ansioso de repetir con ella en una película, que sería el regalo navideño perfecto, con Katharine tenía una complicidad maravillosa, tanto dentro como fuera de la pantalla, no perdía la oportunidad para alabarla sin cortapisas, colaboraron juntos en 4 ocasiones, siendo las más destacables, las estupendas ''La fiera de mi niña'' e ''Historias de Filadelfia''.

Durante su existencia y como a tantos otros intérpretes, solía perseguirle la sombra de la bi o homosexualidad, las malas lenguas decían, que Randolph Scott, que fue su compañero de piso durante un tiempo, era su pareja sentimental. La Paramount para acallar rumores de este calibre, que en aquella época eran nocivos para el éxito en cualquier carrera cinematográfica, le buscó diversas compañías femeninas, se comentaba, que aunque se casó en más de una ocasión, estas parejas supuestamente sólo actuaban de cortinas de humo para ocultar su verdadera identidad sexual. Detrás de la fachada de gentleman aparentemente simpático y perfecto, Cary escondía una importante fragilidad emocional y una personalidad llena de inseguridades, fruto de una triste infancia con carencias afectivas y económicas. Desarrolló una obsesión por no volver a padecer penurias económicas, lo que le hizo, especialmente precavido con el dinero que se había ganado trabajando.
Grant vivió atormentado por la misteriosa ausencia de su progenitora, durante años, se creía que su madre había muerto, pero finalmente se supo, la trágica verdad, estaba viva e ingresada en un psiquiátrico. A Grant, este hecho, le afectó toda su vida y fue uno de los detonantes de su adicción al alcohol y al LSD. Hasta la muerte de su madre, Grant se encargó de cuidarla para que no le faltara de nada.


Más que un actor cómico


Aunque pocos actores se movían con tanta soltura y credibilidad en la comedia, Grant también demostró su solvencia en registros más serios. Hitchcock por ejemplo,supo moldearlo para que ofreciera otros registros interpretativos más dramáticos u oscuros, especialmente en ''Encadenados'', ''Sospecha'' y ''Con la muerte en los talones'', sorprendiendo en papeles alejados de su imagen más jovial y simpática.
George Stevens, en ''Serenata nostálgica'' también le entregó un papel bombón a Cary, en este melodrama desgarrador sobre la pérdida de un vástago y la amarga crisis de una joven pareja, a raíz de este trágico suceso. Tanto Grant como Irene Dunne, lo bordan, están fantásticos. El trabajo de Grant fue nominado al Oscar, siendo su única candidatura junto con la de ''Un corazón en peligro'', casualmente, los dos papeles más dramáticos y contenidos de su filmografía.
Grant, era tremendamente inseguro respecto a sus cualidades interpretativas, en especial, en los inicios de su carrera, en los cuales, temía no estar a la altura de las exigencias de cada papel. Por ejemplo, durante el rodaje de ''La pícara puritana'', le preocupaba no poseer la vis cómica suficiente para resultar gracioso, solía subestimarse a sí mismo constantemente. En su afán de independizarse del abusivo control que ejercían los Estudios sobre sus estrellas, Grant formó junto a Stanley Donen, la compañía Grandon, que se encargaría de producir ''Charada'', ''Página en blanco'' o ''Indiscreta'', antes de su cierre final.


En definitiva, Cary Grant es uno de esos actores que me enamoran en la gran pantalla, me alegra cualquier día gris, disfruto viendole enormemente. Uno de esos intérpretes clásicos que bordaban la comedia, pero que en cualquier género, conseguía realizar un trabajo más que eficaz. Hay que reivindicar siempre a Grant, su talento ha quedado quizás un poco ensombrecido por su condición de galán, pero hay que saber ver más allá de eso y reconocer sus méritos artísticos, que es más que evidente que los tiene. Pocos actores irradian tanto talento, carisma y naturalidad como Cary Grant. Una de esas fieras interpretativas que te hacen irremediablemente amar el cine clásico y en especial, esas comedias únicas de antaño, que destilaban tanta clase, encanto e ingenio. Hoy, si estuviese vivo, Cary Grant, cumpliría 110 años, todo un icono de elegancia y buen humor en el ámbito cinematográfico. Se retiró a los 62 años y fallecería a los 82 el 29 de Noviembre de 1986, dejando únicamente una hija (Jennifer Grant, nacida en 1966) de su fugaz matrimonio con la actriz Dyan Cannon. 



Títulos destacados

''Historias de Filadelfia''
''Encadenados''
''La pícara puritana''
''El solterón y la menor''
''Sospecha''
''Con la muerte en los talones''
''Charada''
''Vivir para gozar''
''La fiera de mi niña''
''Serenata nostálgica''
''Tú y yo''
''Arsénico por compasión''
''Me siento rejuvenecer''
''Página en blanco''
''Luna nueva''
''Indiscreta''

''Al servicio de las damas'' (Gregory La Cava, 1936)

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'Al servicio de las damas' es tal vez una de esas películas que más gente ha oído hablar que visto en realidad. Actualmente cuesta mucho que se vean películas clásicas y es una lástima porque esta es una película que sientas las bases a seguir por las comedias en las siguientes décadas. En 1936, el genero de la screwball comedy ya tenía varios títulos en su haber como Sucedió una noche (1934) de Frank Capra y La comedia de la vida (1934) de Howard Hawks. Columbia empezaba a mostras sus credenciales con el género y de hecho sería una de las grandes productoras de screwballs. Universal venía de unos años con películas enormes de terror como Drácula y El doctor Frankenstein entre otras y en 1936 apostó fuerte con Al servicio de las damas. Fue un gran acierto.





'Al servicio de las damas' está basada en una novela llamada '1011 Fith Avenue' escrita por Eric Hatch y que más tarde en 1937 escribió el guión de Una pareja invisible. Hatch se mostró satisfecho con la adaptación de la novela por el directo de la película Gregory La Cava. De hecho, el guión se convirtió en un clásico del género y el público de la época respondió de manera muy positiva con esta película. La Cava fue uno de esos grandes directores de los años 30 que no consiguió el reconocimiento de otros en este género, como lo fueron Leo McCarey, Preston Sturges, Mitchel Leisen y Erns Lubisch entre otros. Pero La Cava poseía cualidades de todos ellos en Al servicio de las damas: la descripción cínica entre ricos y privilegiados de Frank Capra, la acritud de Cukor definiendo las clases altas, la elegancia de Lubitsch, la locura de McCarey y la sobriedad y eficiencia de Sturges y Leisen. También solía dar una vitalidad enorme a los actores, con diálogos llenos de ingenio dignos de un Lubitsch o un McCarey. La Cava demuestra en su enfoque con Al servicio de las damas una virulencia poco frecuente cuando se trata de describir el ambiente de la alta burguesía. Hay en todo ello una especie de locura, un hecho que no sabes donde te va a llevar y un retrato de personajes extremos y un tanto alocados. Sus comedias eran además muy sostenidas, como bien demuestra en La muchacha de la 5ª Avenida (1939), Sucedió una vez (1935), Una nueva primavera (1940) y especialmente en Damas del teatro (1937) donde mezclaba casi a la perfección drama y comedia.



Al servicio de las damas destaca claramente con ejemplo de como debe realizarse una screwball comedy, es un manual. En ella Carole Lombard demuestra que es más que una cara bonita en esta comedia de enredo en la cual se enamora de William Powell. Curiosamente William Powell y Carole Lombard estuvieron casados anteriormente durante un breve espacio de tiempo. Al igual que muchas de las comedias de la época, Godfrey (William Powell) se burla de las costumbres frívolas de la clase alta al intentar comunicar un mensaje social sobre los problemas del hombre común. Powell es ese 'forgotten man', ese hombre olvidado que incluso se evoca en una canción de estupendo musical Vampiresas de 1933 que se topa con la frivolidad de la alta sociedad encarnada por Lombard, quien inmediatamente se enamora de él por su naturaleza honesta. Con el fin de mantenerlo cerca, le consigue un trabajo como mayordomo en su casa en la cual topa con su hilarante y variopinta familia mientras intenta resistirse a los encantos de Lombard. Tanto Lombard como Powell se benefician de este guión verdaderamente ingenioso y sofisticado. Y es que esos ambientes de clase alta cuando los ricos son tontos, es buen objetivo para desbordar su sátira. En un país postdepresión dividido de manera extrema entre ricos y pobres, vemos como los ricos van a los vertederos de la ciudad a buscar a esos hombres olvidados para la búsqueda de un tesoro que llena el tiempo de los ricos ociosos. Pronto nos damos cuenta que esos juegos serán el eje de la película. De hecho, todas las relaciones parecen ser un juego: Irene y Cornelia, Irene y Godfrey, Coneli y Godfrey, Alexander Bullock y el resto de la familia, incluyendo el protegido de su esposa, Carlo, y los ricos y los pobres.


Posiblemente lo mejor de Al servicio de las damas es el reparto. Como Godfrey, William Powell estaba en la cumbre. La Cava insistió con él y tenía pensando acompañarlo de Constance Bennett. A Powell le gustó la idea de intervenir en la película pero solo si Carole Lombard daba vida a Irene. La Cava estuvo de acuerdo, así que Powell empezó primero a dejarse barba durante unos días para ser el vagabundo aunque su urbanidad como mayordomo era mucho más impresionante. El personaje de Irene, si no fuera por Carole Lombard, podría haber sido una simple rubia tonta alocada. Eso habría destrozado la película. Tenía que haber una razón para la atracción de Godfrey hacia Irene, algo detrás de esa fachada de Irene que sugeriese razón y bondad. Lombard, principalmente a través del lenguaje corporal, era capaz de sugerir la profundidad tan esencial para Irene. El encanto entre Powell y Lombard trasciende a pleno rendimiento. Lombard estaba hecha del material de las estrellas de cine, bendecida de una combinación extraña y bella de talento auténtico y belleza radiante. Se las arregla para hacer de Irene tan ridícula como tiene que ser pero nunca da la sensación de que ella está ridiculizando el personaje para hacerlo. Lo que también demuesta Lombard es la velocidad de la voz, al igual que Katharine Hepburn, perfecta en este registro y sin exagerar ni hacer cualquier histeria o idiotez en su personaje. En cambio Powell si hay una palabra para definirlo es elegancia, pero una elegancia imperial y sublime. Su Godfrey es una maravilla encantadora y benigna. Casi sin pestañear pasa de vagabundo a mayordomo, de borracho a empresario. Es por donde gira toda la película, el invitado que pasa por ahí mientras que esas personas tontas encuentran la fuerza y sabiduría a través de él.

Aunque no solo de William Powell y Carole Lombard se sustenta actoralmente Al servicio de las damas. Cuenta con un reparto de secundarios a la altura. Eugene Pallette como el patriarca de la familia, ese padre fanfarrón ignorado por todos y que tienen que lidiar con los desmadres de su familia y aguantar al protegido de su mujer Alice Bray, un tal Carlo interpretado de manera graciosísima por Mischa Auer, cuyos únicos talentos son comer e imitar a un gorila. Y luego está Gail Patrick como Cornelia, la hermana insufrible de Irene que ve en Godfrey una amenaza para su estabilidad social. Se podría decir que la villana de la película. Todos ellos juntos forman un fenomenal reparto, el cual recibió cuatro nominaciones al Oscar en las cuatro categorías de actuación, algo que sucedía por primera vez. Además de Powell como Mejor Actor y Lombard como Mejor Actriz, estaban nominados Mischa Auer como Mejor Actor de Reparto y Alice Brady como Mejor Actriz de Reparto. Mención aparte a las nominaciones a La Cava como director y Erich Hatch como guionista para un total de 6 nominaciones. Al servicio de las damas estuvo nominada a todos los premios importantes excepto al de Mejor Película, un caso un tanto extraño ya que además ese año hubo 10 nominadas al Oscar a la Mejor Película. En definitiva, Al servicio de las damas es una delicia muy recomendable, una de las obras cumbres de la comedia clásica americana. Una joya.


Por Javi Leiva.

Ciclo Vincente Minnelli: ''Cautivos del mal'' (1952)

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Por Juan Murillo Bodas.

Extraordinaria y deslumbrante obra maestra de Vincente Minnelli uno de los grandes estilistas del Hollywood clásico que consigue con esta película tal vez su más rotunda obra maestra.. Producida por la Metro-Goldwyn-Mayer, con los mejores profesionales del estudio, contó con la magnífica fotografía de Robert Surtees que ilumina a la perfección tanto a los actores como los magníficos decorados de Cedric Gibbons que reconstruye con gran minuciosidad los interiores en los que se desarrolla la película.

Kirk Douglas y Lana Turner.


La fotografía expresionista pero a la vez fluida y glamourosa, unida a la excelente partitura de David Raksin realzan a la perfección ciertos momentos dramáticos de la película… todo en ella es excelso, desde la puesta en escena hasta todo lo que tiene que ver con el desarrollo de la historia, narrada con gran intensidad y ritmo. * Obra canónica del clasicismo cinematográfico, rica y compleja en interpretaciones y significados, forma parte de ese género aparte de los demás denominado “cine dentro del cine” o “metacine”, mas la habilidad narrativa de Minnelli y de su guionista Charles Schnee les lleva a indagar dentro de los entresijos del mundo del cine, no de una forma intelectual y compleja sino integrando el discurso dentro de un melodrama que contiene numerosas dosis de ironía y de sarcasmo.

Una historia escrita por George Bradshaw titulada “Tribute to a badman” que inicialmente transcurría en el mundo del teatro es trasladada por iniciativa del productor de la película John Houseman al mundo del cine. Houseman, que era un hombre de cine conoció varios oficios dentro de la industria, fundó junto con Orson Welles el Mercury Theatre en 1937, trabajo como productor y guionista para los Estudios Selznick, fue consejero supervisor no acreditado en el guión de Ciudadano Kane, también fue el responsable de la primera obra importante en Hollywood de Max Ophüls Letter from an unknowm woman (Carta de una desconocida) y propicio el debut de Nicholas Ray con la magnífica They live by night (Los amantes de la noche)(1949); ganó un Oscar al mejor actor secundario por Vida de un estudiante (J. Bridges, 1973) y por supuesto aportó todo su talento y todas sus experiencias personales e hizo una gran labor en Cautivos del mal, es más la estructura narrativa tiene algo que ver con Ciudadano Kane al ser como ésta la investigación acerca de una personalidad importante, aunque con algunas variaciones sustanciales. Siguiendo con el asunto del guión, Charles Schnee construye perfectamente la historia de la película en tres partes, que corresponden a tres sucesivos flash-backs, la película se inicia y finaliza en el presente a modo de estructura circular. El enigma que se plantea: ¿Por qué es Jonathan Shields (Kirk Douglas) tan odiado por las personas que estuvieron cerca de él? es desvelado por algunas de las personas que compartieron su vida profesional, sentimental o ambas nos lo cuentan, y digo nos lo cuentan a nosotros los espectadores, porque todo lo que cuentan son los recuerdos del director Fred Amiel (Barry Sullivan); la actriz Georgia Lorrison (Lana Turner) y el escritor de novelas de éxito James Lee Bartlow (Dick Powell) que se materializan en imágenes gracias a la magia del cine. 



La película es también todo un tratado de lo que significa o mejor significaba- ya que la industria del cine ha cambiado mucho- ser un productor cinematográfico durante esos años del Hollywood dorado, comprendido aproximadamente entre los años 30 y los años 50 del pasado siglo XX… un mundo glamouroso y brillante sustentando en el atrayente poder de las grandes estrellas, pero necesitado de productores con talento y cuyas personalidades aparecen reflejadas parcialmente en la película, hombres como David O. Selznick, Darryl F. Zanuck o Val Lewton este último ingenioso y brillante productor de importantes películas con presupuestos más modestos. … Hombres cruciales para que esas grandes obras maestras lograrán realizarse. No solo eran hombres que administraban el presupuesto dispuesto para la película sino que eran hombres creativos, hombres que amaban el cine y que conocían a la perfección todo lo referente a su oficio: la producción de películas, esto es la interpretación, la dirección, los decorados, la fotografía…que consistía en crear esa seductoras imágenes en movimiento que atraparon a varias generaciones de espectadores haciéndolos partícipes del cine como espectáculo inseparablemente ligado a la cultura popular. * Podría ser una historia más sacada de la prensa rosa de la época, pero la sutileza de Minnelli, su capacidad para engarzar una escena con otra sin poner demasiado énfasis en los sentimientos de los personajes muestran su maestría para el melodrama, y es que en una especie de juego sin fin descubrimos cómo a través de unas imágenes en movimiento se crean esas otras imágenes que constituirán la película, desde este punto vista The Bad and The Beautiful es posiblemente la película que mejor ha reflejado ese Hollywood clásico. En una deliciosa escena vemos como Rosemary Bartlow (Gloria Grahame) la mujer de James Lee Bartlow llega con éste a Hollywood, allí ve cómo Georgia Lorrison está tomando el sol, una más de esas autorreferencias que tiene la película…el mundo del cine y el mundo real se mezclan y se confunden a lo largo de toda la película. Documento ficcionado de una época y reflexión sobre el lado oscuro del éxito, sobre las ambiciones insatisfechas, sobre la fragilidad de los sentimientos, sobre la soledad y sobre el peso maligno de ciertas herencias familiares en el ámbito del carácter… Incisiva, brillante y mordaz, una obra descomunal en todos los sentidos… Unos actores que se creen lo que interpretan y que asumen con gran fuerza sus personajes que son como arquetipos arrugados por el paso del tiempo y de la fama, mas no sólo eso, ya que su complejidad y egoísmo es tal que Minnelli opta por no juzgarlos, simplemente nos muestran sus acciones y somos nosotros los espectadores los que tomaremos partido. Película fundamental dentro de la Historia del cine, que hace disfrutar a los espectadores sin olvidar esa carga crítica hacia un mundo brillante pero hipócrita a la vez y que muestra los problemas y los traumas de la adicción a la popularidad. Minnelli conocía muy bien ese mundo pues siempre formó parte de él.

Gloria Grahame, excepcional dama del cine negro clásico, premiada con un Oscar como Mejor actriz de reparto por ''Cautivos del mal''.

Claudette Colbert, reina de la comedia romántica clásica (II)

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MEDIANOCHE (Mitchell Leisen, 1939)
  Por Mari Carmen Fúnez Galán.


Cuando en 1939 Claudette Colbert protagonizó Medianoche, ya llevaba tras de sí una carrera fulgurante tanto en la comedia como en el drama con títulos tan conocidos como Cleopatra o Sucedió una noche, gracias a la cual ganó su primer Oscar. Su vis cómica, su naturalidad a la hora de actuar, su rostro siempre risueño y pícaro, su elegancia sin altivez y un físico que sin ser espectacular como las grandes bellezas de la época despertaba simpatías a su paso, la hacían perfecta para interpretar personajes marcados por el descaro, la coquetería y el desparpajo como es el de la protagonista de Medianoche. Y es por eso que no podemos imaginar a otra actriz en el papel de Eve Peabody.
 
Eve es una buscavidas americana que acaba de perder todo su dinero en el casino de Montecarlo, y que llega a París en un tren con un vestido de fiesta y 25 centavos en el monedero como único equipaje. Pero París no es ni mucho menos la ciudad luminosa y lujosa que una Cenicienta espera encontrar. Llueve a cántaros y no parece que ningún príncipe azul vaya a acudir en su rescate, hasta que un taxista se apiada de ella y la lleva de club en club en busca de un trabajo como cantante. Lo infructuoso de su búsqueda y el cansancio hace que entre los dos se cree una conexión especial que se rompe cuando ella huye precisamente de lo que se aventura como una vida humilde junto a él, y se cuela en una fiesta de la alta sociedad parisina haciéndose pasar por una baronesa europea. A partir de ese momento se suceden una serie de enredos y malentendidos que la llevarán a formar parte de esa burguesía decadente mientras el taxista se desvive por encontrarla.
 


Medianoche se engloba dentro del subgénero de la screwball comedy que hicieron furor en los años dorados de Hollywood, unas películas aparentemente livianas, plagadas de romances alocados y situaciones más delirantes aún, que escondían un cinismo y una crítica normalmente centrada en las clases sociales altas y en la cultura de la apariencia. Sin duda, el que detrás del guión de Medianoche se encuentre uno de los mayores cínicos (en el buen sentido) del cine de todos los tiempos, el gran Billy Wilder, ayudó a que, aun siendo una de las comedias menos conocidas de los años 30, se convirtiera en la más redonda de todas las que filmó Mitchell Leisen.
 
En ella se incluyen todos los elementos propios de la screwball con el aliciente de un guión que, por muy alocado que parezca el argumento, es capaz de mantener siempre una coherencia absoluta entre la historia que cuenta y las críticas que subyacen en ella. De esto último da fe el contraste entre escenas como la del baile en el bar al que acuden los taxistas parisienses, desinhibida, alegre y cargada de espontaneidad, con la que tiene lugar en la mansión de los Flammarion en Versalles calculada al milímetro en su coreografía y llena de impostura. La comedia, por el contrario, se va construyendo a base de entre mentiras que se cuentan para tapar otras mentiras, haciendo cada vez más grande la bola de engaños en la que se ven inmersos los protagonistas, con escenas hilarantes como la de la falsa llamada de teléfono a Budapest, o la de una convincentemente enredadora Claudette Colbert explicando a sus anfitriones la supuesta locura de su supuesto marido.
 

 
Pero si Colbert brilla más que nunca en Medianoche, no se quedan atrás un Don Ameche enamorado, celoso y tierno, capaz de movilizar a todos los taxistas de París para encontrar a su Cenicienta, y sobre todo un John Barrymore divertidísimo y punzante en uno de sus últimos papeles. Todo ello hace de Medianoche una de las mejores comedias de la historia de Hollywood que es necesario reivindicar para situarla en el lugar que merece.
 
 
Adelante mi amor (Mitchell Leisen, 1940)
 Por Ana Igareta Gómez.
 
 
“Arise my love” es una de las películas más brillantes de Mitchell Leisen ese director tan interesante como poco reconocido a nivel popular, con el que Claudette Colbert realizaría cuatro películas: “Medianoche” (1939), “Adelante mi amor” (1940), “No hay tiempo para amar” (1943) y “Bodas blancas” (1944).
Es ésta una película en la que se cruzan varios de los mayores talentos del Hollywood de la época: el de Mitchel Leisen detrás de la cámara, el del tándem Charles Brackett y Billy Wilder en el guion, el de Victor Young en la música o el de Claudette Colbert y Ray Milland (ambos debilidades personales), delante de la cámara.
Basada en un relato del escritor húngaro János Szélely (escrito bajo el pseudónimo de John S. Tuddy, Szélely es uno de los muchos talentos húngaros que “invadieron” Hollywood tras el final de la Primera Guerra Mundial, exiliados políticos tras la instauración de gobierno procomunista de Bèla Kun) y del irlandés Benjamin Glazer, ambos participarán en una primera redacción del guion, en el que también intervendrán Jacques Tery y Ketti Frings. El tándem Charles Brackett y Billy Wilder le darán su forma definitiva, rescribiendo toda la parte final. Supone esta película la segunda colaboración de Brackett y Wilder con Leisen (tras la excepcional “Medianoche”, 1939), con quien repetirán en el melodrama “Sino amaneciera” (1941). La historia se basa en hechos reales, las intrigas de la amante de un piloto norteamericano de las Brigadas Internacionales encarcelado en España en plena guerra civil por el bando sublevado para que éste no fuera ejecutado.
La película es una crítica total a la política de no intervención estadounidense en la Segunda Guerra Mundial y una arenga pro intervención bajo las formas de una deliciosa comedia con toques de la mejor screwball comedy. Ray Milland (delicioso actor de comedia) es Tom Martin el aviador americano que es detenido y encarcelado en Burgos por ayudar a la causa republicana, donde espera su ejecución. Claudette Colbert es Augusta Nash, la periodista de guerra que lo liberará engañando a las autoridades españolas. En su ánimo más que cuestiones humanitarias cuenta su ambición profesional, la idea de conseguir una buena historia que le de relevancia profesional. Aquí comienzan los enredos y juegos amorosos. Milland se enamora de su heroína mientras ella, también atraída por él, rehúye en busca de un gran futuro profesional. Así comienza un juego del gato y el ratón por escenarios europeos con el avance nazi en Europa como telón de fondo. Claudette da forma al prototipo femenino que ella mejor encarna en el cine y siempre con eficiencia: el de la mujer moderna, independiente e inteligente que tiene que enfrentarse a los dilemas del amor. Ray Milland es el personaje entrañable, pícaro y cándido a la vez (una mezcla del Jimmy Stewart y Gary Cooper de los años 30) que la pone al borde del abismo.
A pesar de los momentos frívolos  y el tono ligero el trasfondo amargo de la guerra está siempre presente, a través de diálogos mordaces y certeros. En la parte final se hace evidente la imposibilidad de vivir y de amar dando la espalda a lo que está sucediendo, a una batalla crucial para la historia de la Humanidad. La película no se estrenará en España por su visión negativa del bando sublevado y marcado corte antifascista.
 
 
 
 
No hay tiempo para amar (Mitchell Leisen, 1943)
 Por Juan Murillo Bodas.
 
 
 
 
Situada dentro del género de la comedia romántica “No time for love” es una producción de uno de los grandes estudios norteamericanos: la Paramount Pictures y fue realizada por uno de los directores especialistas del género: Mitchell Leisen, director que goza de poco prestigio en la actualidad pero que fue en su momento uno de los directores más importantes del citado estudio debido a que sus películas gozaron de gran éxito. Fue estrenada en un periodo en el que Leisen estaba empezando a agotar su fórmula de comedia sofisticada e inteligente con toques de screwball-comedy que ya había dado su buen rendimiento con películas como Hands Across the Table (Candidata a millonaria (1935); Easy living (Una chica afortunada) (1937) o su obra maestra en el género Midnight (Medianoche) (1939) . No time for love basada en una historia original de Robert Lees y con guión de Claude Binyon y Warren Duff nos cuenta la historia de Katherine Grant( Claude Colbert) una brillante fotógrafa de moda altiva que está prometida con Henry Fulton (Paul McGrath), pero todo cambia cuando un día conoce a un apuesto trabajador de la construcción Jim Ryan (Fred MacMurray) mientras realiza un reportaje fotográfico en un túnel.
 
La película, que posee una impecable puesta en escena, como es habitual en Leisen, cuenta con una estupenda música de aires románticos de Victor Young y con un director de fotografía destacado: Charles Lang, que adecúa perfectamente la luz a las diferentes escenas rios en los que se desarrolla la película… todos los aspectos artísticos están cuidados a la perfección, tanto los decorados, como los trajes de los actores, una de las marcas de estilo de Leisen. Sin embargo, pese a que los actores protagonistas: Claudette Colbert y Fred MacMurray están muy bien en sus papeles y hay una gran química entre ellos, el guión es algo previsible y pese a poseer un par de giros interesantes en el guión, hay demasiados momentos en la película en los que la acción no avanza con la consecuente falta de ritmo. Tampoco ayuda que los actores secundarios tienen escasa importancia, cuando nor- malmente las comedias norteamericanas clásicas destacan por la presencia de actores que enriquecen la trama de la película, Aquí ni Paul McGrath, ni June Havoc interpretando a la exhuberante Darlene ni Richard Haydn acompañante amanerado y divertido de Katherine Grant tienen suficiente presencia en el desarrollo de la película. Competente comedia, bien realizada y con dos estrellas de la comedia romántica como Claude Colbert y Fred MacMurray, que volverán a trabajar posteriormente con Leisen. La excesiva dependencia de Leisen respecto a los guiones ajenos que filmaba hacen que en este caso el resultado no sea tan brillante como en otras estupendas comedias escritas por Preston Sturges o el tándem Billy Wilder/Charles Brackett en las que Leisen modificaba diálogos y los acoplaba a su elegante puesta en escena. A pesar de todo es una comedia interesante y que se sigue con cierto interés.
 
 
 
Tempestad en la cumbre (Douglas Sirk, 1951)
  Por Joseph B Macgregor.
 

 
 
Si algo demuestra “Tempestad en la cumbre (Thunder on the Hill, Douglas Sirk, 1951)” es la capacidad camaleónica de la gran Claudette Colbert, capaz de convertirse por derecho propio en una de las grandes damas de la alta comedia norteamericana, y a la vez poder interpretar con convicción y eficacia tanto a una sexual y sensual Cleopatra (“Cleopatra,” Cecil B. DeMille, 1934) como a una mujer totalmente opuesta a ésta: la Hermana Mary Bonaventura, protagonista estelar de este desconocido pero muy apreciable film de un  Douglas Sirk, anterior a sus grandes y excelsos melodramas en color realizados a mediados de los años 50.
 
 
El guion de “Tempestad en la cumbre - a cargo de Oscar Saul y Andrew Solt - adaptaba una obra de teatro firmada por Charlotte Hastings y que fue estrenada como “Bonaventura”, es decir el nombre de la hermana protagonista de la trama. En esta se mezcla el melodrama ambientado en monasterio de monjas (en este caso un monasterio-hospital) con una intriga detectivesca, interesante pero algo pueril (el culpable se adivina desde prácticamente el momento en que se plantea el asunto).  
 
Lo primero que destaca en el film es el buen hacer de la Colbert, nos ofrece una interpretación sobria y eficaz de esta religiosa metida a investigadora, inteligente e intrépida pero a la vez torturada por la culpabilidad que siente por el suicidio de su hermana. Este sentimiento es la que la induce a creer en la inocencia de una joven condenada a muerte por el asesinato de su hermano (una más que convincente  Ann Blyth) y a tratar de salvarla de la pena de muerte.  Sin embargo, nos encontramos con una de esas películas en la que uno percibe más que nunca que cada actor y actriz representan el rol más adecuado. Igual de convincentes resulta el resto del reparto de secundarios hasta el punto de que da la impresión de que la gran Gladys Cooper es en realidad la Madre Superiora, la sorprendente Connie Gilchrist como la Hermana cocinera Josephine, que efectivamente parece nacida para representar este papel  o Michael Pate que se ocupa de dar humanidad al retrasado ayudante Willie, tan impulsivo como bondadoso.
 
 
Otro aspecto destacable de este Sirk menor es el inteligente uso que el realizador hace de la escenografía. Aunque el guion parte de una obra de teatro en ningún momento tenemos la sensación de estar asistiendo a una representación teatral, ni siquiera aunque la trama se ubique en un 80 % en un espacio cerrado, debido a que el escenario es utilizado de tal manera – la hábil combinación de luces y sombras, la importancia del decorado dentro del encuadre del plano – que en algunos momentos el film desprende una sobrecogedora atmosfera de cuento gótico o de terror. Hay secuencias (la del campanario) que nos evoca de inmediato a la muy posterior Vértigo (De entre los muertos)”de Hitchcock o las exteriores que se desarrollan en un ambiente nebuloso que nos trasladan a la época dorada del cine de terror de la Universal, productora también de esta película.
En  definitiva, “Tempestad en la cumbre resulta un film agradable de ver, que se sigue con interés ya que está bien contado y que posee además un elegante e inteligente uso de la puesta en escena, uno de los puntos fuertes del film sin duda alguna. Nos ofrece además un más que excelente elenco actoral, con la Colbert a la cabeza, que son capaces de defender con solvencia una trama entretenida, que te mantiene absorbido durante ochenta minutos pero con un desenlace anunciado que depara pocas sorpresas al espectador.
 

Las mejores parejas de la época dorada de Hollywood: William Powell y Myrna Loy, resolviendo misterios con estilo y humor (I)

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William Powell y Myrna Loy, antes y después de la saga The thin man (El hombre delgado)

tumblr_ny6li6DV4b1udn2gzo1_540"Nunca disfruté tanto mi trabajo como cuando actuaba junto a William Powell. Era un actor brillante, un compañero encantador, un buen amigo y por encima de todo, un auténtico caballero. Lo veía frecuentemente a lo largo de los años. Lo echaré de menos terriblemente." Myrna Loy.
 

Myrna Loy tuvo formación de bailarina y comenzó su carrera en el cine mudo a mediados de los años 20, después de algunas representaciones locales. Fue descubierta por Rodolfo Valentino, un galán mítico del cine silente. El Hollywood clásico solía recurrir a ella para interpretar a personajes exóticos y misteriosos -mujeres fatales asiáticas, etc-, especialmente durante la primera década de su carrera, seguramente propiciado por su singular belleza. Después se convertiría en la esposa ideal -simpática, abierta y sensual- al lado de William Powell, Clark Gable y otros. La MGM la promocionaba como la mujer soñada que todo hombre desearía tener. Loy está considerada una de las actrices más populares e imprescindibles de los años 30 y 40 -la primera entrega de las 6 películas de The Thin Man en 1934, la consolidó como una estrella de gran éxito-, fue apodada la reina de Hollywood gracias a una encuesta realizada entre los espectadores. William Powell y Myrna Loy se convirtieron en dos de los más actores más queridos del público de la época, rodando juntos 14 cintas -Libeley Lady, I love you again, Manhattan Melodrama, Love Crazy, Evelyn Prentice...-. Otras parejas cinematográficas con las que también funcionaba excelentemente, fueron dos magníficos actores Cary Grant y Clark Gable. Hizo un descanso en su trayectoria para ayudar en la II Guerra Mundial -después retornaría al cine de la mano del gran William Wyler con ''Los mejores años de nuestra vida'', sin duda, uno de sus mejores papeles dramáticos- y continuaría interpretando el perfil de esposa perfecta aunque con una personalidad muy definida, mucho más que un mero complemento del hombre. Se volvió muy activa políticamente a raíz de su participación en este conflicto armado, colaborando en la promoción de causas liberales, al lado de Richard Nixon antes de que se convirtiera en presidente. Fue la primera estrella de cine que trabajó para las Naciones Unidas. Desde mediados de los años 50 hasta los 80, Loy fue espaciando sus apariciones cinematográficas (Lonelyhearts, The April fool, The End...), combinaría sus trabajos en el cine con su exitosa incursión en el teatro. Los últimos papeles de su carrera fueron, un personaje secundario en la película de Sidney Lumet Just Tell Me What You Want (1980) y una TV-movie al lado de Henry Fonda Summer Solstice (1981). Seguramente debido a que en su trayectoria abundan los papeles cómicos -ya conocemos la habitual tendencia de la Academia de nominar y premiar dramas, a la comedia generalmente se la infravalora, a pesar de la indudable calidad de muchos de los filmes cómicos clásicos-, aunque también demostrara ser versátil en sus escasas interpretaciones dramáticas, nunca sería nominada por una actuación en concreto, y los Oscar solucionarían este error, como frecuentemente hacen, dándole un premio honorífico en 1991. William Powell al igual que Myrna Loy también inició su carrera en el cine silente, después de un largo recorrido teatral de una década. Empezaría a hacerse conocido con algunas películas talkies de serie B trabajando junto a la actriz Kay Francis y con cuatro películas en las cuales daba vida al detective Philo Vance. No era el galán protagonista, pero sí un intérprete muy interesante. Paso de ser un villano recurrente a interpretar a caballeros sofisticados. Paradójicamente, su imagen de actor distinguido, no correspondía con su origen humilde en la realidad. La primera cinta de la saga The Thin Man supuso también su espaldarazo definitivo, siendo nominado al Oscar como Mejor actor. Está claro que William Powell en su vida personal tenía afición por las rubias. Se casó en segundas nupcias y se divorció de la excelente actriz Carole Lombard, y posteriormente, sería la última pareja que tuvo Jean Harlow antes de su fallecimiento. Solamente un año después, Powell contraería un cáncer y su doctor le daría una corta esperanza de vida. Saldría adelante con la enfermedad, sometiéndose a tratamientos de radioterapia. Volvería al cine en 1939, con la tercera entrega de la comedia de misterio sobre The Thin Man. Seguiría haciendo películas hasta 1955, después se retiró a Palm Springs pero continuó manteniendo el contacto con Myrna Loy. Murió a los 91 años en 1984. Loy fallecería 9 años después -en 1993 a los 88 años-. Myrna Loy y William Powell serán recordados para siempre por los cinéfilos, por ser dos inmejorables intérpretes cómicos. Son sinónimo de elegancia, estilo y fino humor. Juntos llenaron la pantalla de magia y encanto. No tan famosos como otras parejas de la época dorada de Hollywood -Fred Astaire y Ginger Rogers, Katharine Hepburn con Spencer Tracy o Cary Grant, Judy Garland y Mickey Rooney y Doris Day y Rock Hudson- pero igual de grandes y carismáticos. Ostentan el record de ser la pareja cinematográfica que más colaboraciones conjuntas acumulan.  


''The thin man'' (La cena de los acusados), el matrimonio Charles entra en escena y enamora al público desde el principio

LoyPowellThe Thin Man publicado en Enero de 1934 fue el último libro que escribió Dashiell Hammett (El halcón maltés), que al contrario que sus anteriores novelas, la terminó solamente en un par de meses. No podía estar muy alejada del estilo que lo había hecho un nombre prestigioso y popular (la serie negra). Aunque ciertamente, este libro poseía un enfoque más liviano, al mezclar la clásica historia detectivesca o de misterio con la comedia de alta sociedad. El ingenioso y peculiar matrimonio formado por Nick y Nora Charles, se dedican a resolver crímenes con grandes dosis de humor y sofisticación. La versión cinematográfica dirigida por W. S. Van Dyke le da más protagonismo a la historia detectivesca, y resulta incluso más original que la novela de Hammett, al otorgarle más relevancia al matrimonio Charles y su dinámica de pareja, de esta manera el desarrollo para resolver el crimen, se convierte en algo bastante cercano a la screwball comedy. La adaptación de los guionistas Albert Hackett y Frances Goodrish -marido y mujer en la vida real- coge las mejores frases de la novela de Hammett e improvisa sobre ellas, e introducen algunas nuevas incluso mejores. Con un argumento propio de una novela de Agatha Christie, consiguen crear una historia con identidad propia. Las películas crearon algo de polémica en la época por la afición a la bebida que tenía Nick Charles especialmente, que habitualmente aparece bebiendo. El autor de la novela, de hecho, dejó de escribir por culpa de su alcoholismo. CePpkPpXEAAEWDy Lillian Hellman (The Children's hour), a quien Dashiell Hammett dedicó su novela, confesó que el matrimonio Charles estaba inspirado en su larga relación con él. Seguramente una versión más romántica y emocionante de lo que en realidad fue su difícil relación de más de tres décadas. El director W. S. Van Dyke era conocido por ser rápido y eficiente. Van Dyke confió en Myrna Loy y William Powell pese a las serias dudas del productor Louis B. Mayer, jefe de la MGM -según algunas biografías, Mayer tenía bajo contrato a Powell pero no creía que la combinación Powell-Loy resultara verosímil, le avisó al realizador que sólo le dejaría rodarla con ellos si terminaba la película en dos semanas-, el director siempre creyó en el buen funcionamiento de ambos actores como pareja cómica. Acertó completamente, cuando la película se estrenó en Mayo de 1934 se convirtió en un gran éxito -que posiblemente sorprendió al Estudio MGM-, era el perfecto entretenimiento para no pensar en la Gran Depresión. El filme estaría nominado a cuatro Oscar -Mejor película, Mejor actor, Mejor guión y Mejor director-. Se hicieron 5 secuelas más. El público no se cansaba de la memorable pareja cómica William Powell-Myrna Loy. Incluso se estrenaron varios spin-offs para televisión -que contaban con una pareja distinta de actores protagonistas-. The Thin Man introdujo un nuevo modelo de matrimonio en la cultura popular americana, Nick era el detective pero en general mantenía una relación de igual a igual con Nora -es decir, Myrna no era la esposa sumisa, tenía una personalidad marcada, era encantadora pero al mismo tiempo, temperamental e inteligente-, y tenía un papel activo en la resolución de los casos. En la novela Hammett es bastante más explícito en el terreno sexual que en la película de Van Dyke -hay una escena, donde Nora le pregunta a Charles, si tuvo una erección al abrazar a una sospechosa, y él le responde, Un poco-. La película no va tan lejos, pero sí deja entrever indicios de que son dos criaturas ardientes. Por culpa de la implantación del código Hays, el tono pícaro de la primera entrega fue suavizado en las siguientes. Son historias sencillas -pero altamente efectivas- a mayor gloria de una pareja de intérpretes sobrados de talento, carisma y clase. tumblr_ltqfdkL0t31r33ixko1_540ANOTHERTHINMAN_00454847_1052x822_080620071614


Curiosidades
  • El sistema de estudios era tremendamente esclavista, su dureza se notaba especialmente con las estrellas. Además, de estar atadas por contrato durante unos años y un número determinado de películas, se las explotaba haciéndolas trabajar demasiadas horas por un sueldo insuficiente -en muchas ocasiones, el salario que percibían no estaba a la altura de los beneficios que obtenían por ellas-. Era muy frecuente que los actores se quejasen por el trato recibido y demandaran una subida salarial -Bette Davis, Olivia de Havilland, Elizabeth Taylor, James Cagney...-, además de todo esto, solía suceder, que el Estudio que les representaba los encasillaba en un perfil muy concreto de personaje. Myrna Loy fue uno de ellos. Dejó de trabajar durante un año para la MGM con la firme intención de disfrutar de un aumento de salario, que se ajustara a lo que ella creía que merecía como estrella. Al final, Loy ganó la partida.
 
  • Cuando filmaron la primera entrega de The Thin Man en 1934, Myrna Loy tenía 29 años y William Powell, 42. Se llevan 13 años entre sí. La MGM consideraba que Powell era demasiado mayor para dar vida a Nick Charles, y que Myrna estaba encasillada en papeles de mujer fatal. Curiosamente, Powell tuvo parejas bastante más jóvenes que él en la vida real. Se casó en tres ocasiones -su última esposa, la actriz Diana Lewis con la que duró 44 años, era 26 años menor que él-. Por su parte, Loy se casó y se divorció 4 veces.
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Gregory La Cava, memorable artesano eclipsado por otros grandes de la comedia

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En este blog de clásicos siempre que pueda, intentaré primar los nombres más desconocidos por encima de los grandes conocidos. Creo que hay veces que se aporta más escribiendo sobre gente valiosa de la que no se habla tanto, que sobre estrellas o directores míticos sobradamente reconocibles por la mayoría.Cgb09QTWEAEwR9w.jpg large Gregory La Cava en un descanso del rodaje de ''Al servicio de las damas'', protagonizada por Carole Lombard y William Powell.  


Gregory La Cava fue un formidable cineasta estadounidense de origen italiano, que no gozó del prestigio y popularidad de otros coetáneos del Hollywood clásico, como Leo McCarey, Frank Capra o George Cukor -de hecho, era frecuentemente comparado con este último, seguramente por dirigir comedias y por su notable predilección por las actrices, extrayendo de ellas, fantásticos trabajos-. Aunque estuvo nominado en dos ocasiones al Oscar como Mejor director, ha sido injustamente olvidado o infravalorado, especialmente con el paso del tiempo. Caso similar al de Mitchell Leisen, directores de sobrada valía, con una elegante puesta en escena y que se especializaron en comedias. La mirada de La Cava es humanista pero al mismo tiempo, caustica e irónica, dejando sus películas, en ocasiones, un poso de amargura. Más en la línea descreída de Billy Wilder y Preston Sturges, no tanto en el tono amable u optimista de Frank Capra y Mitchell Leisen. Al desarrollarse su carrera en una época donde abundaban genios de la comedia, no poseer un sello muy identificativo, y por encima de todo, arrastrar una fama de cineasta conflictivo entre los productores, fueron elementos que hundieron su trayectoria a marchas forzadas. Los jefazos de los Estudios creían en su talento en un principio, pero temían su carácter complicado.


Gregory La Cava junto a Ginger Rogers y Walter Connolly en el rodaje de ''La chica de la Quinta Avenida''.
Gregory La Cava junto a Ginger Rogers y Walter Connolly en el rodaje de ''La muchacha de la Quinta Avenida''.


Ensombrecido por muchos grandes de la época, sin un estilo excesivamente definido y con una fama de director difícil, fue sobreviviendo durante los años 30 y 40. Con una filmografía algo irregular pero con algunos puntos álgidos muy apreciables -especialmente las dos únicas obras maestras de su carrera -y las más reconocidas- ''Al servicio de las damas'' y ''Damas del teatro''-. Fue un director independiente -figura poco extendida en la época, ya que todos solían estar atados a un Estudio determinado bajo contratos-, que con el presupuesto que le asignaban hacía virguerías, llegando incluso a ahorrar. Llegó un momento en que los Estudios se cansaron de él, y La Cava se convirtió en un alcohólico, falleciendo prematuramente a los 59 años en 1952.

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''Damas del teatro''


Gregory La Cava, antes de llegar al cine sonoro con bastante acierto, tenía una prolífica trayectoria en la animación -habiendo dirigido más de 100 cortometrajes animados-, además de haber ejercido como pintor y boxeador previamente. La Cava era un amante de la improvisación en los sets de rodaje, dándoles bastante libertad a sus intérpretes. Trabajó con actores y actrices maravillosos -William Powell, Carole Lombard, Claudette Colbert, Ginger Rogers, Katharine Hepburn, Irene Dunne...- y muchos de ellos, terminarían nominados al Oscar gracias a sus cintas. Los intérpretes que trabajaron y se adaptaron a su peculiar método de trabajo solían divertirse, pero, es de suponer, que los que eran más perfeccionistas terminarían hartos. Sus rodajes eran un constante ir y venir, se introducían cambios en la historia a última hora, y los actores eran avisados repentinamente de estos retoques por La Cava -los guiones solían estar firmados por el propio director acompañado de otros guionistas-. Cuando los productores se lo permitían, le gustaba contar con un pianista en el plató, que solía marcar el ritmo conveniente para cada secuencia. Además, un psicoanalista trataba a La Cava en los descansos.

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''Lecho de rosas'', con Constance Bennett y Joel McCrea.


Gregory La Cava era alérgico a los grandes planes de producción, y abogaba, por la naturalidad en sus propuestas, renegando fuertemente del encorsetamiento formal para sus filmes. La Cava era un cineasta eminentemente creativo, que le otorgaba mucha relevancia a las mujeres y a los diálogos inteligentes y sólidos. Una de las mejores virtudes que poseía, era su habilidad para combinar drama y comedia con pasmosa facilidad -especialmente patente en ''Damas del teatro'' y ''Al servicio de las damas'', comedias con tintes amargos-. Se movía como pez en el agua en la comedia, pero a su vez, también era admirable lo bien que se manejaba en el melodrama -en algunas ocasiones, con trasfondo social-. Rodaba sin guión, improvisando sobre la marcha, saltándose las fechas establecidas, y aún así, conseguía terminar a tiempo cada rodaje. La Cava fue, en definitiva, un grande. Por desgracia, poco valorado por crítica y público. Ahondar en su filmografía, confirma su talento desbordante y estilo refinado, a pesar de tener cintas menores como cualquier realizador.

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Katharine Hepburn y Ginger Rogers siendo dirigidas por La Cava en ''Damas del teatro''.  


Títulos a destacar de la filmografía de La Cava

Damas del teatro
Al servicio de las damas
La melodía de la vida
La muchacha de la Quinta Avenida
Lecho de rosas
Ansía de amor
Sucedió una vez
El burlador de Florencia
El despertar de una nación
Mayoría de edad
Astucia de mujer
Risa y dinero

John M. Stahl, grande del melodrama y precursor de Douglas Sirk

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CgHTM2QWQAEwZkH Gene Tierney fue nominada al Oscar como Mejor actriz por su trabajo en ''Que el cielo la juzgue''.  


John M. Stahl es un magnífico realizador especializado en melodramas, que vivió en cierta manera a la sombra de la fama de Douglas Sirk, este hecho y que muchas de sus películas sean difíciles de conseguir -su etapa silente está prácticamente desaparecida, por ejemplo-, contribuyen a que su trayectoria no sea demasiado conocida y por tanto, no lo suficientemente valorada. Stahl dirigió tres cintas -Magnificent Obsession, When Tomorrow Comes e Imitation of Life- que posteriormente Sirk versionó en los años 50 llevándolas a su terreno, con un estilo estético más florido y con un enfoque distinto de la historia. John M. Stahl se caracterizó por un estilo más naturalista y sobrio en sus propuestas cinematográficas. Aunque Sirk es más reconocible por el público cinéfilo, Stahl es un cineasta que, con sus altos y sus bajos artísticos, es también muy recomendable. En definitiva, dos maestros del Hollywood dorado.

CVZZnUUXIAAiyZ- John M. Stahl junto a Gene Tierney en un descanso del rodaje de la obra maestra del melodrama noir, ''Que el cielo la juzgue''.  


John M. Stahl aunque siempre mantuvo que era originario de Nueva York, se ha demostrado que tenía origen europeo y que pertenecía a una familia judía -se asegura que nació en Bakú, actual Azerbaiyán-. Abandonó sus estudios de Derecho e hizo sus primeros pinitos artísticos como actor teatral en vodeviles y compañías dramáticas. Trabajó para tres de las más grandes productoras de Hollywood: Metro Goldwyn Mayer, Universal Pictures y la Fox. En la naciente MGM de aquella época, dirigió 24 largometrajes mudos -entre ellos, algunos melodramas, género que marcaría fuertemente su carrera- entre 1914 y 1927. Con la llegada del cine sonoro ejerce también de productor para otros cineastas que han pasado al olvido, durante tres años produce 44 filmes. Vuelve a dirigir pero esta vez para Universal -donde estará trabajando en exclusiva durante 11 años, de 1930 a 1941-, es en esta productora en la cual empieza a sobresalir como un excelente y sutil director de melodramas, filmando algunas de sus películas más destacables -La usurpadora, Imitación de la vida, Parece que fue ayer, Sublime obsesión o Huracán-. Fue uno de los directores mejor pagados de esta compañía, y tenía el privilegio de tener cierto control sobre sus proyectos -ya que consiguió ser acreditado nuevamente como productor en muchas de sus películas-. Privilegio poco frecuente en el Hollywood clásico, ya que los jefazos de las productoras tenían mucho poder.

1a162ba6a467c99136e83773ea886718''Las llaves del reino'', Gregory Peck también conseguiría ser candidato al Oscar como Mejor actor.


La etapa final de la trayectoria de Stahl va de la mano de la 20th Century Fox, donde rueda nueve películas. Entre ellas, la que es merecidamente una de sus obras mejor valoradas, el maravilloso melodrama noir ''Que el cielo la juzgue'', en el cual, una espléndida y pérfida Gene Tierney vuelve a hechizarnos. Que además posee la peculiaridad de haber sido filmada en tecnicolor, técnica visual poco frecuente en el cine negro de esa época. Otros títulos recomendables de su etapa en la Fox son Las llaves del reino, Sagrado matrimonio, Murallas humanas, Débil es la carne o El sargento inmortal. Su última cinta sería Linda muñequita en 1949. Fallecería en 1950 de un ataque al corazón a los 63 años.

  8dfc5d8aaad536ad3e24089c78ce813a''Que el cielo la juzgue'', una de las cumbres del melodrama.


John M. Stahl fue conocido en el Hollywood dorado por ser un experto en películas de mujeres, las actrices siempre fueron sus mejores aliadas. Solía conseguir hacerlas brillar en pantalla. Irene Dunne fue la mejor intérprete que estuvo bajo sus órdenes -trabajaron juntos en tres ocasiones, La usurpadora, Sublime obsesión y Huracán-, no sólo por ser una actriz de desbordante talento y admirable versatilidad, si no también porque su perfil interpretativo -era contenida, carismática y emocional- se ajustaba a la perfección al estilo de Stahl, que perseguía la desnudez sentimental y la sencillez por encima de todo, notablemente alejado de artificios formales. Otra musa memorable fue sin duda, Gene Tierney, encarnando a una femme fatale sobresaliente.1013d44efd68779ebdc35b090ff5cfd0''Huracán'', en 1957 Douglas Sirk la versionaría con inferior resultado, bajo el título de ''Interludio de amor''.a9cf984cb610acc62904cf71d8fce2af Linda Darnell en ''Murallas humanas''.  



CURIOSIDADES
  • Las películas de John M. Stahl no sólo fueron versionadas por Douglas Sirk, si no que por ejemplo, La usurpadora -Back Street- conoció dos remakes, uno dirigido en 1943 por Robert Stevenson Su vida íntima con Margaret Sullavan y Charles Boyer, y otro dirigido en 1961 por David Miller, que protagonizaron Susan Hayward y John Gavin.
B8IYbkEIQAApkIe Irene Dunne en ''La usurpadora''.

Robert Montgomery, carismático, polivalente y elegante

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''Si tienes la suerte suficiente de tener un éxito, disfruta del aplauso y la adulación del público. Pero nunca, nunca te lo creas''. Robert Montgomery.tumblr_o7jveypRGi1qazanuo1_1280 La maravillosa Bette Davis definió a Robert Montgomery como la versión masculina de una de sus enemigas íntimas, la fantástica Miriam Hopkins. Ya no sólo por su evidente talento, si no por su capacidad para ser un roba escenas. Montgomery fue magnético en pantalla, una vez que entraba en una secuencia, difícilmente se podía apartar la mirada de él -no solamente por su agradable aspecto físico, si no especialmente, por su poderosa presencia escénica-. Poseía una vis cómica deliciosa y un carisma desbordante. Aunque destacó sobre todo en papeles cómicos, era un intérprete polivalente que también era capaz de bordar personajes dramáticos -''Al caer la noche'' es uno de los ejemplos más representativos, dentro de ese mismo personaje es admirable su dualidad, pasando de ser un tipo afable a alguien totalmente repulsivo-. Robert Montgomery es uno de mis últimos descubrimientos interpretativos, me conquistó desde el principio -algo no demasiado frecuente en mí, cinéfila exigente desde siempre-.

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''Matrimonio original'', una de las pocas comedias que rodó Hitchcock.


Robert Montgomery perdió a su padre a edad temprana y también su seguridad económica previa, lo que hizo que intentara ganarse la vida como podía -en multitud de trabajos, principalmente como actor teatral y escritor-. Fue descubierto por el gran George Cukor en el teatro, que le aconsejó que no dejara la interpretación. En 1929, la Metro lo fichó -productora que tenía entre sus filas a muchas de las grandes estrellas del Hollywood clásico- y pronto lo juntó con la reina de la MGM en aquellos días, Norma Shearer. Hicieron varios largometrajes juntos, entre ellos, ''La divorciada'' o ''Besos al pasar''. A finales de los años 30, consiguió un notable éxito con ''Al caer la noche'', un giro sorprendente en su trayectoria, en el cual dejaba de lado sus personajes encantadores para encarnar a un asesino. En 1940 continuaría la racha de éxito, con una cinta que fue muy popular en su época, la excelente comedia de fantasía ''El difunto protesta'' -que conocería dos remakes posteriores-. Sería nominado al Oscar como Mejor actor por estas dos últimas películas.

tumblr_o7j82iJB6M1qjbq6yo1_1280 La ópera prima de Robert Montgomery como director, ''La dama del lago''.

Montgomery fue uno de los mejores intérpretes de los años 30 y 40, y tristemente con el paso del tiempo no tan valorado como merece. Trabajó con muchas de las mayores estrellas del Hollywood dorado: Norma Shearer, Rosalind Russell, Carole Lombard, Joan Crawford, Irene Dunne, Bette Davis, Ingrid Bergman... Solía interpretar papeles de tipos agradables y carismáticos, en comedias principalmente. Su aire distinguido lo hacía idóneo para el perfil de protagonista sofisticado. Era un actor magnífico que raramente desentonaba. Su mirada intensa y su sobriedad interpretativa -aún en papeles que se prestan al exceso-, son dos de sus rasgos más distintivos como actor.

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Robert Montgomery y Bette Davis en ''Novia de Junio''.


La imagen de Robert Montgomery cambió a raíz de viajar a Europa para combatir en la Segunda Guerra Mundial, endureciéndose sus facciones considerablemente. Después de este acontecimiento importante en su vida, regresaría al cine con la ambición de ser cineasta. La primera oportunidad que tuvo de demostrar su valía detrás de las cámaras, fue cuando John Ford cayó enfermo en el rodaje de ''No eran imprescindibles'' -filme donde Robert Montgomery era uno de los protagonistas- y él le sustituyó como director durante unos días, su labor no fue acreditada. El Estudio quedó satisfecho con su desempeño, y confió en Montgomery que debutó poco después, en una adaptación de una novela negra escrita por uno de los grandes del género Raymond Chandler, sobre el famoso detective Phillip Marlowe, ''La dama del lago''. La película fue pionera en el uso de la cámara subjectiva, siendo filmada enteramente bajo esa perspectiva, el público sólo contemplaba a Marlowe -Montgomery- a través de espejos. La Metro no quedaría muy conforme con el resultado y las críticas serían mixtas, y Robert no tardaría en abandonar esta productora, poniendo fin a una relación profesional de dos décadas, con el propósito de convertirse en director independiente, llegaría a rodar cuatro películas más en su faceta de director. A finales de su carrera, Robert Montgomery dedicaría su tiempo al teatro y a la televisión -en TV tuvo en emisión durante ocho años el popular show ''Robert Montgomery presenta'' en el cual debutaría su hija también actriz, Elizabeth Montgomery, y en el teatro, ganaría un Tony por la dirección de ''Horas desesperadas'' en 1955-.

tumblr_o0qll2Mh8t1sotg28o1_500''The Last of Mrs. Cheyney'', Robert junto a William Powell y Joan Crawford.


Curiosidades
  • Era activo políticamente, supuestamente de ideología republicana -conservador-. Sirvió al Comité de Actividades Anti-Americanas como testigo para ayudarles a luchar contra el comunismo, en la era de la caza de brujas del senador McCarthy. Posteriormente, ejerció de asesor de prensa para el presidente Eisenhower.
  • En 1935, sería nombrado presidente del Screen Actors Guild. En 1946 sería reelegido.
  • En 1948, presentaría una edición de los premios Oscar.
  • Tuvo tres hijos, el primero murió de meningitis cuando tenía catorce meses en 1930, la segunda fue Elizabeth Montgomery que se haría famosa al interpretar a la bruja Samantha de la serie ''Embrujada'' y el último, Robert Montgomery Jr. Los tres fallecerían de la misma enfermedad, el cáncer.
  • Protagonizó junto a Carole Lombard una de las pocas comedias que filmó el maestro del suspense Alfred Hitchcock, ''Matrimonio original''.
  • El director favorito con el que trabajó, según sus propias palabras fue John Ford, al cual, lógicamente, calificó de ''genio''.
  • Con su amigo James Cagney formó una productora, Cagney-Montgomery Productions.
  • Norma Shearer lo escogió personalmente como su pareja cinematográfica.
  • Además de actor y director, fue presentador y productor de televisión.

Anatole Litvak, infravalorado y estupendo cineasta del Hollywood clásico

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Parece que existe una cierta tendencia a penalizar o menospreciar la versatilidad en un director, como si esa virtud estuviera automáticamente ligada a ser un realizador impersonal, y no siempre es así. El maestro William Wyler, era habitualmente infravalorado por la aparente facilidad que tenía para manejarse en cualquier género con mucha solvencia. Al margen de rasgos autorales o no, un cineasta -en mi opinión- demuestra verdaderamente su grandeza cuando no se limita a un género en concreto, si no que se arriesga adentrándose en terrenos inexplorados en su carrera, géneros que todavía no ha tocado. Ese es el perfil de director que más me suele interesar. William Wyler, Raoul Walsh, Robert Wise, Howard Hawks o Anatole Litvak, son de esa clase de directores osados que son necesarios en el séptimo arte. También es cierto, que en el Hollywood clásico era más común que los directores hicieran varios géneros, pero no deja de tener mérito, que un realizador destaque con nota en cualquier tipo de película. Uno de los aspectos que más valoro de un cineasta, es la capacidad de moverse entre géneros con soltura y siempre acertar. Anatole Litvak fue uno de estos estupendos directores que poseía la habilidad de ser competente en cualquier género, y demostraba también, una excelente mano dirigiendo a sus intérpretes. De origen ucraniano, desarrolló su carrera entre Europa y Estados Unidos, filmando en varios países y en distintos idiomas. Escribe, dirige y produce sus filmes.

CjaX8TmXIAA-n5S Con Sophia Loren y Anthony Perkins rodando ''Un abismo entre los dos''.


Estuvo casado con la gran actriz Miriam Hopkins -una de las enemigas íntimas de Bette Davis-, se comenta que fue uno de los motivos del enfrentamiento de Bette y su esposa. Supuestamente Bette llegó a ser amante del realizador cuando éste estaba aún unido sentimentalmente a Miriam. Trabajaron juntas en más de una ocasión, y nunca se soportaron. Litvak trató de conquistar a la también actriz Paulette Goddard, la prensa americana de la época se escandalizó excesivamente debido a un supuesto incidente sexual entre los dos dentro de un famoso restaurante. El revuelo generado alrededor de este hecho, propició que Anatole se decidiera a combatir en la Segunda Guerra Mundial tras nacionalizarse norteamericano. Además, colaboró en películas de propaganda bélica junto a Frank Capra. CiHfUypWMAAk3EK.jpg large En un descanso del rodaje de la magnífica ''El cielo y tú'', protagonizada por una de sus presuntas amantes, la excepcional Bette Davis.  


Comienza su carrera en los Estudios Nordkino de Leningrado en 1923, dos años después se traslada a Alemania y empieza a dirigir para la UFA en 1930. Fue montador del gran director Georg Wilhelm Pabst. Con la llegada del cine sonoro, debido a su gran dominio de idiomas, dirige para los estudios UFA tres flojas producciones en tres versiones distintas -la francesa, la alemana y la inglesa-, ya que en aquella época el doblaje en este país aún no existía. Con el ascenso al poder de los nazis, Litvak huye a Francia, donde consigue un gran éxito con Sueños de príncipe, protagonizada por Charles Boyer y Danielle Darrieux. Pero verdaderamente, Litvak da el campanazo con Mayerling, que atrae la atención de un Hollywood siempre ávido de talento extranjero.

CjUdmKqVAAAJlrx Anatole Litvak junto a Vivien Leigh en el rodaje de ''The Deep blue sea''.  


Después del éxito internacional que supuso su película de producción francesa Mayerling, Litvak es fichado por la Warner y viaja a USA en 1937. Desde el principio, se forja una reputación de director con un talento especial para el melodrama -aunque transitara muy dignamente por otros géneros, como el noir, la comedia o el cine bélico, por ejemplo-, la industria cinematográfica norteamericana comenzó a valorarlo de verdad a raíz de dirigir de manera magnífica una de sus mejores películas, ''Nido de víboras'' -protagonizada por una habitualmente maravillosa Olivia de Havilland-, filme que supondría su primera y única nominación al Oscar como Mejor director -aunque en 1952, su cinta ''Decisión al amanecer'' fuese candidata a Mejor película-. Los años 30 y 40 especialmente fueron la cima de su trayectoria, dirigiendo de manera sobria y muy efectiva muchas de las películas más destacables de su cine -Voces de muerte, El cielo y tú, Nido de víboras, Ciudad de conquista, Años sin días, Confesiones de un espía nazi, Tovarich o El sorprendente Dr. Clitterhouse-. En los años 50, Anatole Litvak retornó a la vieja Europa, y desde esa década, rodaría a caballo entre ese continente y Hollywood. Fallecería en Francia en 1974.

Una de sus películas más apreciables de los años 60, ''No me digas adiós''. Una de sus películas más apreciables de los años 60, ''No me digas adiós''.


Anatole Litvak era muy valorado por los críticos y por sus compañeros de profesión -el genial Billy Wilder se encontraba entre sus admiradores, por ejemplo-, pero no ha gozado del reconocimiento que ampliamente merece por parte del público cinéfilo. Seguramente porque es un director con un estilo sobrio y sin un sello muy distintivo, pero sin duda, es un realizador de sobrada valía y más que estimable polivalencia, que cuenta con varias joyas en su carrera. Uno de esos grandes desconocidos que merece mucho la pena conocer, y que yo descubrí gracias a un gran amante del cine clásico, como es mi amigo Javi Leiva. Si te entusiasma el melodrama y el buen hacer cinematográfico en general, es un cineasta que debes disfrutar.

Greer Garson, portentosa actriz del melodrama clásico de Hollywood

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6aa84c702566246a1debd7cbbce3d0e5 Esta pelirroja británico-irlandesa tuvo buena estrella desde el principio de su carrera en el cine. Eileen Evelyn Greer Garson fue una jovencita madura y de buenos modales, que previamente se sacó una carrera universitaria, estudió en Francia y trabajó en una oficina de Londres para después probar suerte en los escenarios británicos -llegaría a trabajar incluso junto a Laurence Olivier y a conocer George Bernard Shaw-, el público y la crítica comenzaban a estar interesados en la incipiente intérprete, y fue en este medio, cuando el jefazo de la MGM Louis B. Mayer, quedó encandilado con su talento tras verla representar una obra titulada ''Old Music''. Le ofreció un contrato por un año. Sin tener una amplia experiencia interpretativa detrás, el buen olfato de Mayer la catapultó a la que es considerada -en aquellos tiempos, con más justicia- la meca del cine. Durante ese año de contrato -1937-1938- la Metro no sabía que hacer con ella, solamente le ofrecía papeles insípidos que no estaban a la altura de su talento y que Greer rechazaba porque Louis B. Mayer le había prometido un gran papel que parecía que nunca terminaba de llegar. Garson terminó perdiendo la esperanza de conseguir una carrera cinematográfica, hasta que Myrna Loy dejó temporalmente la MGM y su salida dejó detrás una vacante en una película, se trataba de ''Adiós, Mr. Chips''. El Estudio le ofreció el papel, pero Greer no estaba demasiado ilusionada con el personaje, porque consideraba que tenía poco tiempo en pantalla y lo veía secundario. Un amigo la convenció de la calidad de este papel. Por tanto, su salto de actriz teatral a promesa cinematográfica fue fulgurante, en no mucho tiempo se convertiría en una de las reinas de la Metro y en una de las favoritas de Mayer. ''Adiós, Mr. Chips'' le abrió las puertas de Hollywood -pese a la poca confianza inicial que Garson tenía en este papel, al considerarlo demasiado secundario como para destacar realmente-, siendo nominada a su primer Oscar. En realidad, no podría haber debutado de mejor manera, Garson eleva este largometraje con su talento, candor y belleza. Acto seguido, su personaje protagonista en ''Más fuerte que el orgullo'' -una adaptación de la famosa novela de Jane Austen, ''Orgullo y prejuicio''- confirmaría su estatus de estrella a tener en cuenta y propiciaría que la Metro la uniese en la gran pantalla, con el excelente actor Walter Pidgeon en su primera colaboración conjunta -y para mí, la mejor- ''De corazón a corazón''. Terminaría desplazando a Norma Shearer en la Metro -y también a Joan Crawford-, especialmente a raíz de que rechazara protagonizar ''La señora Miniver'' por no querer interpretar a la madre de un hijo ya crecidito, Garson brillaría como casi siempre, y se llevaría un premio de la Academia a la Mejor actriz. El joven intérprete que interpretó a su vástago se convertiría en su segundo marido. Se comenta que su discurso de aceptación duró más de cinco minutos, hecho que motivó que la Academia limitara el tiempo para agradecimientos de los premiados.

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Fue una actriz prestigiosa y popular, especialmente durante los años 40, llegando a estar nominada en siete ocasiones a los Oscar. Si por algo destaca su carrera es por sus participaciones en grandes melodramas de la época dorada de Hollywood. Solía interpretar a mujeres valientes y sentimentales. Fue una excepcional dama en este género, para mí, totalmente a la altura interpretativa de otras actrices calificadas -con justicia- como reinas del melodrama, como eran Bette Davis y Joan Crawford, a pesar de que Garson por sus facciones se caracterizara por dar vida en pantalla a mujeres más bondadosas -Davis y Crawford solían interpretar personajes femeninos más pérfidos-. Greer Garson poseía una elegancia innata, transmitía calidez, y a pesar de su formación teatral no había en ella el mayor atisbo de artificio, resultaba tremendamente natural en pantalla. Conocerla, es quererla. Al final de su carrera cinematográfica, retornó al teatro e incursionó en la televisión. Estaba algo hastiada del perfil de papeles que le tocó interpretar en el cine -en su mayoría, personajes femeninos íntegros y con pocas aristas y en cintas dramáticas-, y pretendía dar un giro interpretativo con ''Tía y mamá'' en los escenarios -papel al que también dio vida Rosalind Russell tanto en las tablas como en la gran pantalla-. En los años 80, cerraría su etapa profesional con una aparición en un episodio de la mítica serie ''Vacaciones en el mar''. Greer Garson representó en pantalla una imagen impoluta de la mujer. Generalmente, personajes femeninos bondadosos, carentes de malicia o picardía. Es una lástima, que no se hubiese explotado más su vena malévola o cómica. Garson me parece una actriz tan dotada actoralmente, que se le debería haber dado más oportunidades de abarcar otros registros. En las pocas ocasiones que intentó hacer algo diferente, el público de la época no respondía bien en la taquilla. Siempre anheló abrazar más la comedia, por ejemplo. Bette Davis, Joan Crawford y Barbara Stanwyck, otras grandes señoras del drama clásico, demostraron ser más versátiles. A los productores les costaba verla en personajes oscuros, y ella prefería rodar películas agradables.


Greer Garson y Walter Pidgeon, un equipo memorable

''Hicé ocho películas con Greer Garson y nunca hubo una mala palabra entre nosotros.''Walter Pidgeon. tumblr_mcii7ajjFb1qbewogo1_500 Una de las películas más sobresalientes del tándem Garson-Pidgeon, la magnífica ''De corazón a corazón''.  

La trayectoria cinematográfica de Greer Garson está permanentemente asociada a la figura del estupendo actor Walter Pidgeon -presencia elegante y carismática como ella-. Trabajarían en ocho ocasiones juntos, en su mayoría cintas de corte romántico. En mi opinión, una de las mejores parejas que ha dado el cine clásico de Hollywood, dos grandes intérpretes -rebosantes de encanto- en perfecta sintonía. En sus filmes solían interpretar a parejas casadas. Eran la viva imagen del amor duradero. Dieron grandes beneficios a la Metro, siendo una de las parejas cinematográficas más taquilleras de la época. Más allá de la pantalla, fueron grandes amigos. Greer y Walter se tenían bastante confianza antes de trabajar juntos, ya que habían sido vecinos y coincidieron en varios screen tests para la Metro.
 

Curiosidades
  • Garson no quería participar en ''La señora Miniver'' pero el director William Wyler y el productor Louis B. Mayer la convencieron.
  • El rodaje más caótico de su trayectoria fue el de ''Desire me'', que acumuló múltiples problemas: el guión estaba constantemente revisándose y reescribiéndose, Robert Mitchum estaba enfadado por tener un papel secundario y por compartir pantalla con una actriz tan buena como Garson y para colmo no se entendía con el primer director asignado George Cukor, por su parte Greer Garson se vio arrastrada por el mar y casi se ahoga y terminó separándose de su segundo marido, y se despidió a Cukor y contrataron a otros tres -Jack Conway, Mervyn LeRoy y Victor Saville- que también fueron despedidos. En fin, un desastre...
  • Greer Garson fue desde siempre una gran aficionada al cine. En los años 20 disfrutaba de ir asiduamente a las salas de cine. Uno de sus actores favoritos era su compatriota el estupendo Ronald Colman, así que debió de ser un sueño hecho realidad para ella, filmar con él, dos décadas después una de sus mejores películas, el drama romántico ''Niebla en el pasado''. Colman disfrutó también mucho de esa experiencia, y Greer solía señalarla como su película favorita de entre las suyas.
  • Siempre deseó interpretar papeles cómicos, y su deseo solamente se vio cumplido con la screwball comedy ''Julia se porta mal'', y posteriormente, en el teatro con ''Tía y mamá''. Como le ocurrió a otras grandes estrellas, era más frecuente verla protagonizando papeles dramáticos con un perfil similar. Los Estudios cuando comprueban que un intérprete les funciona mejor de cara a la taquilla en un determinado perfil, probablemente suelen forzar su encasillamiento con la intención de seguir manteniendo grandes beneficios económicos.
  • Fue gran amiga de otra actriz maravillosa Rosalind Russell, que recomendó a Greer como su sustituta para la obra teatral cómica, ''Tía y mamá''.
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